Reino Clope
(Hace 5 años)
El Reino Clope, el inicio de las guerras. Este reino carecía de humanos, aquellos pocos que estaban cumplían con las normas que se les asignaban. No existía la prostitución, vivían de manera oculta pero los vampiros los respetaban, inclusive los admiraban ya que eran una rareza en ese tiempo.
A medida que pasaban los años, los vampiros optaron a crear relaciones con la nueva especie, progenitando hibridos con dones especiales. Al Rey no le importaba que sus súbditos crearan una nueva generación, mientras cumplieran con la entrega de sus cuotas para no bajar su riqueza.
El no tener leyes para los híbridos causó un desastre en el reino, los ancianos se enteraron de su falta de seguridad. Advirtieron al Rey que tenía que separar a los humanos de los vampiros, si lograban crear una sociedad de hibridos podrían empeorar a los demás reinos.
El Rey no acató las órdenes que se le habían advertido, por lo que inició una guerra. La ciudad fue bombardeada para ser borrada del mapa, muchas almas inocentes fueron borradas de la historia. Entre ellas la familia Hudson.
Una pequeña niña nacida entre un emparejamiento entre un humano y un vampiro, su familia estaba constituida por sus dos hermanos mayores y sus padres. Había nacido sin los dones de sus hermanos, así que desde lejos podía observar la pequeña población de hibridos.
Le encantaba que en los festivales del reino fueran adornado de hermosas luces, por las noches disfrutaba de los fuegos artificiales que enbellecian el cielo estrellado.
Adoraba estar con su familia, a pesar de que era la única de sus hermanos sin un poder especial, era feliz. Hasta que lo trágico pasó.
El bombardeo arruinó todo lo que conocía, sus amigos estaban bajos los escombros, uno de sus hermanos murió por el fuego. Su querido padre murió durante el bombardeo.
Solo quedaba su hermano y su madre, todos corrieron a buscar refugio, pero nada era seguro, aquellos que comenzaron el ataque se estaban encargando de no dejar a nadie vivo. La ciudad estaba en llamas, el Rey había muerto, colgaron su cabeza en uno de los estandartes por no seguir las órdenes.
Fue una noche dura para los pocos sobrevivientes que aún quedaban, el ejército inició una búsqueda de sobrevivientes, tenían órdenes específicas de asesinar a los humanos y vampiros, así como encerrar a los híbridos para su reclutamiento.
Los gritos de madres exclamando piedad atormentaban a lo que quedaba de la familia, tarde o temprano serían los próximos en ser separados, la madre de la pequeña se sacrificó por sus únicos hijos.
Le dio órdenes al hijo mayor y salió para distraer a los soldados permitiéndoles huir. La pequeña lloraba en silencio rogando que su madre no se apartara de ella. Con un tierno beso despidió a ambos.
Se tomaron se la mano y salieron corriendo de su escondite, pudiendo escapar de los soldados, se adentraron a un bosque cercano y borraron su rastro. El mayor tenía un don, magia pero debido a que no recibió educación para controlarlo, le era difícil hacer conjuros para protegerse.
Corrieron lo más rápido que pudieron, estaban tan cansados que la falta de aire les cambió de color.
— Vamos, tenemos que seguir.—Dice el chico intentando cuidar a su hermana.
— No puedo, ya no puedo más. Mamá no está, todo se acabó.—La pequeña se estaba rindiendo, no soportaba el infierno que vivía. Su hermano solo pudo abrazarla y pensar en un conjuro adecuado para correr más rápido, tenía que protegerla, no se podía rendir ahora.
Su poder tomó parte de su vida, debido a la falta de control, su cuerpo estaba debilitándose. La militarizada no solo les daba disciplina si no que los capacitaba para poder controlar todo su poder y que su cuerpo no explotase. Cosa que el reino no disciplino y terminó condenandolos a una muerte cruel.
Cuando el chico tuvo la confianza de saber que no los seguían llegaron a un pueblo poco habitado de humanos, cuando notaron las ropas de los pequeños rápidamente los ayudaron.
Una mujer tomó a la pequeña para dejarlo descansar, cuando por fin supo que estaría bien, él se desplomó, calló inconsciente. La mujer se llevó a la pequeña para saber su estado.
Limpio su cuerpo y no había rastro de heridas, solo polvo encima y restos de hojas de árboles. El que si estaba mal era su hermano, cuando un curandero vio su estado, supo que no viviría mucho. Su poder estaba consumiendo su alma.
— No por favor, no me dejes tu ahora.—Exclamó la pequeña mientras golpeaba su hombro.
