CAPÍTULO CUATRO
UN AÑO ATRÁS, 2015
Abro los ojos como cualquier otro día, es domingo, un día aburrido para mi, por lo que decido darme la vuelta de mi cama y taparme de la luz del sol. Los anteriores días había sido de lo más tranquilo, incluso el sábado fue un día de entregar trabajos a la docente o en exponer frente a todos mi proyecto.
Mis padres no están, de seguro tienen la misma reunión benéfica de adultos como todos los mismos domingos a la que ellos suelen llamarlo “día laboral”. Estoy por dormirme de nuevo cuando siento unas caminadas rápidas de un pillín, por lo que actúo y cuando este abre mi puerta para lanzarse a mi cama, lo agarro de la cintura y lo envuelvo con la sábana, este ríe con pequeñas palabras de “déjame, Roma”.
—¿Qué hace un duende en mi cama? —digo deteniéndome de hacerle más cosquillas. —¿Papá te dejó en casa?
—Si, ya sabes… es día laboral
Lo sabía, siempre es un día laboral.
—Entonces hoy soy tu niñera y me tratas así… que mal niño
—Ojalá fueras mi hermana mayor y no mi hermano que me ordena a hacer lo que quiere… ¡Tú eres la mejor para ser mi hermana!
—Pero soy tu prima mayor y eso es lo que cuenta
—Lamentablemente —dice agarrándose el ojo con su puño pequeño que tiene, —¿No te irás también a esa cena?
—¿Qué cena?
—Revise tu mochila y alguien te puso un papel en donde decía que deberías ir a esa cena que tiene nuestros padres…
Dejo a Robin en la cama mientras me levanto para irme a la mochila y efectivamente hay una nota, es un pedazo de hoja que lo han roto y lo han puesto.
“Anda a la cena de tus padres, si no lo haces, la pasarás mal. No vas a descubrirme y eso no es divertido”
Arrugo el papel y lo tiro en la basura, eso no ha sido una nota normal, sino una amenaza. Observo a Robin que ahora se está limpiando su ropa, al niño favorito que tengo como familia, aunque mi cabeza estará pensando en ello.