El precio de una venganza

26

Aitana

—¿Qué piensas, Mikhael?—pregunté tocando su cabellera negra. Él estaba recostado sobre mis piernas, y no había dejado de ver un punto fijo de la habitación.

Ahora mismo no teníamos la televisión encendida, a veces es necesario dejar el silencio. Había una paz calmada y silenciosa. Tranquila, muy tranquila.

—Pienso en mis padres—su voz fue algo suave y baja, algo raro ya que su voz era grave.

Sabía que su historia no había sido fácil, prácticamente estuvo solo durante su niñez y adolescencia. Y aunque ahora nos tiene a nosotros, el Mikhael de pequeño fue quién vivió aquellas experiencias. El Mikhael adulto ya no está solo, ahora es amado por mi y éstos bebés que crecen en mi, sin embargo, el pensar que mi esposo fue maltratado por su familia hace que quiera llorar y abrazarlo para protegerlo de cualquier mal.

—¿Cómo fue su relación?—pregunté tratando de hacerlo pensar en momentos agradables.

—Tenían una relación buena, sana. Fui plenamente amado por ellos, se encargaron de hacérmelo saber cada instante, incluso en las reprimendas.

—¿Crees que me aprobarían como tú esposa?

El sonrió con los labios cerrados.

—Si, eres una mujer extraordinaria. Conquistas a cualquiera con tu esencia alegre. Sería imposible que no te aceptaran.

Me alegré por su respuesta. Quería saber más sobre su familia, pero lo que quería saber eran temas sensibles, así que me guarde las intrigas que habían empezado a surgir.

Sentí unos leves pero claros movimientos en mi vientre.

—Amor—lo llamé tomando su mano y poniéndola sobre mi estómago.

Se estaban moviendo y eran tan extraño. Era hermoso, pero algo desconocido para mi. Mikhael sonrió mucho, y parecía tan conmovido. Beso la zona abultada y como si mis bebés le contestaran se movieron más.

—Ellos…—se quedó asombrado.

—Si, creo que te regresaron el gesto, amor. Estoy ansiosa por su llegada.

—Ya lo creo, esa habitación que tienes para nuestros hijos parece más una tienda de juguetes y ropa.

—¡Oh! ¡Vamos!, Amor. Tú también has aportado y con mucha ropa para nuestra niña.

Era evidente que ambos ansiábamos tenerlos en nuestros brazos. Ya habíamos preparado su habitación con todo lo que pudieran necesitar.

Nos esperaban días hermosos y también algo cansados, pero nuestro amor por los bebés nos darían la energía necesaria.

—Me hace ilusión ver a mi hija parecida a ti.

—Cada vez te vuelves más cariñoso, esposo.

—¿Te molesta?

—¡Claro que no! Me encanta—amaba sus mimos, por supuesto que no me desagradaba—. ¿Qué esposa no se siente feliz cuando tiene un esposo que la atesora?

—Te sorprenderías, cuando era más joven vi a algunos amigos engancharse en relaciones insanas. Uno en particular era muy atento con su novia y ella no hizo más que engañarlo y excusarse con que él era un aburrido.

Reflexione sus palabras. Yo también conocí a mujeres enganchadas en relaciones horribles, con tipos “malos” que las tenían en un sube y baja de malos tratos y luego recompensas inesperadas que hacen del “amor” algo adictivo.

—¿Tú no te viste envuelto en algo así, amor?—lo cuestioné curiosa.

—No, en ese momento yo estaba absorto en otras cosas—apartó sus ojos de mi mirada.

Mikhael

Quite mi mirada de la suya. En ese entonces yo estaba envuelto en resentimiento y el romance no formaba parte de mi vida. Sólo quería hacer arder al mundo. Un niño colérico.

—Sabes, amor—la escuché —, ya se que cuando apartas la mirada es porque me ocultas algo, pero, confío en tí.

Confío en ti.

El remordimiento apestaba, me encantaría verla a los ojos sin miedo a ser descubierto. Pero, si le digo la verdad, ¿cómo reaccionara? El miedo a que me aparté de su vida es enorme y con la llegada de nuestros hijos se ha intensificado. Ahora los problemas no serían sólo de nosotros dos, ellos también serían afectados. Incluso si le digo la verdad no puede ser ahora, sería muy arriesgado revelar eso en su estado. No los puedo arriesgar.

Y para empeorar las cosas los hombres con quiénes había hecho arreglos para derrocar al padre de Aitana, se están mostrando resentidos por haber jugado con ellos. La bomba de tiempo está corriendo, lo se. Fue una fantasía creer que podría mantener todo oculto. Le diré la verdad, pero aún no. Aún no.

Todavía no.




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