22 de junio del 2055, las secuelas de las catástrofes se notan cada día, despierto dentro de una choza improvisada que mi hermana y yo hicimos hace una semana, no es la mejor construcción del mundo, pero cumple su función, aunque ya debemos movernos, no es bueno quedarse quieto en un sitio tanto tiempo. Cada día es lo mismo, buscar comida, evitar ser asaltados y volver en la noche tratando de seguir vivos, nuestra madre fue asesinada por los Osiris cuando aún era pequeño, fue una muerte horrorosa, aún recuerdo sus quejidos ahogados por la soga en su cuello, todavía tengo pesadillas con eso, ningún niño merece ver algo así, pero mi madre sirvió de ejemplo de lo que no se debe hacer o de los que los poderosos no creen correcto ¿Acaso es un crimen tratar de buscar comida? Ellos creen que si, por eso la colgaron y mostraron su supuesto poderío.
Mi hermana y yo hemos estados solo desde entonces, cubriéndonos las espaldas, solo nosotros y este caos al que llamamos nuevo mundo. Me siento cansado, anoche salí en busca de algo de comer o para canjear por comida, anduve por un campamento y no encontré nada útil, solo el cansancio de la búsqueda, por poco me atrapan pero fui un poco mas ágil y me escabullí por detrás. Es hora de levantarse y salir a tratar de encontrar algo para comer, tomamos nuestras armas, Randerlie, su cuchillo y yo un arco que hice con varas de bambú y unas tiras de látex que encontré, no es muy resistente, pero está bien para casar animales pequeños.
Nos adentramos en un pantano, debió ser una hermosa laguna en sus días, antes de todo esto, ahora solo es un lugar espantoso, con un olor asqueroso, que por fortuna y milagro no es toxico, a lo lejos veo un conejo, -No te muevas- le digo a Randerlie - o lo espantarás. Me entristece pensar en que tendré que matarlo, antes me hubiese opuesto rotundamente a hacerle daño a algún animal, pero la situación ha cambiado, está entre cazarlo o morir de hambre y es una opción que no estoy dispuesto a elegir.
Tomo mis flechas, las cuales están hechas de unas ramas largas que tienen una punta afilada, esculpida con el cuchillo de mi hermana. Me deslizo lentamente hacia la dirección del conejo sin hacer el menor ruido para no espantarlo, disparo y le pego al conejo en una pata lo cual impide que salga corriendo, al momento lanza un ruido de dolor, me entristece, pero no hay nada que hacer. El pobre animal está sufriendo, sus ojos cristalizados me miran con miedo y no puedo evitar sentirme un poco afligido, pero ya no hay vuelta atrás, con el cuchillo de mi hermana termino con el sufrimiento que yo mismo le causé, mi hermana no puede mirar como mato al conejo así que se aparta a pocos metros de mi... Termino de quitarle la piel y limpiarlo cuando escucho ramas crujir no muy lejos de mí, parece ser que alguien se acerca, mi hermana grita-¡¡Shain!! Suéltame maldito imbécil- y escucho una voz masculina que dice "calma princesa" reconozco la voz del maldito Bruno y la silueta a su lado, el tuerto Archie, su estúpido seguidor. Son unos cazas recompensa que van de aquí para allá robando cosas de los capullos y de todo lo que encuentren, he trabajado alguna vez con ellos, buscando comida o joyas para robar, incluso una vez nos infiltramos en el capullo Tora para robar una especie de caja ceremonial, casi nos atrapan, pero por suerte escapamos, aunque uno de los ojos de Archie no volvió pegado a su cara, es por eso por lo que es el tuerto Archie, recuerdo que vendimos la caja y la paga fue buena, así que no puedo quejarme. Bruno es un hombre rudo y alto, con un cuerpo musculoso, malditamente intimidante, su cara parece la de un perro pitbull, redonda y grande, a su lado Archie que, aunque también parece rudo, es insignificante al verlos juntos.
-Shain, cuanto tiempo- dijo bruno con una voz burlona- uy que rico, hoy comeremos conejo Archie.
- ¿Qué quieres Bruno? - le pregunté empuñando firmemente el cuchillo.
