PROLOGO
Margaret recostó su cabeza en el pecho del hombre del que se había enamorado un año antes, cerró los ojos y deseo que todo fuese una pesadilla, pero no, allí junto a ella yacía sobre un charco de sangre el cuerpo del hombre al que amaba. Sintió una suave caricia sobre su espalda.
—No llores, mi pequeña—le susurro su amado con voz trémula—todo estará bien.
Ella asintió, sabía que si la ayuda no llegaba pronto nada estaría bien, y eso la aterraba. Nada estaría bien si él se iba, ella no se lo perdonaría; le había prometido frente a Dios, familia y amigos amarlo hasta que la muerte los separase, y allí estaba la muerte a la vuelta de la esquina tratando de separarlos, y todo por culpa de su maldito pasado. Pasado del que ella ni siquiera sabía que tenía hasta que frente a ella había aparecido “su abuelo” y junto con él, el disparo que hoy le estaba arrebatando al escoses de su destino.