Prólogo

05 de octubre, 2015.

Repasé el folleto con mi vista una y otra vez admirando con añoro la mágica y tan esperado momento. Desde que me gradué de la secundaria, estuve buscando la posibilidad de ejercer de manera profesional mi pasión por la fotografía y realmente, no se había presentado la oportunidad.

Trabajaba en una heladería y eso me daba la posibilidad de aportar algo para los gastos de mi hogar pero, aún así, juntandolo con los ingresos de mis padres, no era suficiente para costear una carrera. Pero después, se me presentó esta opción, de optar una beca y la verdad fue la mejor noticia que me pudieron dar.

—Dime que ya te dieron una respuesta. —Christie apareció sorpresivamente y se sentó en la banca al frente de la heladería donde trabajaba en el centro comercial.

—No, aún no —guardé el folleto en mi cartera—. A penas mandé la solicitud anoche.

Hillsborough Community College estaba ofreciendo una beca para un curso en estudios de Medios Audiovisuales, por dos años y yo no dudé ni por un segundo en enviar mi solicitud. Christie, mi mejor y única amiga, fue la que me dio esa información puesto que ella iba a estudiar allí Artes Culinarias. Ese era el único inconveniente que se me presentaba; la universidad estaba en Tampa, Florida y yo vivía en Boston.

—Ya verás que te aceptarán. —Christie se regocijaba ante aquella espera.

—Lo que en verdad me preocupa es que dirán mis padres si me llegan a aceptar. Es esa mi mayor angustia. —me froté la frente como si al hacer eso una solución surgiría mágicamente.

—Enit, tienes dieciocho años y ellos no pueden atarte, legalmente puedes hacer lo que quieras. — movió su cabeza mostrando obviedad en sus palabras.

—Eso lo sé, pero yo no tengo dinero para comprarme un boleto hasta Florida —dije aún preocupada—. Y si ellos no es tan de acuerdo con que me vaya a estudiar para allá, no me darán ayuda monetaria.

—Si eso sucede —posó su mano sobre la mía y me dio una mirada reconfortadora con sus perfilados ojos color esmeralda— Encontráremos una solución. Mientras esperas la respuesta de la universidad, ve convenciendo a tus padres y diles que mi madrina está dispuesta a recibirnos en su casa.

Y eso hice. Ese mismo día fui a mi apartamento para hablar con mis padres. En el camino, le implore tantas veces pude al cielo para que su respuesta fuera positiva y me apoyaran. Cuando llegué y atravesé la puerta de mi hogar, la voz de una niña traviesa invadió mis oídos; Everett, mi hermana de seis años estaba jugando en nuestra pequeña sala y mamá la acompañaba sentada en uno de los sofás mientras, leía una revista.

A lo que Everett notó mi presencia, saltó sobre mi y se guindo en mi cuello para después rodear mi torso con sus piernas. Mi hermanita era una niña muy dulce, intuitiva y llena de energía, tenía un cabello tan negro como el azabache un poco parecido al mío y unos ojos color caramelo que te envolvían por la ternura que transmitía. Aquella niña era mi completa adoración.

—¿Cómo te fue en el trabajo, hija? —mamá me dió un beso en la mejilla y luego se fué a la cocina.

—Servir helados no es lo más interesante del mundo pero... — dije con voz aguda— Me fué bien.

Me dirigí hasta donde se encontraba ella aún con Everett en mis brazos, vi que comenzó a servir la cena así que me ofrecí a ayudarla y bajé a mi hermanita a el suelo.

—¿Papá aún no ha llegado? —lo busqué con la mirada por todo el apartamento.

—No, a lo mejor su turno se extendió. — supuso.

Fruncí mis labios ante su respuesta.

Papá era bombero, toda su vida lo había sido y era alguien renombrado en su trabajo. Era un ejemplo a seguir, y también era como una especie de héroe para nosotras, aunque para mi lo estaba dejando de ser desde hace mucho debido a que sus decisiones se volvieron un poco irresponsables. Él tuvo un accidente en su trabajo que hizo que tuviera una lesión en la columna, desde entonces tomó el hábito de tomar alcohol mezclado con analgésicos y lamentablemente eso se convirtió en una especie de adicción.

—...O esta en el bar de la esquina. —mencioné cabizbaja colocando los platos en la mesa del comedor.

—Enit, no comiences.

—No hay que tapar el sol con un dedo, él se la pasa metido en ese bar todos los días y hasta toma cuando está aqui —reclamé—. De paso nos llena la cara de mentiras diciendo que "Va a dar paseos para mejorar la recuperación de su columna" —hice comillas con mis dedos y volví a la encimera de la cocinera para tomar el bol con la ensalada—, cuando en realidad se va tomar.

—Entiende, que tú padre pasó por un momento muy difícil por esa lesión.

—Ya eso fue hace un año. —puntualice firme. Mamá puso sus manos en forma de jarra.

—Enit, ya basta. Siempre tenemos la misma discusión.

—Y siempre lo defiendes.

***

Papá llegó, anunciandolo con alevosía haciendo que resonara por todo el apartamento. Everett estaba sentada conmigo en el sofá mientras, le leía un cuento y al ver a nuestro padre, salió disparada a recibirlo con los brazos abiertos. Yo lo saludé con una pequeña sonrisa y él me la correspondió después de que mamá lo abrazara.

Él llevó a Everett a su habitación para que fuera a dormir y tiempo después, ya estaba de vuelta en la sala para irse en dirección al comedor. Yo me levanté de mi lugar y fui hasta donde se encontraban mis Padres conversando.

—Se quedó rendida inmediatamente. —escuché decir a papá.

—Llevaba esperándote desde la cena —un tono de reclamo salió. Ambos me observaron—. Tengo algo que decirles.

Cambié de tema radicalmente y acomode mi flequillo en un signo de nervios. Era una mala costumbre que tenía.

—Habla. —papá me incitó despreocupadamente y luego pasé mi mirada intercaladamente entre ambos.

—La universidad Hillsborough Community College, está ofreciendo una beca completa para estudiar un curso de Medios audiovisuales e información con una duración de dos años. Y anoche envié mi solicitud.