El señor de los nigromantes

Capítulo 1: camino hacia el monasterio.

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Nota:

Anteriormente, en el primer libro de la saga y en la primera version de este, se usaba una adaptación del universo de final fantasy, sin embargo, debido a problemas de compatibilidad entre los universos, la adaptacion no habia sido creada para jugar las campañas de warhammer sin o para crear campañas propias, se decidió regresar al Lore original. 

Debido a esto se utilizara la ambientacion de warhammer fantasy y Brusha pasa ser una humana junto con Sahsa y Yudren, aunque Sahsa preferiria que estuviera marcada por el caos con rasgos felinos (quedaria bien dejarle los ojos, la cola y las orejas solo hacerlas un poco menos notorias para que pudiera ocultarlas), en otras palabras una mutante. Odrat seria un elfo, Eriri una Halfling y Xian un enanmo. 

lamento cualquier confucion o incomodidad que esto pueda traer a los lectores. 

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El inicio de una nueva aventura

“Se necesitan aventureros con ingenio y algo de inteligencia para una exploración en las montañas grises de esta zona, en busca de tumbas, túmulos funerarios y otras reliquias de tiempos pasados.

La búsqueda debe de hacerse en pequeños grupos, cada uno de ellos con una región asignada, la cual deben estudiar, vigilar y cartografiar, además de informar (Con escritura clara y legible) sobre todos los sitios de interés descubiertos.

Son un requisito la habilidad y talentos para la exploración, la cartografía y la supervivencia, ya que cada grupo dependerá de sus propios medios para mantenerse en la naturaleza y cuidar de si mismo frente a todos los peligros y adversidades.

BUENA PAGA, con bonificaciones por cada descubrimiento realizado. 

Interesados contacten con JEAN-LOUIS DINTRANS en EL MONASTERIO DE LA MAISONTAAL.”

Así decía el cartel que los Dovakiin’s se encontraron en el tablón de anuncios de una taberna por la que iban pasando. Después de su encuentro con el demonio Gideon y su maestro Johannes el grupo necesitaba despejar la mente un rato, por eso habían viajado fuera del imperio a las tierras del reino de Bretonia para relajarse después de tan atroz experiencia.

Para mala fortuna de Brusha y sus compañeros, y también como ya era costumbre en aquellas situaciones, el grupo se había quedado sin dinero suficiente siquiera para poder regresar al imperio. Afortunadamente se habían topado con el anuncio de reclutamiento y aprecia que el monasterio, lugar donde se llevaba a cabo el pedido, no se encontraba a más de dos días de distancia, por lo que parecía que sus problemas habían sido resueltos como por arte de magia.

El grupo se encontraba actualmente en la plaza de Grunere después de un día de viaje, una ciudad a las faldas de las montañas grises que era vecina con el monasterio. Según les habían mencionado, un monje del monasterio se pasaba todos los días al medio día en la plaza para hacer de guía a los grupos de aventureros que deseaban tomar el encargo, esto después de hacer unas cuantas compras en el pueblo.

Voz misteriosa: por su forma de vestir he de suponer que ustedes son el nuevo grupo de aventureros que ha aceptado el encargo de nuestro Abad, ¿no es así?

Una voz un poco ronca y algo pesada se escucho cerca de nuestros héroes mientras esperaban en la fuente de la plaza a que diera el medio día. Se trataba de un enano, una de las tantas razas pensantes que vivían en este mundo que se destacaban por tener una estatura muy pequeña, menos de 1.5 m por lo regular. El enano vestía una túnica verde adornada con sencillos grabados de algunos símbolos religiosos y llevaba un cayado de madera sencillo, sin duda alguna se trataba del monje al que estaban esperando.

Tyler: Muy buenos días, ¿o creo que ya son tardes? – fue el primero en hablar, el grupo ya se había acostumbrado a que Tyler tomara la palabra en un primer instante debido a que lo hacía con frecuencia y, como solía obtener buenos resultados al tratar con otros debido a su origen de noble, nadie se extrañó ni intento intervenir en la plática o callarlo. – Como usted dice, nosotros somos los Dovakiin’s, un clan de aventureros que espera ser contratados por el abad del monasterio de La Maisontaal para la misión que esta encomendando. Usted debe de ser el monje que hace de guía para los grupos de aventureros que llegan a la ciudad, permita que presente a mi persona y a mis compañeros…

Monje: Si, si, si… mucho gusto y todo lo demás. ¡Ahora andando! el camino es largo y me gustaría llegar al monasterio antes del anochecer.

Aquel monje que se había presentado ante nuestros héroes no era como el típico estereotipo de clérigos con los que se habían encontrado antes. La mayoría de los sirvientes dedicados al servicio de Sigmar, Verena o incliso Myrmidia eran siempre muy corteses, aseados y daban un aire de pertenecer o al menos saber tratar con la nobleza. Por el contrario, este monje era grosero al hablar, llevaba las ropas todas desalineadas y no parecía haber tomado un buen baño en una semana; además de que su forma de comportarse carecía completamente de la mínima etiqueta de la nobleza.

El monje se dirigió hacia un par de monturas que cargaban diversos objetos en la espalda, aquellas monturas se trataban de cabras de montaña en lugar de caballos. Este comenzó a dirigir a las extrañas criaturas hacia las afueras de la ciudad y los Dovakiin’s no tuvieron más opción que seguirlo en silencio, o al menos la mayoría de ellos ya que Eriri mantenía su habitual personalidad y se maravillaba y preguntaba por todo lo que veía mientras viajaba en los hombros de Yudren sin esperar una respuesta real por parte de su guía o sus compañeros.




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