El rostro de la Nada

Anima mea

Era como el mismo universo dentro del universo mismo y de manera cruel jugara con las pobres almas perturbadas e iniciadas en el clan de los iter voluntatis [NRR1] y a su vez mostrara a Milo ante estos como un joven superior a ellos y los animarum viatorum. Sin embargo, Milo en las incontables veces que había visitado el espectral jamás se había percatado de que no estaba solo ni mucho menos en el lugar en el que se encontraba.

Para él aunque resultaba extraño los viajes constante que hacía, nunca se había cuestionado porque le era tan fácil desprenderse de su cuerpo cuando dormía, pero eso no le preocupaba porque en su mente fuera de su cuerpo o no le preocupaba más resolver el enigma que le rodeaba y al que debía dar una solución.

Para Ezeq no había pasado tanto tiempo como lo había sido para Milo, de hecho, supo el momento exacto en que el joven sin rostro había entrado a su mundo, uno que él tampoco conocía del todo.

Después de todo el tiempo era una media que difería mucho del plano terrenal al espectral.

Entonces a su mente vino la duda de por qué si era un guía para Milo en su travesía cuál era la razón para no conocer por completo el mundo que habitaba; porque de una cosa sí que estaba seguro y es que no era un alma o lo que fuera joven, tenía tiempo existiendo y siguiendo ordenes de dos personas a las que nunca les había visto el rostro, sin embargo, aunque llevara los milenios que se imagina tenía existiendo.

Así que lo único que podía hacer una vez que la visita de Milo terminara era escabullirse de las constantes guardias que mantenían sobre su alma para dedicarse a una búsqueda exhaustiva sobre los orígenes que lo mantenían aquí y los orígenes de lo que Ezeq consideraba podría ser el motivo de la búsqueda del rostro de la Nada.  

 




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