Mi salvavidas
Aun logro sentir como se mueven a mi alrededor, pero no logro hacer más.
—La salvaré si me dejan un poco de su sangre —la voz de una mujer llega
Esa voz la conozco, pero no logro encontrar un rostro, debía hacer algo, sé que Getvy sería capaz por ayudarme. Utilizo las ultimas fuerzas que mi cuerpo reserva para mantenerme al pendiente de lo que pasa alrededor de mí.
—Vete a la mierda, ya tengo una bruja que me curara —Intento levantarme, pero Getvy lo impide empujándome de nuevo, al parecer me encontraba sentada recargada en un árbol —¡Largo! —rujo imponiéndome fuerte
Todos los buitres buscan alimentarse de un animal herido.
—Sólo ella puede curarte —susurro sonando preocupada
Es lo que detesto de la ingenuidad, creen en las personas equivocadas por creer que todos plantan flores. ¿Acaso no entiende conociéndome a mí?, o aún tiene que darse más golpes contra la pared.
—¡Hazlo tú! —exijo, sé que lo logra, mi cuerpo me mantendrá respirando dándole tiempo
—¡Es magia negra! —grita exasperada como si no fuera obvio —Aun no estoy lista —susurra lo ultimo
—Escúchame bien —la tomo del cuello dejando salir mis garras, ya me e molestado —No le daré mi sangre, ¿Adivina como llego en el momento indicado? —susurro solo para que ella escuche, mi cuerpo ya no me sostiene y esta vez si caigo desvaneciéndose todo a mi alrededor
Logro abrir los ojos en mi quinto intento, miro a mi alrededor encontrándome en la comodidad de mi camarote me busco la herida dándome cuenta que estoy desnuda de la parte de arriba, al tocarme el pecho arde donde tengo un símbolo extraño que aún sigue abierta. Getvy está sentada en una silla junto al ventanal leyendo un libro que no sé cómo es que lo sostiene entre sus manos por lo grande que es.
—¿Qué haces? —pregunto desconcentrándola mi voz suena ronca y seca y sonó más como un susurro
Me regresa a mirar, su rostro muestra cansancio y unas ojeras enormes pero esa sonrisa orgullosa es lo que ilumina más su rostro eso significa buenas noticias.
—Por fin despiertas —dice como si fuera mi culpa a lo que yo solo elevo la ceja
Se acerca a la mesa del camarote ya descombrada y con diferentes frascos sobre estas, sirve agua y me lo entrega, nunca pensé que el agua se sabría a gloria.
—Tiempo —pienso en todo lo que ha pasado
Al parecer la bruja que buscaba ya ha elegido un bando y el color negro le favorece.
—Una semana —suelta rápido avergonzada bajando la mirada
Sonrió, es mi momento para fastidiarla
—¿Le dieron mi sangre? —preguntó seria
—¡Porque crees que tarde! —grita ofendida
—Sabía que lo lograrías —digo como si no fuera bastante obvio que le confié mi vida eso es mas de que e podido hacer en bastante tiempo.
—El cazador debe estar más cerca de lo que pensamos y sabe quién eres —da vueltas de un lado al otro pensando en que hacer
Para ser sincera ya lo tengo cubierto, pero escuchar ideas no me hará mal.
—Lo sé, pude sentir la magia
Solo una vez sentí una magia tan poderosa que nos pudo repeler de un barco y era magia blanca, lo que es muy raro ya que para llegar a ese punto la magia negra predomina. En mi tiempo a solas en mi mente me di cuenta de algo, la razón por la que Getvy se me hacía conocida, es hija de esa mujer y por consecuencia una dama blanca.
—Te quiere a ti —la señalo, pero me ignora haciendo ideas locas de como esconderme
suelto una carcajada para después un quejido
—Quiere una dama blanca y esa querida eres tú, en cuanto yo muera ira por ti o la que caiga primero
—¿Para qué me necesita? —a veces me sorprende su estupidez
—¿Quizá poder?, ya es una dama negra le falta la blanca —respondo obvia
—Pero Mercedes dijo que no trabajaba para el —se quedó pensativa imaginando lo estúpida que acaba de verse mientras yo la miro pensando lo mismo
—Mi sangre no solo sirve para asesinar —sonrió
—Pero en los libros no dice nada —¿Momento de negación?, de donde conoce a Mercedes para intentar abogar por ella
Camina hasta la silla tomando el libro y comienza a hojear.
Me levanto como puedo y camino hasta ella y arrebato el libro con la intención de lanzándolo, pero me quema es un dolor que me hacer retorcer haciéndome soltar un grito. Sabía que la conocía por lo nerviosa que se ponía con solo mencionarla, pero no imagine que llegaría a este punto, me quita el libro y observa mis manos.
—Es hermana de mi madre —se hace un silencio —Ella me regalo el libro
—Usaste el libro para curarme? —estaremos jodidas si lo hizo —No, use la magia que mi madre me enseño, pero pensé que ahí habría algo que me pudiera ayudar pero está en blanco —sonríe como si sintiera paz por ello
—Has el tuyo —es lo único que se me ocurre cuando saco de una bolsa bajo mi cama y entregó un cuaderno forrado de cuero -—Recauda tu propia información y experiencia —sonríe
—Sé que lo lograras, no nacemos sabiendo —repito las palabras que América me dijo —Solo necesitas práctica —
Se queda en silencio unos momentos acariciando su barbilla con la mano izquierda
—Daré lo mejor de mí —susurra tratando de quitarle importancia
—Eso es lo que espero, al parecer estaré al borde de la muerte más tiempo del que pienso —rió con ella
—Él no se esquivó —dice para ella pero para mí desgracia fue en voz alta dándome un buen golpe, creo que ya no me duelen mis heridas