Maritza se encontraba en un viejo paradero de camión muy lejos de la ciudad de Mérida , sentada, descansando de una larga jornada de trabajo y cubriéndose de los rayos del sol, estaba almorzando una deliciosa torta de huevo con frijol refrito y en su termo tenía una refrescante bebida artificial de sabor fresa aun fresca por que le había puesto hielo, en un momento se pondría en marcha para continuar con su trabajo que consistía en cobrar, ella trabajaba para una casa de préstamos personales y se dedicaba a cobrar a los clientes morosos, andaba en una moto pequeña pero bien jaladora ,de las buenas, ya había pasado por algunas comisarías y le tocaba pasar por un pequeño pueblito llamado el Balam, tenía que cobrar a doña Marta Pech una deuda de hace muchísimos años.
Se levantó ya satisfecha con lo que había almorzado y con nueva energía se dispuso a hacer la última parada del día cuando de repente su mirada se dirige hacia la llanta delantera de su motocicleta y con un gesto de molestia nota que la llanta esta pinchada.
La gasolinera más cercana está a casi medio kilómetro hacia atrás y está completamente sola en medio de la nada, pensó que ya no iría a la playa como tenía planeado después de la cobranza pues le quedaba cerca, ahora va a tener que regresar caminando medio kilómetro para inflar la llanta y así poder manejar hasta encontrar un lugar donde reparar la llanta, bueno menos mal que estoy casi casi en la entrada del pueblo, pensó, el camino era demasiado pedregoso , aún no habían hecho una carretera, así que mejor dejo la moto en la entrada del pueblo, total solo entro a cobrar y me voy, pensó.
La entrada del pueblo era impresionante, dos majestuosas columnas, dignas de una hacienda de tipo colonial, al parecer tenia rejas de metal , pues se veían los rastros de bisagras metálicas
Empezó a caminar y enseguida se le dificultó un poco por las piedras que aún estaban saltadas en el camino, ya era algo tarde pero el sol aun quemaba así que empezó a sudar a mares, el camino de entrada al pueblo era como de dos cuadras de camino malo pero ya casi llegaba , era un consuelo.
Antes de entrar vio a un viejo campesino, su vestimenta era blanca pero sucia por tierra roja ,muy común en los campesinos de pueblo, su piel estaba curtida por el sol y su expresión era de mucho asombro, bajo su sombrero blanco sus ojos reflejaban furia y enojo, Maritza se asustó al verlo, pero en realidad, así son los abuelitos de campo. El señor le pregunto¿ que hacía por aquí a estas horas? con un tono casi regañado , ella se puso muy nerviosa y no supo que contestar, inmediatamente el viejito le dijo que no entre al pueblo porque desatará la furia del demonio de la cueva, ella lo tomo a broma y sólo empezó a reír con nerviosismo y le dijo al viejo que no tardará nada solo cobraría y saldría inmediatamente, entonces el viejito le agarro la muñeca y le apretó diciéndole que apenas cobre que salga corriendo, y se fue , ella empezó a sobarse la muñeca pues el viejo dejo su marca por lo fuerte que la apretó y empezó a maldecir con muchas palabras nada propias de una señorita.