Dulce Tormento

Momentos incómodos

Los entrenamientos comenzaron de manera estricta, cada Capitán mostraba sus habilidades adquiridas por su maestro, todos llegarían a un puesto muy alto si se lo proponían.

Francis era uno de los preferidos en el instituto, después de el gran espectáculo su popularidad llegó a todos los rincones del lugar. Cada mañana muchos estudiantes se acercaban a él con distintos propósitos; unos al intentar iniciar una amistad, pero otros querían manchar su imagen.

La envidia de muchos ocasionaba indiferencia entre los internos. Pero a él eso no le importaba, siempre mostraba una cara seria, no le interesaba el formar un lazo con alguien de su alrededor. Estaba tan metido en el entrenamiento de Lee, que esta se sentía como mamá de los pollitos.

Francis siempre seguía a Lee, adonde quiera que fuese. En muchas ocasiones lo llegó a comparar con actitudes de sus demás colegas. 

Los entrenamientos eran cada día más intensos, al terminar por completo el invierno las probabilidades de ataques entre los demás reinos aumentaba. 

Al incrementar la carga de trabajo, Lee estaba cada vez mas ausente en el castillo. Michael tenía un horario muy estricto pero sentía que los últimos días Lee estaba más ausente que de costumbre. 

Recordaba el como paso de estar horas y horas juntos, al solo verse durante la noche y hablar un par de minutos antes de que cayese Lee dormida. 

Michael sentía cada vez más lejana esa fecha prometida por su amante. Debía comprender que la existencia de un hijo podría no ser próxima, además no sabían como Lee reaccionaría. Su cuerpo era diferente a las demás sangre puras, su poder estaba por los cielos. ¿El bebé se desarrollaría bien?, ¿ocuparía todo su mana? El llevar en su vientre al heredero podía complicarle las cosas. 

—Deberías dejar de ser egoísta, ella no esta lista ahora —rechistó corrigiendo sus deseos—, debo darle mi apoyo y no exigirle cosas que no serían buenas. 

Philip que se la pasaba junto a él en momentos donde Lee estaba ausente, podía notar ese cambio en sus amigo. Estaba cada día más hundido en su trabajo, algo le estaba preocupando.

—Michael, suelta tus verdades —exclama sentándose frente a él.

—No se de que me hablas. Deberías dejar de consumir alcohol en horas de trabajo.

—Anda vamos, soy muy profesional en mi trabajo —Michael paró sus deberes y lo observó descaradamente—, esta bien lo acepto. A veces suelo tomar una copa para alegrar mi ánimo. ¡Pero aquí el problema no soy yo! Tu larga cara me amarga mis mañanas, ¡habla ahora o calla para siempre!

—Si no te digo vas a insistir todo el día, ¿cierto? —Philip asiente con la cabeza—. Veamos, ¿cómo te lo explico? Digamos que últimamente la ausencia de mi pareja me pone de malas.

—Oh ya entiendo, te refieres a que no has cumplido tus deseos sexuales debido a que tu queridísima esposa trabaja todo el tiempo y no esta interesada en tu masculinidad —eso último le llego al ego.

—¡Jamás dije que no le interesara!

—En efecto, pero que otra cosa no pondría mal a un hombre. En especial al virgen que está en pleno desarrollo. 

—Definitivamente no era correcto hablar de esto contigo.

—De hecho hiciste bien. Deberías expresar esos sentimientos con tu pareja, que no se supone que por ello hicieron un pacto. Al ser uno en cuerpo y alma deberían ser sinceros ambos. En especial tú que pareces el más afectado.

