El Propósito
Arqui llevaba en el bolsillo interior de su saco, doblada con cuidado, una tarjeta simple sin logotipo corporativo. En su superficie blanca, una sola palabra había sido escrita a mano con trazo firme: Aprender. La había escrito él mismo la noche anterior a su llegada, cuando el insomnio lo mantenía despierto y el miedo a no encajar le apretaba la garganta.
Un ejecutivo senior de canas plateadas y traje impecable pero corbata aflojada —señal de décadas de experiencia más que de descuido— lo observó detenerse en medio del lobby, desorientado como un recién graduado en su primer día de pasantía. El veterano guardaba su laptop en un maletín de cuero gastado, y sus ojos tenían esa claridad afilada de quien ha visto mil tendencias ir y venir.
—Muchacho —llamó, y había algo en su voz que hablaba de décadas asesorando a profesionales que jamás regresaban a agradecerle—, veo que estás evaluando tu próximo movimiento. —Señaló hacia los elevadores donde grupos de personas se dirigían con prisa en diferentes direcciones—. ¿Ves toda esa gente tomando los ascensores express? Van directo a las oficinas de los CEO, saltándose pisos, buscando atajos.
Arqui se acercó, intrigado.
—¿Y eso está mal?
El ejecutivo cerró su maletín con un clic metálico que sonó definitivo.
—No está mal. Solo que la mayoría sube rápido y baja más rápido aún. Llegan a la cima y descubren que nadie los conoce en el camino. —Se ajustó la corbata con una lentitud deliberada—. Los que construyen carreras duraderas son los que toman las escaleras. Los que se detienen en cada piso, conocen a la gente, aprenden cada departamento. Esos trazan rutas que otros querrán seguir.
Hizo una pausa, estudiando al joven con la intensidad de quien ha mentorado a demasiados ambiciosos olvidables.
—Llevas algo en el bolsillo. Lo tocaste tres veces desde que te vi. ¿Es un recordatorio o una meta?
Arqui sacó la tarjeta y la sostuvo como si fuera un talismán.
—Para no olvidar por qué vine.
—Bien. —El ejecutivo recogió su maletín con una sonrisa que había visto demasiadas modas corporativas nacer y morir—. Porque este distrito... —hizo una pausa, buscando las palabras exactas, o quizás esperando que Arqui las encontrara primero— te ofrece mil roles, mil versiones de quién deberías ser según el trend de LinkedIn de la semana. Pero solo te deja quedarte con lo que trajiste definido desde el principio. Con tu valor único.
Algo en esas palabras resonó en el pecho de Arqui como una notificación importante en medio del ruido digital. Aquella tarjeta escrita a mano sería su norte, su propósito entre el caos de ofertas laborales que competían por atención. No había venido a imitar las estrategias de moda, ni a repetir fórmulas de éxito ajenas, ni a coleccionar conexiones como trofeos digitales sin significado.
Había venido a construir una carrera con propósito.
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novela corta de superación y finanzas, ficción inspiracional (liderazgo), alegoría narrativa
Editado: 12.11.2025