Dulce Tormento

No más secretos

—Te lo dije, no debimos confiar en esa idiota —balbucea un hombre al fondo de la habitación. Todos en el lugar parecían molestos.

—Fue un error el darle esa misión a una psicópata. 

—Concuerdo con usted mi Rey, pero el usar como señuelo a esa mujer, nos brindó la posibilidad de darnos cuenta de algo.

—¿Ah si? Hable claro Príncipe.

–La mujer que protegió a Michael, el tenerla cerca pude percibir algo diferente a un híbrido. Debemos considerar el tenerla bajo la mira —responde en tono serio.

—Si así lo informa, seremos su sombra. No permitiremos que otro error se cometa. Michael debe morir antes de la coronación —finalizó uno de los hombres golpeando su escritorio. 

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Después del incidente, a todos se les investigó su último conjuro, ya que se sospechaba que la mujer no estaba sola. Una vez analizado a los invitados, se les permitió regresar a su lugar de origen. 

Los compañeros de Lee e Ino se quedaron para saber la situación de esta, pues Jock seguía encerrado en la habitación de Lee.

A todos se les informó que no podían acercarse al lugar, no entendían las razones pero respetaban las órdenes de Jock, con excepción de algunos. Michael estaba muy impaciente, quería entrar a esa habitación y ver a su amada. No podía estar tranquilo a las palabras de un hombre que hace pocos minutos conocía.

Cuando intentó entrar a la habitación, Jock salió a dar la cara. Ambos se vieron de reojo molestos.

—Disculpe majestad, pero me temo que no puede entrar a la habitación. En este momento es peligroso para usted —dice Jock con voz recta.

—No tengo porque escucharte, necesito estar con ella —alega intentando quitarlo de la puerta pero este estaba más duro que una roca.

Aunque nadie lo entendiera, debían alejarse. Jock sabía el secreto mayor que Hina había confesado a la familia, así como le hizo prometer que él la cuidaría y no permitiría que nadie se le acercaría en esos momentos.

El ministro tuvo que interferir en la discusión, Michael se negaba a entender las palabras de Jock. Stephan lo golpeó dejándolo inconsciente, no estaba pensado en el bienestar de a quien llamaba amada. 

Después de despertar, Michael estaba más tranquilo. El dormir le hizo pensar bien las cosas, estaba siendo egoísta al no permitir descansar a Lee. Arregló su traje y se encaminó a los calabozos, ahí estaba esperando la culpable.

—Michael, viniste a rescatarme. Quítame las cadenas para poder abrazarte —deleita la mujer

—¿Quién te envió?

—De que hablas mi Príncipe, yo lo hice por amor.

—¿Amor? ¡Llamas el asesinar a alguien amor! —rechista Michael viéndola con odio. 

—¿Qué sucede Michael? Porque me miras así. Estas dejando de sonreír, ¿por qué lo haces? —lloriquea intentando tocarlo.

—Encárguense de que ella y sus cómplices paguen su delito.

—¡No! ¡no! ¡Michael! ¡Michael! 

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Dentro de la habitación de Lee las cosas no estaban tranquilas, ella luchaba con el mayor dolor de un vampiro; el ciclo de sed. Jock se había encargado de encadenarla a su cama, le quitó el collar ya que este podía dañarse pues no era útil en estos momentos.

El líquido que había sido inyectado no era más que un acelerador de ciclo, en el cuerpo de Lee era miel sobre hojuelas, al estar cercana a su fecha, esto solo hizo que empeorarán las cosas. El tranquilizante que Jock había creado no era suficiente esta vez. 

Lee se retorcía por la cama deseando ser liberada y enterarle los colmillos a alguien. Su aroma era tan intensa que tuvieron que conjurar su habitación, si Michael entrará posiblemente su ciclo llegaría. 

Michael podría cometer un error al estar cerca de una sangre pura, pues el grado de fertilidad estaba por los cielos, cometería el error que los padres de Lee tuvieron. 

Las horas pasaban y el ciclo continuaba, Lee sufría sola sin una pareja. Michael estaba desesperado, quería ser justicia por su propia mano, pero no podía hacerlo ya que la culpable era hija de uno de los Reinos vecinos, la investigación debía llegar a fondo.

Bien dicen que no todos suelen acatar las órdenes que se les asignan, pues este será el caso de una de las mucamas de Lee. A media noche del segundo día en el que estaba encerrada, Moli entró a la habitación.

Caminando a la cama de Lee, el dosel estaba cubriéndola dejando ver solo la sombras de ella. Mientras más se acercaba más curiosidad le daba.

Al mover el dosel para ver a Lee, se quedó inmóvil, Moli no sabía si sentía miedo o lastima. Solo podía ver como un hermoso demonio estaba postrado en la cama, sus ojos eran diferentes a lo que acostumbraba, en su cabeza tenía dos grandes cuernos que tenían un pequeño dobladillo en la punta. 

Moli intentó tocarlos pero la reacción de Lee fue la esperada, los gritos de la mujer se oyeron desde el principio al final del castillo. Todos corrieron a la habitación de Lee preocupados, al llegar se dieron cuenta de lo que ocultaban.

Lee estaba succionando todo el néctar de la mucama, al notar la presencia de los demás, arrojó el cuerpo de la mujer a uno de los rincones de la habitación. Las cadenas se rompieron, sus alas salieron. 

Jock vio las intenciones de Lee y ordenó que alejaran a Michael. Hank tomó a Moli llevándola a un lugar seguro. Antes de alejar a Michael Lee sacó a todos de la habitación. Solo quería al otro sangre pura que estaba llamándola, el instinto bestial le exigía no alejarse. 

Michael por otro lado estaba impaciente, no podía moverse. Desconocía el poder que Lee estaba ocultando todos estos meses que estaban juntos. 

Lee se acercó lo suficiente a Michael para poder succionar su néctar, aunque ellos no lo producían, el estar dos sangre pura destinados les permitía alimentarse mutuamente sin la necesidad de otros. Michael no se podía contener más, no podía aguantar el tenerla frente a frente. 

Las uñas de Lee eran tan afiladas que logró cortar parte de su vestimenta y debajo de esta.

A milímetros de marcarlo como su propiedad, Lee calló inconsciente. Pues Jock había entrado rompiendo la puerta, además le inyectó la nueva dosis que había creado.

Posiblemente si Jock no hubiese entrado, Michael se convertiría en un vampiro completo. Jock colocó el cuerpo de Lee de vuelva en cama, esta vez dormiría como un angelito, ya no causaría problemas. El tranquilizante estaba finalizado, esta vez era extrema la dosis por lo que duraría un par de días en estado de coma. 

Ahora más que nunca Michael entendía porque debía alejarse, conocía una nueva etapa de aquella bella mujer, ¿le temía? ¿La odiaba por mentirle? Por supuesto que no, la amaba aún más.

CONTINUARÁ...
 




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