“Has lo que amas no lo que el mundo espera de ti y no le temas a la piedras del camino amigo mío pues la piedras del camino son el camino en sí” (Rafael Lechowski).
Después de tres días de camino llegamos a una llanura situada en la parte sur de la ciudad, aún quedaban algunas horas para que oscureciera por lo que decidimos esperar a que llegara el ocaso, ya que debíamos entrar en la noche cuando la zona estaba menos vigilada. En lo que esperábamos le dimos otra pasada al plan para no dejar cabos sueltos, luego de esto Randerlie me llamó y nos separamos del grupo para hablar.
-Bien enana, aquí estamos- le dije con una sonrisa en la cara- ¿Qué me quieres decir?
-Me dices enana una vez más y no lograrás entrar a la ciudad- dijo, con su tono tierno, pero amenazante.
- Ya, ya, tranquila, si eres una enana, pero ya no te lo diré.
-Sabes- su rostro serio se hizo presente- hace diez años, cuando tuvimos que escapar, pensé que moriríamos, por suerte estábamos juntos y pudimos sobrevivir, pero hoy tengo ese temor de nuevo, pienso que fue una mala idea venir hasta aquí.
Cierto, cuando murió mamá -pensé- Hace diez años vivíamos tranquilamente en la casa de uno de los grandes jefes del capullo Osiris y aunque nuestra madre era solo una trabajadora doméstica, vivíamos relativamente cómodos, jugábamos con los hijos de los demás empleados y corríamos en el gran patio de la casa del jefe, recuerdo a todos los chicos con los que jugaba, Martin, Mario y los demás, pero a quién más recuerdo es a Mery, la hija del jefe, sus pelo largo y rubio era como seda de la más fina, siempre estaba metida en sus libros y su inteligencia era simplemente envidiable, recuerdo bien que su padre no la dejaba relacionarse con nosotros, por ser unos vagos y unos cualquiera, pero ella conseguía la forma de escaparse y venir a jugar con nosotros, hubo momentos donde nos separábamos de los demás e íbamos solos detrás de la casa y empezábamos a hablar sobre como sería el futuro, su optimismo era sorprendente, decía que tendría una granja con muchos animales y miles de plantas, por otra parte yo pensaba que todo seguiría igual y que sus plantas se morirían , nunca he sido tan optimista, eso la hacía enojar muchísimo y me llamaba grandísimos tonto pero luego volvía a reírse y fantasear con su granja y sus animales, eran buenos tiempos, hasta el día que encontraron a mi madre fuera, en el toque de queda, con unas raciones de comida, el jefe la mandó a apresar inmediatamente y aunque ella juraba que no había robado nada, la golpearon hasta más no poder, su cuerpo estaba magullado, sus manos marcadas y pisoteadas, su mirada sin fuerzas, todo por esa estúpida ración de comida, solo por algo que ella gritaba “era un regalo del jefe”. Los días siguientes fueron una tortura para Randerlie y para mí, no nos dejaban verla, aún no sabíamos si estaba viva o muerta debido a los golpes, Mery tenía totalmente prohibido salir de su cuarto y mucho menos hablar con nosotros, estábamos totalmente desamparados. Así llego el tercer día, mi mamá recibió un supuesto juicio el cual determinó su castigo, ese mismo día a mi hermana y a mí nos permitieron ver a nuestra madre, al llegar la vimos sentada en un banco de piedra, sus manos atadas con una cuerda gruesa, estaba toda marcada por los golpes, ni siquiera se parecía a ella.
-Acérquense- dijo mamá con una voz bastante débil- Shain quiero que seas fuerte, por ti y por tu hermana, deben siempre estar juntos y nunca confiar en nadie más que en ustedes.
-Mamá- la interrumpí- ¿Qué dices? Estaremos los tres juntos y no te preocupes, tengo suficiente fuerza para cuidarla a las dos, dime quién te hizo esto y verás cómo lo pongo en su lugar.
- Je, je, eso no lo dudo amor, pero por favor escucha lo que te digo, cuídense siempre.
-Shain no me tiene que cuidar mama- dijo Randerlie- tengo la misma edad que él y además soy más fuerte que él.
-Lo sé mi pequeña guerrera, sé que eres super fuerte y sé que se defenderán mutuamente, solo quiero que sepan algo, los amo con todo mi corazón, son mi luz, mi vida, siempre estaré con ustedes, nunca los dejare solos, siempre los amaré, recuérdenlo- vi que dos lagrimas corrieron por el rostro de mamá y aún no estaba entendiendo la situación.
- ¡YA ES SUFIENTE, YA PASÓ EL TIEMPO! - grito un guardia desde la puerta, mamá nos dio un beso a cada uno y nos dijo que nos marcháramos, cuando estaba a punto de salir mama me llamó.
- ¡Shain!
-Si mamá ¿Qué pasa? – pregunté.
-Dentro de la valija que está debajo de la cama hay 20 piezas de oro, quiero que me prometas una cosa- mamá puso sus manos en mis mejillas y me miró fijamente- quiero que me prometas que si me sucede algo te irás lejos con tu hermana, que no mirarás atrás y sobre todo que no volverás aquí.
- ¿Por qué me dices eso mama? - pregunte intrigado.
- No importa por qué- me respondió- solo promételo.
-Está bien- le respondí- por cierto, mamá ¿vendrás a la casa esta noche?
-Haré todo lo posible amor- me dio la sonrisa más triste que haya y esa fue la última vez que la vi con vida.
Al día siguiente me desperté por el griterío de la gente, no sabía que pasaba, pero desperté a Randerlie y fuimos a ver, íbamos haciéndonos bromas mientras seguíamos el ruido de la gente que nos llevó hasta la puerta principal de la ciudad y allí la vimos, una soga agarraba su cuello, su cuerpo colgando hacía movimientos involuntarios, ya su vida había escapado del cuerpo que la retenía, en ese momento Randerlie se desmayó y yo grité con todas las fuerzas que tenía. ¿Por qué nos dejó? - pensé- ¿Por qué dijo que volvería anoche? ¿Por qué tenía que pasar esto? Todas esas preguntas llegaron a mi mente, no podía contener mis lágrimas.
-Esto es lo que le va a pasar a todo aquel que intente robar al gran jefe- dijo un guardia frente al cadáver colgado de mi mamá- que les sirva de ejemplo al que lo intente, tendrán este mismo final.