—Hasta que usas la cabeza, Mr. Idiota —Michael sentía que las palabras de su amigo eran un buen empujón para hablar nuevamente con Lee. Quizás ella estaba sintiéndose de la misma manera. 

~~~~~~~~~~~~~

Pasando la media noche Lee llegó a la habitación, esta vez se había demorado debido a los últimos registros que aceptaría en su institución. Ya no tendría problemas con los demás cuarteles pues ya estaba registrado a nivel mundial. 

Cuando entró, notó la ausencia de Michael, cuando llegaba a la misma hora este siempre estaba dormido como un hermoso angelito. 

Después de tomar una ducha tomo una toalla cubriendo su esbelto cuerpo, sus músculos se habían relajado, tanto que si tocaba la cama caería como costal de harina. 

Los días habían sido muy tensos. Debía hacer distintos sacrificios en su vida para obtener buenos resultados. Tan pronto colocó su pijama, tomó una taza de té saliendo al pequeño balcón de su habitación. El cielo estaba despejado, la primavera pronto llegaría y posiblemente sus cosechas estarían listas. 

Mientras disfrutaba del paisaje, sus hombros fueron cubiertos por unos grandes brazos. Al notar en su dedo anular el anillo de compromiso disfrutó de ese cálido cuerpo. Hacía mucho que no gozaba de esa fragancia corporal de su amado.

Tiró de su brazo ocasionando inestabilidad en el cuerpo de Michael, Lee se hecho a reír aplicando más fuerza para tirarlo al suelo. Pero no contó con que este la tomaría de la cintura. Ambos cayeron riendo un par de segundos. 

Sus miradas se desviaban a los labios de ambos. Lee aprovechó la oportunidad y le robó el primer beso. Su sabor era amargo, parecía haber tomado una copa antes de llegar a la habitación; un vino bastante añejado y con distintos toques frutales. 

Michael extrañaba esa sensación, sus labios eran mojados. Su sabor dulce por el té que estaba bebiendo. La vista desde abajo dejaba notar aquella curva que formaban sus atributos.

—Tsk —rechistó intentando no excitarse. Tomó nuevamente los hombros de su mujer para poder ponerse de pie. Aún eran épocas heladas, el estar tanto tiempo afuera podía ocasionarle un resfriado a Lee.

Al intentar ponerse de pie, Lee se hace la difícil. Sus brazos rodeaban la cintura de él sin despegarse de su torso. 

—En verdad extraño tenerte cerca —susurró a manera que él pudiera entender. 

Pocas veces Lee decía sus sentimientos, esos momentos eran únicos y valiosos. Sus palabras llegaron a sonrojar al hombre.

—En serio sabes como alegrarme en momentos donde más lo necesito —mencionó cubriéndose el rostro con una mano.

—¿Sucede algo querido? Sabes que puedes decirme lo que sea que te moleste.

Llegó el momento, era ahora o nunca. Esperaba no soñar patético a sus sentimientos caprichosos.

—Lee, la verdad es que. Me gustaría saber cuando vamos a cumplir esa promesa —Lee intenta recordar aquello, pero en su intento comprende el porqué estaba tan nervioso. 

—¿Eh? —dijo sorprendida—, la verdad es que... ¿Cómo decirlo? —Ahora ella era la nerviosa—. Yo también estaba algo preocupada por eso, no estaba segura de cuando podía decírtelo. Pero, creo que es el momento.

Michael estaba disfrutando de la incomodidad de Lee, jamás la había visto de esa forma, le parecía muy tierna. 

—Quien iba a pensar que la ruda Lee esta tan deseosa por mí.

—¡Eeehh! No te hagas ideas equivocadas —sus mejillas estaban rojas e hinchadas, estaba muy tímida—. Solo estoy cumpliendo mi promesa.

—¿En serio? —Ella solo movió la cabeza—, veremos si es cierto. 

Michael tomó la barbilla de Lee besando con delicadeza su cuello. Tomó su cuerpo pegándolo al suyo, mientras ella colocaba sus piernas al rededor de su cintura. Cargó a su mujer llevándola a un lugar más cómodo, el roce de sus labios en su piel ocasionaban pequeños sonidos de parte de Lee.

Su rostro mostraba deseo, acomodó su cabello hacía atrás viendo desde arriba el bello rostro de Lee. La mujer no era paciente, desabotono la camisa para poder tocarlo. Su cuerpo era hermoso, a pesar de no hacer casi ejercicio y estar en desarrollo, los sangre pura tienen un cuerpo definido por naturaleza. 

Ambos deseaban que el primogénito no tuviera las complicaciones del padre. Michael rezaba a los dioses que el bebé tuviera la belleza de su madre. 

Las hormonas estaban a tope, Lee desesperada mostró su instinto, con el objetivo de excitar a Michael mordió su cuello obteniendo una sustancia dulce y fresca. Un acción que le costaría una larga noche de amor. 

CONTINUARÁ...




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