— Mila, estas en buenas manos. Ellos te cuidarán y te darán la vida que te mereces. Además yo no me iré, te cuidaré al lado de papá, mamá y Jackson, te cuidaremos desde arriba.
— No, no quiero esto. ¡Tu le prometiste a mamá que estarías conmigo! Eres un mentiroso que no cumple sus promesas.
— Si quizás eso soy, un mentiroso. Pero te traje a un lugar donde no volverás a sufrir, donde te enseñaran eso que nosotros no pudimos. Vive, enamórate, se feliz hermana.—Mila lloró a mares esa tarde, toda su familia había muerto por ese trágico accidente. Golpeó el cuerpo de su hermano durante varios segundos reclamandole el porqué se iba. La mujer que la había limpiado la alejo de su cuerpo, Mila abrazó con fuerza su cuello, necesitaba el calor de madre.
Ese día Mila tuvo fiebre toda la noche, el estrés que experimentaba se había manifestado de tal forma. La fiebre no bajó pero despidió a su hermano, la mujer le dijo que si plantaba una semilla esta crecería y sería un gran matorral de flores hermosas, donde siempre debería cuidarlas, como muestra de amor puro.
Mila quedó al cuidado de esa mujer que se llamaba Louren, ella era esposa de uno de los pescadores del lugar, tenía dos hijos, uno mayor de aproximadamente 18 años y uno menor de 8 años al igual que ella.
Al principio le fue difícil de adaptarse, casi no comía ni hablaba. Su rostro era serio, no sonreía ni mucho menos se enojaba. A Louren le preocupaba que la tristeza acabara con su vida. Ella se ofreció voluntaria a cuidarla, pues era la única a quien Mila le permitía acercarse.
Por las tardes Mila se escapa para llorarle a su hermano, siempre visitaba su tumba, le contaba que vengaria la muerte de su familia. No sé quedaría de brazos cruzados. En uno de sus escapes se topó con Matius, el niño solo se quedó sorprendido del verla llorar, jamás mostraba esas caras en casa.
— Vaya, así que no eres una muñeca.—Dijo sorprendido mientras que Mila salía corriendo a casa. Después de eso jamás regresó al lugar, pues cada vez que intentaba marcharse Matius la seguía, quería confirmar si no era falso lo que había visto el otro día.
— ¡Ya deja de seguirme!—Exclamó molesta a Matius.
— Lo siento, es que quería ir contigo.
— ¡Para qué! Aléjate de mi, me molesta que me sigas.
— Pero yo quiero estar contigo, mamá me dijo que cuando una niña llorara debería darle mi calor y protegerla.
— ¿Qué?
— Si, mira. Mamá me contó que debo ser cuidadoso con ellas, que pueden ser frágiles y llorar. Que lo único que puedo hacer es darles mi mano.
— ¿Mano?
— ¡Si mano! ¿O era hombro?—Dice confundido. A Mila le pareció graciosa la cara de Matius que empezó a reír.
Matius no entendía lo que pasaba, pero sabía que estaba cumpliendo la promesa que a su madre hizo, ahora debía hacer el segundo paso.
Conforme los días pasaron Mila se abrió a Matius, lo dejó acompañarlo a la tumba de su hermano, regó la semilla como de costumbre y le presentó al nuevo amigo que tenía.
Mila estaba aprendiendo a sonreír y comunicarse con su nueva familia, así mismo la semilla comenzó a crecer. Mila creció a la imagen de su difunta madre, era una de las bellezas en el pueblo. Pero pronto partiría a su nuevo futuro.
Le explicó a Louren que cuando cumpliera 18 años se iría del pueblo, quería unirse a la militarizada y hacer justicia con su propia mano. Louren no se negó a dejarla ir pues necesitaba terminar esas cargas que había dejado inconclusas.
Y así partió al Reino cercano, al entrar tarde sus entrenamientos fueron más estrictos, se le inyectó un don el cual aceptaría su cuerpo. Logró ir a guerras y regresar intacta, era una de las mujeres cotizadas en el cuartel. Pidió su traslado para así mejorar sus habilidades, fue ahí cuando conoció su primer amor.
Una mujer hermosa y ejemplar para todos, una que no necesitaba una corona para gobernar un reino, ella con su dotes le era fácil poner a los hombres bajo sus pies.
Creía Mila que sería difícil acercársele pero se sorprendió al darse cuenta que era Lee quien pedía su ayuda. No dudo en aceptarla y se unió a su equipo, uno donde ya estaban dos hombres. Jamás pensó que llegaría tan lejos con esa persona, su relación amorosa estaba siendo bendecida o quizás perjudicada.
CONTINUARÁ...
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Editado: 01.08.2020