Mis ojos se abrieron de asombro y dicha al ver cómo la luz, opaca ante la lejanía del farol, era interferida por un cuerpo. Con una sonrisa en el rostro, giré hacia mi derecha y vi a Diablo sentado sobre el umbral de la ventana de mi habitación, viendo la luna llena, que golpeaba cálidamente contra su pálido rostro, bajo la máscara de lobo.
—No tienes que hacerlo —dijo sin dirigirme la mirada, con una voz rasposa y gruesa, como si esas fuesen las primeras palabras que dijese en todo el día—. De todos modos, no vendré más.
—Pero~
Tomé su muñeca, por sobre la caffarena negra, y la sentí delgada, huesuda; detuve mis palabras y miré la sábana gris tendida en mi cama, en la cual yo me encontraba sentada.
—Oh, mi pequeña Sabueso, ¿no te das cuenta acaso de lo que represento? —cuestionó viéndome; mi corazón se aceleró y mis mejillas se ruborizaron—. Si me ves rondando, es porque alguien morirá.
Me alejé de este y volví a fijar mis ojos en la navaja reposada sobre la cómoda.
—Lo siento.
Me disculpé sin saber por qué. Dejé escapar algunas lágrimas y volví a verlo.
—Hagamos una promesa, ¿te parece? —inquirió Diablo.
Asentí con una sonrisa.
—Vendré nuevamente, solo si obtienes buenas calificaciones, deben ser superiores a 17 —expuso mientras sus negros cabellos se mecían al compás del viento.
—¿De verdad cumplirás?
—Yo no miento, soy la Muerte… Soy una revelación.
La Muerte se fue frente a mis ojos, y aún no sé cómo; no sabría describirlo con palabras, ni tampoco podía entenderlo. ¿Qué era ese mundo esotérico? ¿Era acaso parte de algún evento onírico?
Ah…
¿Qué ha de ser de mí, Diablo, sin ti?
Suspiré y volví a acomodarme sobre el colchón, allí me di cuenta del dulce detalle de Diablo, al lado mío se encontraba una rosa negra; la acerqué a mí y sentí su aroma.
—Tiene la misma fragancia…
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Editado: 17.01.2024