Aitana
—¿Entonces las cosas con tu marido mejoraron?—inquirió Victoria llevándose una rebanada de pizza a la boca.
—Si, él ha sido tan maravilloso conmigo—casi me escuché suspirar.
—Me alegra saber eso, Ai—respondió limpiando los labios con una servilleta—. Pero no me has dicho lo más importante—alzó las cejas sugestivamente—¿Ya te dio dura contra el muro? Y macizo contra el pi—le metí un bocado más de pizza.
—¡Qué cosas dices!—me alarmé sonrojada por sus comentarios—. Respondiendo a tu pregunta, sí, ya hicimos el amor. Ya intimamos.
Ella rodó los ojos.
—¡Ay!, tú y tus romanticismos—la verdad si era una romántica empedernida—. En fin, más le vale a tu esposo tratarte bien o de lo contrario se encontrará conmigo. ¡La boxeadora número de la liga femeni—un quejido salió de sus labios, interrumpiendo sus palabras.
—¡¿Qué tienes, Vi?!
—No, no te preocupes. Son los jodidos dolores menstruales.
Dolores menstruales.
—¿Y ahora? ¿Qué sucede? Te has puesto pálida.
Dolores menstruales.
Menstruación. La palabra no dejaba de resonar en mi mente como si fuera alguna clase de eco.
—¿Aitana?—al escuchar su voz preocupada la mire—. Me estás asustando, ¿qué pasa?
—Yo—pase saliva—,no. No he menstruando, he estado tan absorta en otras cosas que olvide por completo mi periodo.
Victoria guardo silencio.
—Iré a la farmacia.
—¡¿Qué?! ¡No!—me alarme—Se-seguramente es un retraso—mi comentario no la convenció, y yo misma tampoco lo estaba.
—No, nena. En éstas cosas es mejor estar seguras—y con eso dicho salió del lugar dejándome sola y con mi mente.
«No, no. Es sólo un retraso, éstas cosas suceden. Sí, eso debe ser»
Recordé todas las veces que tuve relaciones sexuales con mi esposo, y la preocupación creció. No nos habíamos cuidado demasiado. Había tomado pastillas, pero nada más.
«««»»»
Después de una eternidad, Victoria regresó con una caja en la que se encontraba la prueba de embarazo.
—Ve—me dió la caja, y la tomé con las manos temblorosas, con paso trémulo avance hacía el baño.
Orine en el dispositivo y espere algunos minutos con la ansiedad en la boca del estómago.
—Positivo—dije mirando incrédula aquellas dos rayas que cambiarían por completo mi vida y la de mi esposo—.Estoy embarazada.