El Destino De La Princesa Dragón Rosa

43. EL REGRESO DEL PRÍNCIPE ESMERALDA

Todos los dragones dentro del clan habían escuchado el rugido de llamado del príncipe esmeralda y volaron a la plazoleta, desde donde se divisaba la gran puerta que daba entrada al clan. Con asombro vieron cómo el príncipe, todavía en su forma humana pero rodeado de una poderosa energía verde esmeralda, traía consigo a tres jóvenes más.

Sin ninguna dificultad traspasó la gran barrera de energía y, para sorpresa de todos, la gran puerta se abrió ante él. Las exclamaciones de asombro se mezclaban con los gritos y rugidos de bienvenida a su príncipe. El consejo en pleno de ancianos corrió a colocarse en dos hileras delante de la entrada de la gran sala del trono. Sin embargo, el príncipe esmeralda no se dirigió a ella sino a la entrada del santuario.

Cuando el príncipe levantó sus manos dirigidas a la puerta, el grupo de dragones ancestrales se colocó al frente de la misma para impedir su paso. Sin embargo, no esperaron que una avasalladora energía surgiera de la puerta que por años había permanecido inerte y los lanzara lejos. Al tiempo que se conectaba con el príncipe, este comenzó a transformarse en un extraño animal esmeralda iluminado, al punto de que todos tuvieron que cerrar los ojos para no ser cegados.

—¡Es la madre esmeralda! —se escucharon algunas voces entre los dragones que observaban la escena sin intervenir.

Y para sorpresa de todos, la gran puerta del santuario se abrió por primera vez desde que fueron castigados, sin saber por qué, a ser humanos y nunca más pudieron entrar.

—¡Larga vida al príncipe! —corearon todos los presentes del clan y los rugidos se elevaron en el cielo.

El príncipe seguía avanzando hacia la entrada del santuario con decisión, llevando consigo a los tres jóvenes levitando inconscientes a su lado. Luego, con un movimiento de sus manos, los envió a su interior. Una exclamación surgió de la garganta de todos al ver cómo la poderosa energía verde atrapó a los jóvenes trasladándolos al centro de la gruta, al tiempo que impedía a todos entrar sin cerrar la puerta.

—¡Larga vida a nuestro príncipe! —gritaron de nuevo todos eufóricos y se inclinaron delante del joven.

Todos miraban anhelantes al fornido hombre rodeado de una poderosa energía esmeralda y que parecía estar conectado con la gema madre dentro del santuario. Entre el grupo estaban las dragonesas elegidas que lo miraban con asombro.

—¿No se parece al hermano mayor de Esthela, chicas? —susurró Mayra que se encontraba junto a las demás que asintieron.

—Yo creo que es él —susurró Elenita—. ¡Sí que es guapo!

—Shh, que te van a oír —les llamó la atención Elena mirando de reojo a sus tres hermanos—. De seguro ahora aparece la reina. ¿Vieron quiénes eran los jóvenes que trajo? ¿Estaría Esthela entre ellos?

—No estaba —contestó Yenny—. Todos eran hombres. ¿Por qué habrá traído humanos al santuario? No sabía que eso se podía hacer.

—No deben ser humanos cuando los trajo y el santuario los recibió, de seguro son dragones —dijo Lily.

—Hagamos silencio y vamos a ver qué pasa —sugirió Liudmila.

El príncipe esmeralda, después de asegurarse de que los jóvenes estaban siendo curados por los ancestros, se giró despacio hacia su pueblo, que al verlo, se inclinó hasta el piso delante de él alabándolo. Luego giró su cabeza al sentir que algo no estaba bien, todas las esmeraldas de pronto iniciaron a refulgir de golpe. Pero no se conectaban con él, sino con alguien invisible en lo alto, que le lanzó a su frente un rayo poderoso haciendo a su esmeralda del poder refulgir aún más.

Todos dirigieron su mirada arriba por donde descendía el dueño de aquel increíble poder, y otra vez una exclamación surgió de sus bocas. ¡Era la reina dragón fénix!

—¡Es la reina! ¡Está viva y ha vuelto! —exclamaban los dragones llenos de confusión.

Aunque no habían perdido la esperanza de que ella estuviera viva por el modo en que seguía funcionando todo en el clan, la negativa de los ancestros a dejar que entraran al santuario había sembrado la duda en todos ellos. Por eso se preguntaban: ¿Cómo era posible que estuviera viva y no hubiera regresado? ¿Dónde estuvo todos estos años en que la creyeron muerta? ¿Quizás permaneció oculta en el santuario?

Se quedaron con las bocas abiertas cuando ésta al fin llegó a donde el príncipe la miraba feliz reconociéndose en ella.

—¡Reina madre! —exclamó y se inclinó ante ella.

—¡Hijo, gracias por sobrevivir! —fue lo primero que dijo al verlo y de inmediato preguntó—. ¿Listo para ser quien eres?

—¡Listo madre! —respondió el príncipe con una sonrisa.

La reina esmeralda iluminó al humano, haciendo que el príncipe se convirtiera en un grandioso dragón esmeralda, aunque las puntas de sus alas se volvieron rojas igual a las que ella poseía. Cosa que asombró a todos los pobladores.

¿Qué le había pasado a su reina? ¿Por qué poseía otro color en ella? Debía ser solamente verde, ¡tenía rojo! Y no solo eso, ¡se lo había traspasado al príncipe heredero! ¡Eso era algo que jamás se permitió en el clan esmeralda! Nunca aceptaban otro color entre ellos, era lo que los identificaba y desde su surgimiento había sido así. Los ancianos se pusieron de pie y dieron un paso al frente para protestar.




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