— Tienes que hacerlo - los brillantes ojos azules de Cleo me miraban con fiereza. Aparté la mirada en medio del apuro y negué fervientemente - ¡JAZ! ¡No voy a dejarte sola por las navidades otra vez!.
— No voy a estar sola, tengo a Cookie - me defendí - A demás sabes que no me gustan las citas a ciegas.
Cleo arrugó el entrecejo y se levantó rápidamente de su comoda cama para tomar su celular que estaba cargando al otro lado de la habitación. La observé desde mi puesto cruzada de brazos y piernas, ella simplemente no quería entender que no me importaba pasar sola las fiestas, muchas personas lo hacen así y no es el fin del mundo, ellos estaban bien, tristes pero bien. A demás tenía un gato que aunque se ausentaba largas temporada porque odiaba mi pequeño departamento, siempre regresaba para comer o aruñar los muebles.
¿Por qué ella no quería verlo? Probablemente por ese asunto. Ese maldito evento de parejas de noche buena.
— ¡No lo puedo tolerar! ¡Es que simplemente es muy triste! - chilló mientras se lanzaba de regreso a la cama haciéndome rebotar en el proceso - ¡Alex es un tonto! ¿Cómo puede restregarte en la cara que irá con una chica?.
— No es tonto, sólo no lo sabe - me encogí de hombros tratando de restarle importancia al asunto. Luego de vivir muchos años con ese sentimiento atorado en el pecho, me hice a la idea de que aún cuando me lanzara desde un quinto piso realizara piruetas en el aire, Alex siendo tan denso como es ni siquiera se daría cuenta de que todo es una artimaña para llamar su atención.
Ya había intentado muchas maneras, hasta me hice un fleco cuando me confesó que le gustaban así, en respuesta sólo conseguí...
" Jazmín, ese corte no te queda "
Y estaba bien, ya sabía que él nunca me vería como algo más que como su amiga de la infancia, su hermana con la que puede tirarse gases sin delicadeza alguna o quién sabe, puede que ni siquiera me considere una mujer. Ya lo daba por hecho.
Pero no puedes simplemente luchar contra algunas cosas y el amor es un sentimiento muy extraño, nace inesperadamente y cuando te das cuenta ya te ha adsorvido en un círculo visioso que debes alimentar para seguir feliz, algo así como si fueran drogas. Mi amor por Alex es ese sentimiento feliz que no quiero dejar, sí, eso es muy masoquista.
Pero es algo que me mantiene en constante movimiento y con esperanzas, como si fuera un motor. No quiero dejarlo. Es algo más complicado que simplemente superar y seguir adelante. Pero Cloe no entiende eso, todo tiene una razón de ser.
— Eso es que es un idiota - se quejó Cleo mientras navegaba en su celular - ¡Todos saben menos él!.
— Aprende lento.
— Lo he dicho, es un idiota - maldijo por lo bajo.
Era divertido escucharla insultar porque, de hecho era tan extraño que resultaba adorable. Cleo era una de las chicas más populares de la facultad de derechos, por no decir, la princesa de la facultad de derechos. Era una persona justa, amable, considerada, positiva y muy sociable. Algo similar a un rayito de sol andante y eso tomando en cuenta su despampanante cabello rubio y sus ojos azules: Cleo es una princesa.
Y por eso, es raro ver a la Cleo tan molesta.
—Hoy ya has dicho más de cinco malas palabras princesa - recalqué sólo para hacerla rabear más, cosa que funcionó.
— ¡Y puedo continuar! Da lo mismo, que mi padre no está en casa y si no escucha no hace daño - negó ella con la cabeza, durante unos minutos se mantuvo en silencio acompaña de la melodía de Watermelon sugar de Harry Styles, no me gustaban sus canciones pero ya que Cloe las repetía cada que tenía oportunidad, había terminado por aprenderme un par, entonces ahí estaba, cantando una canción que no me gustaba porque me la sabía, ironías de la vida.
Entonces cuando estaba por llegar al coro una vez más Cloe pegó un grito levantándose de manera aparatosa de la cama haciendo que el bol de papitas se volcara y se esparciran por la cama.
—¡Lo tengo! - se puso de pie en la cama con su celular muy pegado a su rostro.
— ¿La respuesta del examen del álgebra? - mencioné mientras recogía el desastre.
—¡Algo mucho mejor! - levantó las cejas de manera pícara.
No me gustaba esa mirada...
— ¿Qué puede ser mejor que las respuestas del examen del álgebra? - bufé molesta mientras me metía un par de papitas a la boca y...
- ¡Una cita a ciegas para tí!.
Escupí...
— ¡JAZ! ¡Eres asquerosa!.. pero bueno tienes que estar a las 8 de la noche el 24 de diciembre en la cafetería al frente de la estación número 12 - explicó de manera detallada mientras se sentaba nuevamente - Te enviaré la dirección e información a tu celular.
—¿Qué? Oye, no no no no NO - esta vez yo me levanté logrando que mi rodilla chocara con el bol de papitas y este se volcara una vez más - Ni lo sueñes.
— Pero el chico ya aceptó - exclamó bajito con algo de pena.
—¡Me importa un pepino! Cancéla eso AHORA - me crucé de brazos - No voy a tener una cita con un probable psicópata.
— No porque hayas tendido una mala experiencia una vez significa que siempre va a ser así - explicó - A demás yo nunca te arreglaría una cita con un tipo raro, me ofendes Jazmín.
Hizo un mohín con la boca y me rendí. Ella era imposible...
—Cleo...Yo aprecio tu esfuerzo pero yo no...
— No me digas que te da miedo? - comenzó con el ataque de psicología inversa - Sólo las niñas le tiene miedo a algo tan inofensivo como una cita a ciegas.
Respiré profundo, no iba a caer en su jueguito infantil. Yo no soy su hermanito menor.
—Cleo no comiences, eso no va a funcionar.
— Por supuesto, es que no puedes salir con otro tipo que no sea Alex porque te da miedo - se miró la manicura y luego sopló simulando que estaba recién hecha - ¿O es que acaso Alex te dió agua de calzoncillos, te hizo un amarre o tiene un muñequito vudú que te dice que rechaces a cualquier ser viviente con pene que no sea él?.