En un valle encantado en el Reino de Viria vivían muchas criaturas.
Había animales, tales como ciervos, osos, reptiles en los lagos y maravillosos insectos brillantes y relucientes
También estaban los duendes, gnomos y hadas.
Todos eran amigos, y siempre jugaban juntos sin pelear, por eso muchos, llamaban a los habitantes del reino "los pacíficos".
Un día, el hada Bid propuso un juego.
-¿Qué tal si hacemos un juego? Se trata de un concurso para todos los residentes de Viria.-
-Ohh, suena interesante.- Le contestó su amigo Fold, un enano regordete vestido de colores amarillentos y verdosos.
-Pues se trata de fabricar la taza más llamativa de todas.- Explicó entusiasmada el hada de alas anaranjadas.
-Y ¿Qué tan grande debe ser?- Preguntó su hermana Hal.
-Puede ser del tamaño que quieran. No importa si se puede tomar o no en ella. Lo importante es que se vea bonita. ¿De acuerdo?- Propuso Bid.
-Está bien. ¡Que la noticia llegue a todos en el reino!- Exclamó la rana Gun, tan simpática y alegre como siempre, vestida con un chaleco rojo con brillos y sus sandalias del mismo color.
En el tiempo de tres horas, ya todos se habían enterado del concurso, y entusiasmados, comenzaron a idear montones de proyectos de tazas.
En los carteles, folletos y telegramas que se repartieron por el lugar decía:
"Habitantes de Viria; todos están invitados a participar en el concurso denominado Mí taza preferida, que será concluido el día 23 del próximo mes, tienen un mes para realizar sus proyectos. No importa el tamaño y si se puede usar. ¡Debe ser la más atrayente de todas!
Todos estaban contentos de poder participar a un nuevo concurso, así que, tanto en grupos como individualmente, el reino entero comenzó a dibujar sus tazas, y reunir los materiales necesarios para emprender su trabajo.
Los hermanos Tow, unas Truchas de arroyo, reunieron algas, pegamento y piedras para fabricar su taza.
Las mejores amigas Wen, Sam y Del, unas hermosas ardillitas, juntaron ramas, nueces y hojas.
Por otro lado, el castor Homero se llenó de madera únicamente, diciendo que con sus grandes y fuertes dientes tallaría detalles preciosos en su taza.
También Bid, su hermana Hal, la rana Gun, y el enano Fold buscaron materiales. Y decidieron buscar tapitas de botellas, telas de colores y muchos botones.
En Viria reinaba la diversión y la emoción, porque día a día, todos jugaban a fabricar su mejor taza.
Al cabo de quince días, una mariposa de nombre Kon preguntó a sus amigas y compañeras de proyecto.
-¿Chicas, habrá premio para los ganadores?-
-Es cierto, nunca nos pusimos a pensar en eso.- Respondió Mad.
-Preguntémosle a alguien si sabe.- Propuso Joan, y juntas se fueron a sobrevolar las cabezas de todos, preguntando si sabían cuál era el premio, o mejor, si había uno.
Pero, las respuestas que le dieron, no eran de mucha ayuda.
-No sé si hay premios.-
-Creo que no hay.-
-Supongo que lo hay, sino ¿Qué clase de concurso es?-
-No importa si hay premio o no, lo importante es divertirse.-
-Creo que será una sorpresa.-
-Pregúntale a Bid.- Ésta fue la única respuesta que las ayudó en algo, porque cuando más tarde fueron a visitar la bella casita del hada, ésta les dijo.
-La verdad es que no me había puesto a pensar en un premio. Ya lo pensaré, y el día que concluya el concurso, el premio será una sorpresa.-
Las mariposas, le agradecieron y volvieron a sus hogares, no sin antes decirle a todos sus conocidos de la nueva noticia.
Desde ese momento, todos se esmeraron aún más por hacer de su taza un verdadero tesoro, para poder ganar el premio sorpresa.
Todos, menos un grupito de hermanos y hermanas, los canarios Elia, Noe, Clar, Zumi y Veta. Los coloridos animalitos, eran quienes habían dicho que no importaba el premio, sino divertirse, y por eso, cuando se enteraron que al ganador le darían una sorpresa, no se inmutaron en mejorar la apariencia de su obra. Aunque iban más atrasados que el resto de los participantes, no se apuraron, sino que todo lo hicieron con calma y armonía.
Ellos habían elegido hacer una enorme taza de mimbre, decorada con flores perfumadas. Querían poner esa taza en el medio de la plaza y llenarla de agua, para que todos pudiesen tomar.
Pero tenían un problema. Y era que por más que entrelazaran muy ajustadas las hebras del mimbre, el agua siempre pasaba a través de ellas, ya que quedaban unos agujeritos, y además el agua transpadana el material cuando él se mojaba.
Afligidos por eso, los pajaritos estuvieron buscando durante días algún material para hacer el interior de la taza, sin que el agua mojara el mimbre que quedaría en la parte externa, pero sus intentos fallaban cuando cada vez que hallaban un material, éste a su vez no servía, y el agua seguía transpasando los materiales.
Pero Clar, Noe, Zumi, Elia y Veta, eran aves tan alegres que no pensaron negativamente, y estuvieron trabajando con alegría, aún cuando sus intentos de hacer una enorme taza con agua fallaban una y otra vez.
Al final, se decidieron por fabricar la taza con el mimbre y las flores, y dijeron que la presentarían así, y la pondrían de decoración en la plaza ya que para tomar no podía ser. Ellos igualmente la querían regalar a los ciudadanos, por eso decidieron colocarla en la plaza del reino.
El día de finalización del concurso llegó, y con él, también el día de la premiación.
El castor Homero presentó una taza de tamaño normal, toda de madera con un castor tallado en el frente, cubierta de laca.
Bid era la jueza, aunque ella también participaba con sus amigos, y por eso, su mamá era quien calificaba su proyecto.
El hada encontró muy simpática la taza de Homero, pero dijo que le faltaba color.
Luego las maripositas presentaron una taza muy pequeña hecha de plástico reciclado, y en ella pusieron sus firmas con colores. Pero la taza se rompió a lo último de la jornada, así que regalándole dulces a sus creadoras para que no se pusieran tristes, su proyecto fue descalificado.