El Camafeo

CAPITULO 2

Era un día frío aunque hacia sol, Juana estaba vareando las olivas que tenia, solo dos, día festivo un día de Navidad, pero el campo no sabe de festivos, la naturaleza lleva su ritmo ajeno al del ser humano.

Ella notaba que los dolores iban a más, así que se lo dejó todo y se fue para la casa, le dijo a Dignidad que la ayudara a preparar sábanas limpias y que fuera a avisar a alguien del pueblo, pero al rato volvió la cría “Mama no hay nadie por las calles y tampoco me han abierto ninguna puerta””pues hija mía, tenemos que hacerlo nosotras solas””tú no te asustes por mucho que la Mama grite” pero Dignidad estaba blanca del miedo, para animarla su madre le dijo” esto que vas a hacer hay muchos hombres que no son capaces de hacerlo” pero el miedo no se le iba a Dignidad.

Mientras Juana estaba de parto los aviones fascistas estaban bombardeando Requena, cuando ella vio que era un varón se alegro y una sonrisa se le escapo a pesar de los dolores “mira Carlitos te reciben con fuegos artificiales”

Desde antes de nacer ya lo tenía claro ella que si era varón se llamaría Carlos, no podía ser de otra manera.

Al mes siguiente Dignidad cumplió diez años “Mama hoy es mi cumpleaños” “ya lo sé, hija mía”” ya estás echa casi una mujer” y Dignidad se puso contenta y sonrió, pero lo que no sabía es que ese cumpleaños no lo olvidaría en toda su vida.

A media tarde oyeron un ruido que cada vez se hacía más fuerte hasta que de golpe aparecieron unos hombres muy morenos que ella no los había visto nunca y el estomago se le hizo un nudo porque sabía que otra vez, la desgracia se presentaba en su casa, ella no comprendía su habla, se acercó un hombre que ella supuso que era el jefe “¿quién vive aquí?”” yo señor y mis hijos”” ¿y tú marido?””No lo sé señor, hace ya mucho tiempo que no sé nada de él”

Un hombre de los morenos se acerco al sargento y estuvo hablando con él un buen rato, ella lo único que se daba cuenta es que estaban discutiendo, hasta que el sargento le dijo enojado al moreno “vale, pero tú respondes de ella” y el hombre fue corriendo y agarró a Dignidad del brazo, pero como ella se resistía se la echó al hombro, Juana se dio cuenta que es que se llevaban a su hija, dejó a Carlitos en el suelo y comenzó a pelearse con el hombre moreno, hasta que no sabe de dónde salió la culata de un fusil y le dio de pleno en la cabeza, cayó como muerta y los hombres se fueron llevándose a Dignidad que no paraba de llorar desesperadamente, fue la última visión que tubo de su madre, muerta en el suelo

encima de un charco de sangre inmóvil y los lloros de Carlitos desesperados

Cuando Juana se despertó con un tremendo dolor de cabeza ya era de noche, no era consciente del tiempo que había estado tirada en el suelo, se levantó y salió corriendo a por Carlitos que estaba llorando, lo estrecho fuertemente entre sus brazos y se curó la cabeza, se sentó en el pilón de la entrada de la chabola con Carlitos durmiendo en sus brazos “ Dios, que he hecho yo para merecer tanta desgracia, nada más he hecho que trabajar y trabajar en toda mi vida desde que tengo uso de razón, si fuera hombre seguro que no me pasaría todo esto, mi pobre hija, Dios mío que será de ella, si es solo una niña, le amaneció llorando y pensando en su desgracia.

Conforme pasaban los días Juana se hundía cada vez más en la depresión, ella era consciente de ello y pensó incluso en el suicidio porque ya no podía aguantar más, ya era demasiado para un ser humano, pero miraba a Carlitos y ella misma se decía “Juana, adelante tienes que sobreponerte y continuar luchando porque tienes un hermoso hijo que criar.

Poco a poco se fue recuperando, aunque siempre estaba triste y casi siempre llorando, pero Carlitos cuando la veía así también se ponía triste y se agarraba a ella, teniendo Juana que hacerle mimos para alegrarlo y así fueron pasando los meses y un día vio a unos hombres que venían hacia la chabola, enseguida agarró a Carlitos y lo metió en el zulo que había hecho debajo de su cama, preparándose por si volvían.

Eran tres hombres, dos llevaban escopetas cuando se acercaron ella los reconoció de verlos por el pueblo, cuando estuvieron a su altura el que iba mejor vestido se dirigió a ella” tienes que marcharte de aquí, cuanto antes mejor” “¿yo? Pero si esto es mío, de esta tierra como, si me la quitan ¿de qué voy a comer?””No te lo quita nadie porque nunca ha sido tuyo, así que ya sabes, los Medina en su generosidad te dan dos días para que te vayas”

Cuando se fueron Juana se puso a llorar desconsoladamente porque esa ya era la gota que rebosaba el vaso “Dios, mío ahora que hago yo y mi hijo, a donde vamos, no tengo a nadie que me ampare, estoy sola, Dios donde voy”



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En el texto hay: llanto, amor, amor tristeza

Editado: 14.07.2018

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