Dulce Tormento

Adiós querida

Lee voló con rapidez a donde estaba su madre, por todo el camino maldijo que no sucediera algo malo, al llegar contemplo su miedo,  el cuerpo de su madre había cambiado, se veía más delgada, hasta el punto de notar sus huesos, su piel pálida como la nieve. Las lágrimas salieron a montón, se postró al nivel de poder abrazar a su madre.

— Te vez hermosa cariño—. Decía con dificultad su madre, pues solo le quedaban pocos minutos de vida. Lee no podía creer que el tiempo que dedicó a crear un ambiente perfecto para vivir junto a su madre habría sido en vano. Todo tirado a la basura.

— Por favor no me dejes mamá —. Hina observó como aquel pecado se había convertido en una bella mujer que sabía como protegerse, que viviría como quisiese y tomaría un distinto camino al suyo.

—Cariño yo nunca te dejaré, recuerdas ese día caluroso en el que pasábamos mirando al cielo. Te dije, que ahí donde el hermoso color azul resalta y las nubes eran esponjosas... Estaría viéndote con una sonrisa —. Lee sostuvo con firmeza su mano y plantando le un tierno y delicado beso, el alma de su madre abandonó su cuerpo.

Lee se destrozó completamente, su motivo había sido arrebatado por aquel reloj de vida que tenían los humanos. La muerte era la salvación para muchos humanos que no deseaban aver nacido en esa época y para otros era el lugar perfecto para proteger a sus amados. Jock estuvo con ella en todo momento del funeral, al ser de un alto rango no tenía problema alguno en ausentarse un par de días.

Aun pasado los días, la capitana seguía con los ánimos bajos, regresó a la militarizada  y afrontó su duelo, no mostraría debilidad dentro del lugar pero muy en el fondo  de su corazón no deseaba nada. Los planes estaban tirados a la basura, ya no quedaba nada que hacer. ¿Qué sería se su futuro? ¿Cuales serían las palabras que pondría en el reporte que entregaría para asignar la decisión a su futuro? Si la cálida persona que esperaba por ella ya no estaba.

Estaba tan metida en sus pensamiento que sin darse cuenta caminaba por los campos de entrenamiento, aquellos donde los soldados mostraban las habilidades de su don. Los gritos hacía la capitana aumentaban, pero esta no vio venir un rayo que estaba dirigiéndose a su hombro derecho que la derribó en segundos.

El estrés hizo que se desmayara en segundos. Soldados y médicos corrieron a ayudarla, al que había cometido tal delito lo tomaron y encerraron para después ser juzgado una vez que la capitana esté en condición.

La pérdida de sangre aumentaba, los híbridos por suerte no necesitaban del consumo de sangre humana para vivir. Mantenian una dieta estricta de sangre animal y comida humana, pero Lee era la excepción. Su ciclo de sed había sido alterado.

La madre de Lee los primeros años acostumbraba combinar la sangre animal con la suya, al principio dio resultado, pero conforme su crecimiento Lee enfermaba al no ser compatible a la sangre animal. La sangre de Hina no era suficiente, debía buscar la manera de alimentar a su hija.

Una noche alguien tocó a su puerta, al abrirla Hina observó una bolsa misteriosa, nadie estaba cerca para saber quién la había dejado, la noche era demasiado negra y la gran luna estaba cubierta por nubes evitando la visibilidad. Se adentró con la bolsa y en ella estaban pequeñas bolsas de sangre, con desconfianza y desesperada por buscar una salvación, dió de beber a su hija.

A la mañana siguiente la pequeña Lee estaba como nueva, Hina estaba feliz por su recuperación, pero le parecía extraño que alguien deseara ayudarla. Sospechaba de su amado Ino, pero ella sabía que la creía  muerta, los ancianos no darían reconocimiento a su hija pero desde ese día, cada vez que la pequeña estaba en su ciclo de sed la puerta era bendecida.

Hina y Nina eran tan buenas amigas que era la única que conocía su secreto, por ello Jock sabía que hacer, así que se puso a cargo de la recuperación de Lee. A escondidas de todos, Mila se infiltró en la habitación de Lee para sanar sus heridas, como agradecimiento por todas las veces en la que Lee hace algo por ella, pero fue ahí cuando supo su secreto.

Lee se mostraba diferente a como la conocían, su piel se volvió más gruesa y agrietada. El color de sus ojos era más oscuro que la noche, Lee balanceo su cuerpo al de Mila, al ser una humana ocasionaba un desequilibrio hormonal en ella, hombre o mujer los vampiros eran capas de embarazar a los humanos, en especial los sangre pura. Por tal razón es que existían tantos híbridos. Al darse cuenta de quien era, se alejó de Mila tratando de protegerla.

—Vete, no deberías haber entrado. Podre lastimarte si no te vas.—Mila no comprendía porque no podía escapar, porque no le temía a aquel demonio de grandes colmillos que estaba por perforarle el cuello.

Se acercó con lentitud a Lee y dijo —Yo no te tengo miedo—. Lee intentó convencerla pero ella insistía en quedarse. El rostro de Mila no mostraba odio, mucho menos terror. Lee optó en explicarle lo necesario. Palabras como "Tu sangre es un peligro para mí, si no te alejas podre asesinarte" Mila no entendió nada y cortó su brazo, la perdida de sangre estaba afectando a Lee que hizo que se balanceara nuevamente advirtiéndole las consecuencias de sus actos. Pero a Mila no le importó, estaba lista para abrazarla.

Con precaución de no asesinarla, Lee succionó hasta estar satisfecha. Jock las observaba desde las sombras, sabía que tarde o temprano eso pasaría, la mala decisión de Lee estaba llevándola a cometer errores. Tomó el cuerpo de Mila para llevarlo a su habitación mientras estaba desmayada, por suerte la herida estaba curada debido a su don. Lee estaba consiente cuando Jock entró, reconocía que después tendría una charla larga con él.




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