Han pasado bastantes años desde que hablé conmigo mismo, aveces pienso que cuando pienso algo ahora, lo pienso entre una o más personas, pero sin duda alguna ahora estoy solo, navegando sin rumbo en busca de lo que antes fue mi enemigo y que ahora es más que un compañero, es parte de mi.
Aún recuerdo la primera vez que lo encontré, hace más de 1000 años, solo era un niño de 10 años jugando libremente por la pradera donde mi madre siempre me llevaba los fines de semana.
Algunas veces quisiera volver a ésos tiempos tan lindos, donde la muerte aún no reclamaba el alma de mi madre, donde simplemente era feliz, pero aveces me arrepiento de lo que vino despues.
Un día, al ir más allá de la pradera mientras mi madre escribía junto a un gran árbol y distraída escuché una voz:
- ¿Anguuus? - escuche, en dirección a la montaña del norte, pasando la pradera.
Es curioso el hecho de que no senti miedo, no sentí incomodidad ante esa voz que se escuchaba en el aire, solo me provocaba una sensación de curiosidad y aventura, cosas que nunca había sentido antes en esos tiempos de niñez.
Decidí ir en busca de esa voz, la curiosidad me mataba y las ganas de descubrir que era hacían que el miedo desapareciera.
Al llegar al pie de la montaña, todos esos deseos de aventura se encontraron con una cueva, no era tan grande, apenas se veía que estaba en ese lugar como si nadie quisiera que la encontrara, pero aún así yo pude hacerlo
- ¿será acaso algún castillo o algún escondite de dragones? - pensé, mientras entraba en ella poco a poco
Al inicio no se veía nada, no podía ni ver mi propia nariz de la obscuridad tan densa que habitaba el lugar, como si de una manta se tratase, que cubría mi cara evitando el paso de la luz.
Sin dudarlo mucho avance y avance, nose como pero podía ver a través de todo como si algo me dejara pasar y quisiera que encontrara algo en el interior, claro en ese entonces no sabía lo que era.
-estas cerca- Escuche mientras iba caminando por la obscuridad
De pronto encontré una caverna, pero no era cualquier caverna que había visto en libros de Geografia, esta era muy diferente, las paredes estaban llenas de símbolos con pilares que llegaban hasta el techo, en medio de esta había un círculo, dentro de el, una estrella de 5 picos, de la cual en cada punta de los picos había símbolos extraños como si fuera un lugar de sacrificios y en el centro de la estrella se encontraba un círculo más pequeño con una cruz en el centro como si la hubieran tallado en la misma piedra.
- gira la cruz - Susurro la extraña voz en mi oído, con un tono siniestro y viejo como si fuese un anciano el que me hablaba.
Cuando vi la cruz, era cierto que se podía mover pero ¿hacia qué lado debía moverla?
Sin dudar más gire la cruz, hasta que quedara completamente de cabeza y espere.
La cruz se partió a la mitad y entre las grietas empezó a salir un líquido negro, era algo viscoso y tenía un olor a azufre tan fuerte que de asqueaba todo mi ser, mire a mi alrededor y el entorno había cambiado.
Las paredes teñidas de rojo, como si de sangre se tratase, los pilares de color arena, ahora tenían un tono negro con caras saliendo de ellos, como si de almas atrapadas se tratasen, intente huir, pero, mis piernas no me dejaban avanzar, buscaba y buscaba la manera de salir, gritaba con desesperación y miedo esperando a que me escuchara alguien en el exterior.
- Solo... relájate, no sentirás nada - escuche detrás mía.
Al voltear la masa negra que había salido de en medio de la caverna, había tomado una forma humanoide, era grande y delgado, con ojos rojos como la sangre y brillantes, una sonrisa llena de dientes filosos de oreja a oreja que escurría un líquido negro
- ¡Eres perfecto! - grito, mientras acercaba su mano hacia mi.
Cuando abrí los ojos, estaba en un Hospital en una camilla con suero conectado a mi brazo y mi madre a mi lado sentada leyendo un cuento, de esos que siempre me leía por las noches.
- Hola cariño ¿cómo te sientes? - me dijo mientras tomaba mi mano con fuerza.
- Hola mami ¿qué sucedió? ¿Por qué estoy aquí? - respondí.
- Cuando me di cuenta que no estabas, te busqué por todos lados y cuando por fin te encontré, estabas en el piso en medio de la pradera - dijo mientras lloraba.
-¿Estaba en la pradera? - pregunte extrañado y con mi cabeza llena de dudas.
En eso entro el médico que me estaba atendiendo.
- Vaya, al fin despertó, Soy el Doctor Max - decía mientras insepccionaba mi suero.
- Al parecer te desmayaste por una insolación, pero con el suero que te acabamos de dar, ya estás listo para ir a casa, pequeño - me dijo mientras tocaba mi frente.
- Doctor, entonces ¿no le pasó nada más pregunto mi madre preocupada.
- Esta perfecto, no hay porque alarmarse en un momento mandaré a la enfermera a que le quite el suero - le respondió mientras salía de la habitación.
Intente recordar lo que había pasado en ese entonces, el porque estaba ahí y como esque llegué.
- ¿Qué pasa? ¿En que piensas? - pregunto mi madre.
- Nada nada, solo que, lamento asustarte así madre no era mi intención - le dije.
- Descuida cariño, estás cosas aveces pasan, no pasó a mayores y me alegra que estés bien - me dijo, mientras tocaba mi mejilla con su mano.
Al final, pensé que todo lo que había vivido era un sueño, algo que solo imaginé a causa de la insolación y que todo lo que había pasado al final, solo estaba en mi mente, lo gracioso de todo esque nunca pude estar tan más equivocado.