CAPITULO 5
Tres años atrás
Un día cualquiera en la vida de Gavin Mackenna implicaba cerrar negocios multimillonarios, noches de parranda con sus amigos o maratones de buen sexo con alguna mujer a la que conociera por allí y que estuviera dispuesta a un ligue de una noche y ya; jamás de los jamases se había ido a la cama con la misma mujer dos veces, no era de repetir y mucho menos de relaciones, así nadie esperaba nada de él y tampoco el esperaba algo de alguien.
Para Gavin el único amor que existía y al que no podía resistirse era el que sentía por su familia, sus tíos, sus primos y su hermano Eliot. El y su gemelo habían quedado huérfanos cuando sus padres murieron en un accidente de avión cuando tenían once años y por consiguiente habían quedado a cargo de su tío paterno y su esposa, quienes los habían acogido en su casa y les habían dado todo el amor que sus padres les hubiesen dado.
Los gemelos Mackenna fueron a la universidad donde estudiaron carreras separadas, Eliot se fue por la rama de la medicina, saco una especialización en oncología pediátrica, por su lado Gavin se especializo en finanzas y se hizo cargo del negocio que sus padres habían fundado y del que su tío se hizo cargo y cuando el gemelo serio estuvo listo le cedió la silla de presidencia.
Para Gavin la fórmula de su gran éxito en todos los aspectos de su vida se lo atribuía a su gran disciplina y dedicación, en los negocios era un completo demoledor, en cuanto a su empresa se trataba, eras capaz de aplastar a cualquiera que se interpusiera entre él y el éxito de la compañía que tanto le había costado hacer crecer, vivía para hacer dinero, tener sexo, mucho sexo y disfrutar de los placeres que la vida y el dinero le pusieran enfrente.
—Maldita sea Gavin—rugió Eliot entrando a la oficina de su hermano y cerrando la puerta de un portazo haciendo que la morena que estaba sentada a horcajadas sobre su gemelo se sobresaltara— ¿podrías alguna vez cumplir tus compromisos?
El mayor de los gemelos dio un bufido, la morena que tenía encima estaba buena, muy buena de hecho y su hermano acababa de arruinarle un buen polvo todo por haber olvidado asistir al almuerzo que las encargadas del orfanato habían organizado para agradecer a todos los benefactores por sus contribuciones y ayudas para los niños y jóvenes que por una u otra razón habían perdido a sus padres.
—Lo olvide ok, lo siento—vocifero mientras la morena metía sus enormes senos en la camisa y cerraba los botones dispuesta a marcharse.
— ¿Acaso me ves cara de idiota?—grito Eliot en el mismo tono que su hermano—te lo recordé esta misma mañana cuando te llame y luego te envié un millón de mensajes para recordártelo.
—Pues soy un hombre muy ocupado y lo olvide—y no mentía, esta vez sí había estado muy dispuesto a ir a ese dichoso almuerzo pero la junta con los accionistas se había alargado más de lo debido y para cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde y como estaba muy tenso decidió llamar a la morena para tener un buen desahogo y pues, no lo había conseguido, al contrario ahora estaba más tenso y cabreado.
—pero lo importante es que cada mes hago el donativo que necesitan y apoyo a cada jovencito que sale del orfanato al cumplir los dieciocho años ¿cierto?
—Fuera—gritó el medico a la morena haciendo que esta se estremeciera y saliera casi corriendo del despacho.
— ¿Pero a ti que te pasa?
—Tu cinismo es lo que me pasa—gimoteo el médico— ¿crees que con un cheque al mes es suficiente? Esos niños preparan obras, musicales, comidas, postres y muchas cosas más pero a ti te importa un cuerno porque lo único que te importa es hacer dinero y tener sexo como conejo.
—Dinero sin el cual no podría mandar ese maldito cheque cada mes y sexo que por lo que veo a ti te hace falta.
—Eres un cabron Gavin, ¿acaso ya se te olvido que tú y yo también somos huérfanos y que éramos unos críos cuando nuestros papás murieron?
Gavin le lanzo una mirada asesina a su hermano, ese era un tema del que no le gustaba hablar, el sentirse un huérfano como aquellos niños le hacía sentir vulnerable y eso era un sentimiento que no podía permitirse sentir. Él era Gavin Mackenna “el demoledor”, ya había pasado el tiempo en el que lloro la muerte de sus padres, de los dos hermanos él fue el que más difícil lo había pasado, muchas veces se había escapado de casa para ir a llorar sobre la tumba de sus padres y decirles cuanto los extrañaba; esos años habían sido difíciles y su hermano lo sabía, era un golpe bajo por parte de Eliot al recordárselos.
—Lo siento—el magnate dio un suspiro derrotero y se acercó al mini bar que tenía en su oficina y sirvió dos copas—la junta se extendió y cuando me di cuenta ya era tardísimo, prometo compensártelo.