Di Te Odio

Capitulo 01

No me estaba creyendo nada lo que estaba pasando, mi hermana había huido con otro hombre y ese hombre resultaba ser mi novio, lo que estaba pasando era surrealista, se suponía que hoy era su boda.

— ¿Dónde está tu hermana? —miré a mamá.

— ¿Tú crees que yo sé dónde está mamá? ¿Tú crees que si supiera dónde está estaría aquí sentada? No eres la única que está molesta, ha huido se ha ido se suponía que era mi hermana y termina haciéndome esto —mamá simplemente rodeó los ojos y salió de la habitación.

Salí detrás de mamá sin entender que iba a ser, la familia de ese hombre estaba furiosa, no paraban de ir de un lado a otro, de gritar, de decir cosas de mi hermana, que la verdad tenían razón.

— ¿Díganme Karia y Zam que haremos ahora? —mi madre se mantuvo en silencio y dirigió su mirada hacia mí.

— Ella, Odeliah tomará su lugar —le dio un paso hacia atrás.

— ¿Qué estás diciendo mamá? ¿Qué qué tontería es esta? —iba a volver a la habitación pero mamá me sostuvo fuerte del brazo.

— Lo que oyes Odeliah, vas a tomar tú el lugar de tu hermana —intenté soltarme pero ella me agarró más fuerte.

— Pues así será tu hija se casará con mi hijo y cerraremos el trato —logré soltarme del agarré de mamá, pero me quedé allí parada sin saber qué decir ni a dónde ir, simplemente dejé salir las lágrimas de mis ojos.

Estaba flipando en serio, no entendía nada de esto, solo tenía veinte años y mamá me iba a obligar a casarme con un hombre que no conocía, un hombre que se suponía que iba a ser mi cuñado.

— ¿Mamá en serio me vas a hacer pasar por esto? —ella me colocó el velo.

— son veinte mil millones de dólares Odeliah, entra a esa iglesia, sube a ese a ese altar y sonríele a tu futura esposo y di que sí —no sabía qué hacer si huía como mi hermana, papá y mamá terminarían en la quiebra pero quedarme tampoco era otra opción, entonces solo seguí con esto y caminé hasta la iglesia.

Allí me paré en la puerta y sostuve fuerte el brazo de papá él me pidió perdón una y otra vez, desde siempre mamá era la que mandaba si mamá decía algo había que hacerlo tal y como ella decía ni papá ni nadie nunca podría ponerse en contra de ella. Al entrar a la iglesia todos se quedaron mirando y sonriendo los únicos que sabían lo que había pensado eran mis padres yo él y los padres de él veía el odio y la furia en sus ojos estaba asustada que me pasaría a mí por culpa de mi hermana todo ahora era incierto.

— Estamos aquí para unir en sagrado matrimonio a Odeliah Battlerforce y a Asael Moonworm —mi cabeza era un lío en ese momento lo que salía de la boca del padre me parecía absurdo yo no lo amaba él a mí tampoco este lugar lo tenía que ocupar mi hermana no yo.

— Odeliah, Odeliah ¿Aceptas en sagrado matrimonio a Asael Moonworm? —lo miré fijamente antes de contestar.

— S-sí Acepto —Asael me miraba con una cara de despreció y asco, como si todo lo que estaba pasando era culpa mía.

— Y tú Asael ¿Aceptas en sagrado matrimonio a Odeliah Battlerforce? —él me observó en silencio antes de volver a mirar al padre y contestar.

— Sí acepto —y aquí es donde empieza mi linda y estúpida historia.

Después de la ceremonia todo el mundo empezó a despedirse de nosotros, besos por aquí, felicitaciones por allí, nadie se había enterado de lo que había pasado.

Sentía la mirada de Asael, sentía como me miraba con asco y con desprecio, iba a pasar mi luna de miel con él y esto sería un infierno para mí, lo sentía, sentía que esto iba a ser lo peor.

Todos terminaron de despedirse, yo me despedí de papá y de mamá en serio no se porque ella me hizo esto a mí pero en esta casa lo que yo decía nunca importaba y menos ahora. Subí al auto sin decir nada más y detrás de mí se subió Asael.

En todo el camino nos mantuvimos en silencio él no decía nada y yo sentía que se hablaba y empeorar las cosas.

— Para aquí —me miré de reojo sin entender nada.

— ¿Pasa algo señor? —sentí como su mirada se posó sobre mí.

— Todo esto me lo vas a pagar —él me agarró fuerte por la mandíbula y me acercó a él.

— Suéltame me haces daño —él apretó más fuerte mi mandíbula haciendo que salieran lágrimas de mis ojos de dolor.

— Sal del coche —negué.

— ¿Qué? —él se bajó y se dirigió hacia el lado de mi puerta la abrió y me jaló fuerte del brazo tirándome al suelo.

— De aquí caminas tú solita hasta la casa —no entendía qué coño estaba haciendo, pero antes de poder decir algo él subió al coche y arrancó alejándose de mí.

Empezó a llover, el vestido empezó a mancharse con el barro yo no entendía nada, empecé a llorar, me levanté y sin saber que hacer emprendí rumbo hacia su casa.




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