Detrás de la máscara rota

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Mis amigos se mantienen estáticos en sus sitios, bajo mi penetrante mirada. Yo sé que aunque sus ojos estén sobre mí, sus mentes están divagando en otro sitio, tratando de procesar lo sucedido hace unos instantes.

En un principio mi iris solo cambiaba de color cuando mi mirada se encontraba con la del chico enmascarado. Era un cambio inconsciente, instintivo. Yo creía, ilusamente, que si cerraba los parpados y los presionaba con fuerza, al abrirlos él ya no estaría ahí. Pero seguía estándolo. ¡Y no solo eso! Cuando abría los ojos, éstos dejaban de ser grises y se volvían purpuras. El mismo tono de purpura que tiene el aura que rodea, no solo al espíritu, si no que a cada grieta de su máscara.

—Alek, estás parado delante del rey de las bromas, ¿en serio creías que no notaría que te colocaste lentes de contacto? —ríe Abner, pero no es una risa cualquiera; es una risa nerviosa, una risa que en realidad no es una risa, que realmente es un grito de espanto oculto detrás de ella.

Sin embargo, Enzo y Kilian no se unen a su risa. Ellos simplemente me miran con aquella expresión que no soy capaz de comprender, pero que se siente como una puñalada al corazón. Se siente... Se siente como si ellos realmente hubieran notado lo demente que estoy.

Abner deja de reír lentamente, reemplazando su sonrisa por un semblante preocupado.

Luego de unos minutos de silencio, es Kilian quien empieza a reír.

—Maldición, Alek, realmente creía que estabas loco —admite, entre risas.

Mierda.

El hijo de puta sostiene con fuerza el cuchillo que atraviesa mi pecho y lo gira, lo hace lenta y cruelmente.

Si yo reconozco que soy un desquiciado, está bien. ¿Pero oír esa palabra salir de la boca de uno de mis mejores amigos? Eso no está bien... Eso no está para nada bien.

Muerdo mi labio inferior con fuerza, desviando la mirada hacia mi derecha, en un intento de ocultar las lágrimas que amenazan con escapar de mis ojos. No quiero exponer mis sentimientos de esta manera.

«—Que lo que te digan no te afecte, Aleksy —articula el espíritu, con la inútil intención de consolarme —, tú no estás loco, ellos están demasiado cuerdos.»

—Cierra la boca. Eres... Eres pésimo consolando —murmuro.

Creo que todo esto fue un error. Tal vez sea mejor comenzar a reír y hacerles creer que solo se trataba de una broma. Una broma de muy mal gusto.

«—¡Que ni se te ocurra! —grita, consiguiendo que me exalte y voltee a verlo —. Te conozco desde que naciste, Aleksy. Reconozco esa expresión que se apropió de tu rostro —dice —. No te eches atrás, ¡te lo ruego! De ti depende mi vida... Bueno, mi muerte. Si ustedes no me ayudan, nadie más podrá hacerlo, y estaré atrapado en un mundo que no es el mío durante toda la eternidad»

¡Já! ¿Realmente cree que eso me importa? Me importa más la mirada que tengan mis amigos sobre mí, que la condena de alguien que ni siquiera está vivo. Prefiero que él jamás encuentre el descanso eterno, en vez de condenar mi propia vida.

«—Recuerda que si no me ayudas, mi presencia te atormentará hasta que la muerte decida llevarte también... Y si me ayudas, nuestro vinculo se romperá y podrás ser ese adolescente común y corriente que tanto deseas.»

Me pregunto si era abogado antes de fallecer.

No necesito considerar si ayudarlo o no, ¡se trata de una vida común y corriente! No voy a negociar eso, ¡es lo que siempre soñé! Y ahora que puedo tenerlo, ¿realmente me negaré por miedo al rechazo? Es decir, Abner, Enzo y Kilian son mis amigos desde que tengo uso de la memoria, ellos estarán a mi lado pase lo que pase... ¿Verdad?

«—Tócame, Aleksy —susurra en mi oído —. Solo debes tocarme para demostrarle a esos incrédulos que no eres un demente, que yo soy real... Yo soy real, Aleksy»

¿Y si solo eres real para mí?

Se me eriza la piel de solo pensar que mi mano roza el frío de su alma. Conozco esa sensación; conozco esa frialdad, porque ya la había sentido antes. Yo era un niño iluso que se había preguntado que qué pasaría si acortaba la distancia entre nosotros, y lo hice, pero jamás obtuve la respuesta, porque no soy capaz de recordar lo que sucedió en ese momento. Lo único que recuerdo es el vacío que se había apoderado de mi pecho.

 ¿Qué más da? Sigo siendo el mismo niño iluso de antes, aunque un poco más perturbado.

Sin pensarlo dos veces, para evitar arrepentimientos, giro sobre mis talones y comienzo a caminar en dirección a la entidad, quien se había alejado de mí.

—¿A dónde vas, Alek? —pregunta Kilian, en un hilo de voz.

Hacia nadie, Kilian, estoy yendo hacia nadie... Creo que empezaré a referirme al espíritu de esa manera: Nadie. Él es nadie para el resto de las personas, pero para mí es Nadie.

Cuando me encuentro a tan solo tres pasos de Nadie, extiendo mi brazo en su dirección, levantando mi dedo índice, permitiendo que éste se encuentre con su exánime piel. Una corriente de electricidad se entromete en mi mano, subiendo hasta mi hombro y recorriendo cada rincón de mi cuerpo. A su vez, un potente haz de luz provoca que la visión me abandone, mientras una fuerza superior a mí me eleva sobre el suelo y me lanza con furia a otro rincón de la habitación, provocando que impacte contra una pared.

Inhalo y exhalo durante varios segundos, sintiéndome debilitado, y abro los ojos, encontrándome con la vista de Nadie puesta sobre mí, del otro extremo de la sala. Podría jurar que me sonríe detrás de su tenebrosa máscara. Desvío la mirada hacia mis amigos, quienes están demasiado concentrados mirando con asombro a Nadie... ¡Están mirando con asombro a Nadie!

Y, antes de poder reclamarles por no creerme, aquella fuerza superior impacta mi cabeza contra la pared, otra vez, y esa potente luz regresa, penetrándose en mis ojos y haciéndome alucinar... O recordar. 



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En el texto hay: espiritus, amor, amistad

Editado: 22.04.2020

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