- Tranquilo, solo quería saludarte y visitar a la hermosa Randerlie, nada más- dijo soltando a mi hermana, aunque estoy seguro de que quiere algo más, nunca hay cosas buenas cuando él está cerca.
-Bueno, en realidad – comenzó Bruno- te vengo a invitar a que nos acompañes a un trabajo dentro de los capullos, solo será entrar, buscar la mercancía y salir, la paga es bastante buena, tan buena como para comer por varios meses sin preocupación -Para serles sincero sentí intriga por aquel trabajo
- ¿Qué hay que hacer? - pregunté.
-Es simple- dijo bruno- solo hay que entrar al capullo Osiris, entrar a la casa del líder y robar unas joyas que están en su custodia , al volver puedes tomar lo que quieras robar y será solo tuyo, siempre y cuando no te atrapen, excepto, claramente, las joyas que buscaremos- esto me recordó a una historia que me gustaba de niño, era sobre un chico que fue llevado a una cueva para buscar un objeto, pero no podía tocar nada, pero cuando lo consiguiera podría tomar todas las riquezas que quisiera de dicha cueva, pero esto parece demasiado simple como para ser cierto y más conociéndolos.
-No me parece la idea- le respondí
-Piénsalo- me replicó- aparte no creo que a los del campamento de anoche le guste saber que andabas buscando que robarles o tal vez si le guste ¿Quién sabe? - dijo Bruno con una estúpida sonrisa en su cara
- ¿Como mierda sabes eso?
- Querido Shain no hay nada que pase aquí de lo que yo no me entere, así que... Vendré mañana por tu respuesta- se fue sin decir más. Mi hermana me estaba mirando preocupada a lo cual le respondí con una mirada que decía que todo estaba bien, busqué algo de leña y luego de un largo rato frotando unas varas pude encender algo de fuego, tomamos el conejo y lo pusimos al fuego para luego comerlo. Así pasó el día y después de meditarlo, por fin tomé mi decisión, no creo que tenga otra opción.
Ya es tarde en la noche, decir que hora es no me es posible, pero si he de adivinar, diría que son entre las once de la noche y la una de la madrugada. Es una noche hermosa, se escuchan algunas cigarras a los lejos, las estrellas parecen amontonarse una encima de otra tratando de llegar a un lugar más alto donde puedan relucir más, aunque siendo sincero creo que es imposible que se vean más hermosas de lo que ya son. Debo decir que siempre he amado las noches estrelladas, de pequeño solía pasar horas y horas, tirado en el patio, observando el cielo, esta calma me hace olvidar por momentos el hecho de que ya no tengo nada, que el que algún día jugaba en una gran casa no lo volverá a hacer, que los días de alegría pasaron, pero no es tiempo para lamentarse, es tiempo de mirar al cielo y agradecer que tengo un día más para admirar unas de las cosas que más amo, una de las cosas que me hace feliz; la fogata encendida, escuchar el crujir de las ramas consumidas por el fuego, mi hermana durmiendo tranquilamente, sin miedo, sin penas, sin preocuparse por lo que va a pasar mañana y creo que le tengo envidia, poder dormir sin preocupaciones, sin dolor, sin pensar en el mañana, pero bien lo dicen, el cansado es el que mejor descansa, sus suspiros me llenan de alegría al verla tan relajada, hasta me hace sonreír. A lo lejos veo pasar una estrella fugas y recuerdo cuando de pequeño que mi mamá decía que si pedías un deseo se haría realidad, hasta que comprendí que en realidad era un trozo de piedra entrando en la atmosfera, es uno de esos momento donde vas perdiendo parte de la inocencia, pero si pensamos en que es posible pedirle un deseo a esa "estrella" el único que tengo es poder despertar mañana y estar ahí para Randerlie el mayor tiempo posible, es lo único que quiero, que no le falte nada, no sé qué va a pasar, pero qué más da, solo estoy fantaseando, el futuro es incierto y claramente no lo va a decidir una estúpida roca desintegrada en la atmosfera del planeta. Supongo que tengo que dormir ya que mañana será importante, pero debo decir que esta noche dormiré cómodamente soñando con las estrellas.