3. 2. 1. Y...
Inmediatamente la pantalla de mi computadora se ilumina de muchas luces de colores. Señal de que gané esta partida.
Entre todos esos colores y sonidos se destaca la palabra "WIN" en letras mayúsculas y doradas. Esas simples letras hacen que chille de la emoción.
Sin poder evitarlo, me levanto de la silla, mientras esta rueda unos centímetros. Comienzo a dar pequeños saltitos, mientras improviso un pequeño baile de la victoria. Después de tanto esfuerzo, al fin logré vencer al grupo que nos estuvo retando por un largo tiempo. Las noches de desvelo no fueron en vano.
Mi celular empieza a sonar, interrumpiendo mi pequeña celebración. Dirigo la mirada hacia la pequeña pantalla iluminada.
Tomo inmediatamente el pequeño aparato entre mis dedos después de ver quién es. Pongo los ojos en blanco, pues ya sabia que me iba a llamar en cualquier momento.
—Dime—
—¡AL FIIIIIIIIIIIIIIIN! —grita Dante, lo suficientemente alto como para que aleje el celular unos centímetros de mi oido.
Dios, que escandaloso.
—¡Deja de gritar! Me vas a dejar sorda —contesto mientras que al otro lado de la línea él baja la voz. Pero aún así logro escuchar frases como "lo veo y no lo creo" "los vencimos" "tomenle put*s".
—Tu también estas emocionada. Te conozco desde hace muchísimos años. ¡Admitelo! —habla a través del pequeño aparato después de unos segundos de drama. Aún noto claramente el tono de emoción que tiene.
—Nunca dije que no estuviera emocionada. Pero al menos yo no estoy haciendo un escandalo como tú —miento, si hice un poco de escandalo hace unos segundos. Pero nunca se lo voy a confesar. Tengo una reputación que mantener.
—Voy a fingir que te creo. ¡Bueno! A lo que llamaba. Queria recordarte que tenemos un proyecto que hacer. Y que aún no lo hemos hecho—
—Si. Si. Si. Todavía lo recuerdo —interrumpo, lo olvide totalmente—, ¿Hasta cuando teníamos para presentar?
—Si no me equivoco, todavía tenemos 3 días.
—Eso será suficiente (creo), mañana estare en tu casa a las 9 AM. Imagino que a esa hora al fin te habrás levantado.
Puede que no haya puesto atención a las clases. Lo que causó que no presentara varias de las tareas. Lo que a las finales me hizo perder puntos. Un efecto dominó. En mi defensa, diré que esa clase es muy aburrida.
— Ja ja ja, que graciosa. Vale, te espero.
Con esas palabras, cuelga. La verdad no sé si 3 días sean suficientes. Pero ya me las arreglaré.
Es lo que me digo siempre.
Dante es uno de los jugadores de mi grupo, desde hace muchísimo tiempo. Lo conocí en una parque de diversiones, pues nos rivalizamos en los carritos chocones, intentando derribar al otro. A las finales nadie ganó, pues el tiempo de juego se había acabado. Pero fue el suficiente como para iniciar una pequeña conversación.
Volviendo al tema del grupo, en este solamente estan las personas en las que confío de sus capacidades con los videojuegos. En especial este.
Warlife
Como su nombre dice: "vida de guerra"
Un juego "demasiado" complicado. Además de popular.
No conozco persona alguna que no lo haya jugado al menos una vez en su vida. Incluso mis propios abuelos lo juegan. Cosa que se me hace raro considerando que ellos odiaban que yo jugara videojuegos, pues decian "hay mejores maneras de entretenerse, la generación de ahora depende mucho de la tecnología. ¡No seas como ellos!.
Jamás comenté nada al respecto.
—Amara —llama mi hemana menor sorprendiendome. Dirigo mi mirada inmediatamente a donde proviene la voz.
Esta recostada en el marco de la puerta. Con los brazos cruzados en su pecho. Y con una ceja arqueada, dandole un toque interrogador. Por momentos quiere hacerse la mayor. Recuerdo haberla dejado profundamente dormida hace unas horas.
Y cuando ella duerme, ni un huracán la despierta.
¿A qué hora entró que no me di cuenta?
—¿No estabas dormida? —cuestiono.
—¿No estabas haciendo tarea? —contraataca.
Touché.
No le vayas a decir a nadie que me paso el día jugando. Guardame el secretito.
—Estoy poniendo en práctica mis habilidades estratégicas —me defiendo, no me vas a ganar hermanita.
—¿Jugando Warlife otra vez? —cuestiona con un aire inocente, oviamente falso.
—Que mejor manera que esta. Además que me gusta. Dos en uno.
Pone una mueca, al parecer no me cree el cuento. Puede ser solamente una niña, pero es muy intuitiva.
Además de terca.
—Olvidalo. Tengo hambre —me informa haciendo un puchero. No la entiendo.
Ella es la bipolaridad en su máxima expresión.
—¿No había galletas en la cocina?
—Tu misma lo dijiste. Había. Ahora ya no las hay.
—Pues pide una pizza Adela.
—No me aceptarán el pedido, tengo 8 años —reclama ella.
Excusas.
Aunque si lo pienso bien, tiene razón. No la tomarán encerio.
—Dejame salir de la partida y bajo a cocinar algo ¿vale? —ofrezco mirando hacia el reloj colgado arriba de la puerta de mi habitación. Ya va a ser hora de cenar, eso explicaría su hambre repentino.
No responde. Eso es un "Ok" indirecto. Buena señal.
Como dije, guardo y salgo de la partida, diciendole a mi grupo que volveré más tarde. Después de despedirme de todos, salgo de mi habitación con rumbo a la cocina. No me sorprende cuando al llegar Adela ya esta sentada en la mesa.
Ella tiene un hoyo negro por estómago.
Se preguntarán, ¿y tus padres? ¿dónde están? ¿por qué estás sola con tu hermana?
La repuesta es: sí estoy sola con mi hermana.
Tengo 20 años, edad suficiente para tener la custodia de Adela. Aunque tuve que batallar mucho para conseguirla. Pues se necesitaban ciertos requisitos para que aceptarán que me quede con ella.
Antes de cumplir la mayoría de edad, vivíamos con unos tíos que vienen por parte de mi mamá. Nos cuidaban únicamente para guardar las apariencias con el resto de las personas, no querían que los tacharan de insensibles. Además que se la pasaban diciendo que ellos eran personas maravillosas, y muy humanitarias. Cuando la verdad es otra.