En ese momento supe que todo se había perdido, si ella no me reconocía que sentido tuvo todo esto, una respuesta se escuchó en mi cabeza, «fue por ella, para que pudiera vivir lo que no podía». Tenía razón, pero aun así solo deseaba que ella dijera mi nombre y me abrazara.
No recuerdo muy bien lo que sucedió después de ese día, solo sé que terminé de nuevo en mi cuarto, solo y con el corazón roto. Susi vino a verme después de eso y se quedó conmigo todo el tiempo. Me dijo que había sido transferida a la sala donde estaba Luna, como si el destino no tuviera suficiente.
Los días siguientes tratamos de ver si Luna podía reconocerme, pero en cuanto lo intentaba ella comenzaba a sufrir dolores de cabeza, sabía lo que eran porque yo los tuve. Hablé con Angelica, y decidimos no intentarlo más, no era justo para ella, lo mejor era no forzar las cosas, al principio ella se mostró dudosa de mi elección, supongo que sabía lo duro que era para mí, pero al final terminó accediendo.
Las semanas pasaron y apenas tuve contacto con ella, pero en cada ocasión era notorio que Luna no podía recordarme en absoluto y me trataba como cualquier otra persona. Yo por otro lado sufría con cada encuentro en que la veía, en varias ocasiones me fui rápido para que no se notaran mis lágrimas de tristeza. Supuse qué así era el amor, algo hermoso cuando era correspondido y algo desgarrador cuando no.
Y así dos meses pasaron, se acercaba la fecha del festival de la Luna, una celebración basada en una leyenda del lugar, y Susi me dijo que habría una pequeña fiesta en el hospital, casi como un baile. Honestamente no encontraba razones para hacerlo en un hospital, pero según ella y Marcus era una tradición y ayudaba a la moral de los pacientes.
—Y listo. —dijo una entusiasmada Susi mientras terminaba de firmar unos papeles.
—Ahora soy oficialmente tu tutora —agregó orgullosa de su nuevo cargo.
Marcus, Amelia, yo e incluso Ramona aplaudimos para festejar que por fin Susi sería mi tutora oficial y podría irme a vivir con ella.
—Todo correcto, iré a entregarlos de inmediato —dijo Ramona recibiendo los papeles de Susi y mientras salía de la habitación acompañada de Marcus y Amelia.
—Entonces, ¿cuánto tiempo más debo quedarme aquí? —pregunté.
—Una semana más y te daremos el alta el jueves por la mañana, de esa forma podrás ir a la fiesta y…
Ella se detuvo unos segundos, dudando de si seguir la frase.
—¿Realmente estás bien con esto?, es decir ella…
—Lo estoy, de verdad —dije cortantemente.
—Yo también creo que estás equivocado en eso —dijo Angelica apareciendo de repente, y desde la puerta acercándose a nosotros agregó. —Por cierto, felicidades.
—Gracias —respondí cortésmente.
—De nada, y con respecto a mi hermana, ella no es tonta, hace tiempo que sabe que ustedes dos tienen un pasado, pero si no hablan sinceramente entre ustedes.
—Lo sé, pero…
—Mira Max, yo pude reconciliarme con ella gracias a ti, y sí, puede que antes pensara que eras un chico bastante extraño, por tropezar conmigo en dos ocasiones, tus desmayos constantes y falta de memoria, tu pasado trágico con mi hermana…
—Por favor no me halagues tanto —dije con sarcasmo.
—Pero con el tiempo pude ver como eres en verdad, y sé lo que sientes por Lu, pero ella no se merece que ignores sus sentimientos, ni tu tampoco. —dijo mientras me miraba a los ojos y agregó —Los sentimientos valen la pena Max.
—¿Incluso aunque duelan? —pregunté.
—Aunque duelan. Lo valen, créeme.
Luego de decir eso ella se levantó y se dirigió a la puerta deteniéndose un momento, volteó hacia mí y me dijo.
—Todos merecemos ser felices, y eso te incluye —dijo mientras salía del cuarto.
—¿Y qué vas a hacer? —preguntó Susi.
—Tengo que pensarlo —dije mientras me levantaba y salía de la habitación dejando sola a Susi.
Caminé por los ya conocidos pasillos de este hospital, que alguna vez fueron mi único hogar, pero hoy los veía como una casa de la que pronto me mudaría. Realmente me encantaba la idea de vivir en una verdadera casa después de tanto tiempo, pero aun así me sentía triste por dejar el lugar que tantos recuerdos había formado. Trish, Susi, Luna… todo había sucedido aquí. Tantas cosas buenas y malas.
Sin percatarme llegué a la zona abandonada, subí hasta la habitación de la señora Alba, y al abrir la puerta, no encontré nada, como si nunca hubiera estado aquí. Detrás mío escuche un maullido, era Artemis que miraba la habitación vacía de su ya antigua dueña, se podía notar su soledad al ver el lugar donde ella debería estar.
—También la extrañas, ¿no? —pregunté sin esperar que contestara, él solo maulló por lo bajo y siguió caminando por el pasillo conmigo.
No volví a ver a la señora Alba desde la última vez que hablamos, hace un mes le pregunté a Susi si la conocía y ella dijo que no. Era extraño, nadie la conocía o había oído hablar de ella. Todo lo que quedaba de ella era Artemis, que desde entonces se volvió una especie de mascota de todos aquí. Eso me alegraba, no quería que se sintiera solo después de que me fuera.
Editado: 04.08.2024