El amor existe

CAPÍTULO 9

CAPÍTULO 9

Itzel Dubois

Después de escapar de los brazos de Lorenzo, me encontré con los pequeños gemelos, quienes me invitaron a ver una película con ellos. Acepté pensando que saldríamos de la mansión, pero resultó que sería en una de las muchas habitaciones que había aquí.

Pusieron una película animada y, a los minutos, nos trajeron unos snacks. A mitad de la película, el pequeño Izan se sentó en mi regazo, mientras su hermano Luca se recostó en mí. Así permanecimos hasta que terminó la película, y los dos se quedaron dormidos. Traté de cargarlos para llevarlos a sus camas, pero se me dificultó un poco.

— Te ayudo — escuché detrás de mí.

Me volví y vi a Lorenzo.

— Yo llevo a Izan, tú lleva a Luca — le dije. Juntos, los dejamos en su habitación y salimos de allí.

— Espera, Itzel — me detuvo, cogiendo mi brazo con firmeza. — Quiero hablar contigo.

Nos dirigimos a su despacho. Al entrar, me senté en su cómodo sillón, sintiendo una mezcla de incomodidad y cansancio.

— ¿Y bien, qué es lo que quieres? — pregunté, mientras él se servía un vaso de agua y se sentaba frente a mí.

— Sé que no comenzamos con el pie derecho, pero quiero hacer las paces contigo — dijo.

— Eso significa que me dejarás ir.

— No, por el momento no puedo hacer eso.

— Eres un jodido mentiroso, me lo prometiste.

— Sé lo que dije, sí, pero ahora no estoy pasando por un buen momento. No es fácil descubrir que la mujer con la que mantuviste una relación muy íntima te haya engañado y, además, que haya dañado a tus hijos en el proceso — explicó. No sabía a qué se refería exactamente, pero por lo que dijo, parecía insinuar que la mujer no pensaba en nadie más que en ella misma.

— ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? Sé que me trajiste aquí por culpa de tu esposa, pero debiste dejarme ir en cuanto descubriste la verdad.

— Lo sé, tenía pensado hacerlo, pero ahora no puedo — hizo una pausa y respiró profundamente. — Porque necesito tu ayuda.

Se me escapó una risa incrédula.

— Sabes que lo último que haría sería brindarte mi ayuda después de todo lo que hiciste.

— Lo sé, pero no te queda otra opción. Me ayudas, o no saldrás de aquí nunca.

— No puedes retenerme aquí para siempre. Sabes que en algún momento intentaré escapar y lo lograré.

Se sentó a mi lado y tomó mi rostro entre sus manos, mirándome intensamente.

— Puedes intentarlo, pero dudo mucho que consigas dar algunos pasos fuera de la propiedad antes de que te encuentren — me dijo, acercándose tanto a mis labios que pude sentir su aliento mentolado. — Yo puedo resolver este problema. Claro, me tomará un poco de tiempo por todo lo que tengo encima, pero lo resolveré — se levantó y metió las manos en los bolsillos. — Depende de ti cuánto colabores conmigo para que pueda ayudarte a recuperar tu libertad.

Me quedé en silencio, evaluando las opciones. Estaba segura de que en cualquier momento él se descuidaría y podría encontrar una oportunidad para escapar.

— Está bien, te voy a dar tiempo. Espero tu respuesta — dijo mientras se dirigía a la salida. Antes de cerrar la puerta, agregó: — Y no se te ocurra intentar escapar, porque no solo mis hombres te vigilarán, también tengo el apoyo de la Camorra.

Salió, cerrando la puerta tras de sí, dejándome helada. La Camorra, una de las cuatro mafias más influyentes en Italia. Todos mis planes de escape se desmoronaron de inmediato, dejándome acorralada.

Lorenzo Lombardi

Salí del despacho dejándola atónita. No quería mencionar los orígenes de mi familia, pero no tenía otra opción. Aunque ahora éramos conocidos por ser empresarios, estábamos familiarizados con el mundo de la mafia. Mi padre había sido el don de varias organizaciones bajo el mando de mi abuelo, pero él y mi tío Tomasso, el padre de Leonardo, decidieron retirarse de ese mundo cuando mi abuela sufrió un atentado y murió. Mi abuelo se opuso al principio, pero cuando mi padre le anunció que iba a ser abuelo, aceptó. Así, mi padre y mi tío fundaron la empresa, con el mayor de los hermanos Lombardi como capo di tutti. Él le tiene mucho aprecio a sus hermanos y a nosotros, su familia.

Como sobrinos del capo de toda Italia, recibimos una extensa formación en defensa y manejo de armas. Todos en mi familia llevamos una con nosotros, y a mis hijos también les enseñé a defenderse, aunque solo cuando estaban en peligro de muerte. Sin embargo, parece que no fue suficiente.

Este secreto solo lo conocen los miembros de la familia. Solo un verdadero Lombardi sabe de dónde proviene, y nunca se lo mencioné a Sofía, a pesar de que llevaba mi apellido por casarnos. Ahora se lo conté a una completa desconocida. No sé qué me pasa últimamente, todo se está saliendo de control. Solo sé que cualquier persona que haya cometido el error de dañar a mi familia lo pagará caro, porque no conoce hasta dónde podemos llegar por haber manchado el apellido Lombardi.




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