El Misterio Del Área De Descanso primera parte: km 27

capitulo 15. BUENOS AIRES

Una semana después, aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez

Martes, 3 de octubre de 2017, 18:45, hora española

Macarena se bajó del Uber a toda prisa. Había decidido no ir al aeropuerto a despedir a su padre, pero en el último momento cambió de opinión. Se adentró en la terminal. Viajarían en un avión privado fletado por el Ministerio de Defensa, por tanto, el vuelo no aparecía en las pantallas de información, pero Macarena sabía que, como mucho, disponía de veinte minutos antes del despegue. Se dirigió corriendo hacia las puertas de embarque, que se encontraban en el otro extremo de la terminal. Durante el trayecto, Macarena sacó su teléfono móvil y llamó a su padre.

—¡Papá! Estoy aquí, en el aeropuerto, acércate a las puertas de control, porfa, tengo algo importante que decirte.

Lorenzo se acercó rápidamente al cristal que separaba la terminal de la zona de embarque. A los pocos segundos apareció Macarena corriendo por las cintas mecánicas.

—Pero ¿qué haces aquí, hija? ¿Ha pasado algo?

—No, tranquilo, papá, no ha pasado nada —dijo entre jadeos—. Pero no puedo dejar que te vayas sin decirte algo. Escucha: en uno de los visionados encontré un vídeo. Era ella, papá. Noelia, la niña. Era ella. Estoy segura. Al principio no dije nada porque no quería alterarte, pero el lunes se lo conté todo a Andrés y…

—Vale, vale, tranquila, respira —interrumpió Lorenzo a su hija, que hablaba de manera atropellada—. No te preocupes, cariño, lo entiendo. Andrés me lo ha contado todo. De hecho, gracias a tu descubrimiento, tenemos el visto bueno del jefe superior y del director adjunto de operativos. Si no hubiera sido por eso, no contaríamos con los medios de los que disponemos. Vamos muy preparados, Macarena. En todo lo que se refiere al tema de la documentación y a ciertos sectores, yo no estoy aquí, aunque ellos lo saben y harán la vista gorda si fuera preciso. No apareceré en ningún registro, pero al menos podré participar en el operativo.

—Gracias, papá —dijo un poco avergonzada—. Por favor, ten mucho cuidado. Espero que todo salga bien y la encontréis.

—Te mantendré al tanto. Te quiero mucho. Me voy corriendo, que en quince minutos embarcamos. Te llamo en cuanto aterricemos, ¿vale? —dijo alejándose por el pasillo camino a la puerta de embarque número 27.

Macarena le lanzó un beso a través del cristal. En cuanto desapareció de su campo de visión, miró el reloj. Le pareció buena hora para tomarse una copa junto con Alicia, que seguramente ya estaría en casa. Hoy no tenía ninguna cosa importante que contarle. Y eso era precisamente motivo de celebración. Se había desecho de la carga que tanto le pesaba estas últimas semanas. Ahora su padre sabía todo lo que le había estado ocultando y le había notado eufórico. Vivo. Por unas horas volvería a ser el inspector jefe Rubio al mando de todo su equipo, en una importante misión. Eso la llenaba de alegría y de preocupación al mismo tiempo.

Sacó del bolsillo su teléfono y le envió un wasap a Alicia.

Macarena:

¿Qué haces, tía? ¿Te apetece un cubata?

 

En menos de diez segundos el móvil de Macarena emitió un par de pitidos.

 

Alicia:

Eso no se pregunta. Dime sitio y hora.

 

Macarena sonrió. Alicia siempre estaba ahí, en los buenos y en los malos momentos. Nunca le había fallado y estaba segura de que nunca lo haría. Tenía mucha suerte de tenerla como amiga. Algún día le contaría su secreto, aunque sabía que a estas alturas para Alicia no sería ningún secreto, probablemente. Era una conversación que llevaba rehuyendo mucho tiempo, pero que en algún momento no le quedaría más remedio que afrontar. Pensó en que quizás el día podría ser hoy, pero seguramente la volvería a posponer. Sí. Decidió que mejor otro día, ya si eso.

Lorenzo regresó a la puerta de embarque para reunirse con su antiguo equipo. Estaban todos.

David Tomelloso, el más joven. Era un agente ambicioso, se le daban bien las armas, era rápido y albergaba cierta puntería. No se arrugaba en los momentos de acción y solía destacar en las detenciones cuerpo a cuerpo. Era corpulento y atlético. Siempre que se le requería formaba parte en las misiones de la Brigada Antidisturbios.

Mariano Peláez, Nano, tan solo dos años mayor que David, pero mucho menos corpulento. Su fuerte era la criminología. Su eficacia en la búsqueda de pruebas e indicios de un delito es lo que le hacía destacar sobre el resto.

Francisco Hidalgo, alias mister Calma. Un hombre de mediana edad inteligente y paciente. Sabía adaptarse a las peores situaciones y mantener la calma en todo momento. Gracias a su carácter, se convirtió en uno de los mejores agentes del grupo de los TEDAX (técnico especialista en desactivación de artefactos explosivos) durante más de diez años. Una mala experiencia con un explosivo que casi le deja sin brazos le forzó a replantearse su carrera profesional. Acabó pidiendo el traslado y se incorporó al equipo de Lorenzo, aunque en muchas ocasiones sus excompañeros seguían acudiendo a él busca de consejo. Siempre actuaba solo, apartado del grupo. Le gustaba observar desde la distancia la escena y forzarse a buscar una perspectiva diferente. En muchas ocasiones, los casos se resolvían gracias a sus observaciones. Además, era la memoria viva de la unidad. Acostumbraba a apuntarlo todo. Años atrás lo hacía en una libreta, ahora en la agenda del móvil. Apuntaba por fechas todos los acontecimientos personales y profesionales que ocurrían a su alrededor. Si alguien quería saber en qué fecha se había desarrollado alguna misión o simplemente saber el aniversario de algún hecho importante, solo tenía que preguntarle a Paco. Lorenzo le tenía un cariño especial. Le admiraba.




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