El shinobi olvidado[運] —naruto fanfic—

Capitulo 2

Capítulo 2

— 70 años después —

Armonía, aquella sensación de paz y serenidad gobernó a la maleza, tras la derrota de la diosa coneja. La esencia vital de la naturaleza lentamente regresaba a su origen, despaciosamente se recomponía de los daños causado por la batalla. Poco faltaba para recuperarse completamente de los daños.

En la travesía, un ave que planeaba entre el cielo, disfrutando suavemente aquella corriente del viento, sus ojos observaron con precaución una figura, pudiendo ver una cabellera casi blanca en su totalidad, tenía mechones castaño claro, su mirada reflejaba frialdad y serenidad, como el agua calmada de un tormento. Aquellos ojos avellanos observaban una dirección, específicamente un pueblo, sin perder el tiempo necesario, continúo avanzando rápidamente, acelerando su caminar, no cambiando su estoico rostro.

—Ha pasado mucho tiempo desde aquel entonces — suspiro cansado, miro de reojo a los aldeanos que habitaban dicho pueblo, luego de eso, su mirada se fijó en un templo o lo que parecía ser un templo. —Hm… ha de ser viejo, pobre Hagoromo.

Continuo su camino, ignorando las miradas cautelosas que recaían sobre sus hombros, desapareciendo en un destello negro para no atraer una atención indeseada.

Por otro lado, Ootsutsuki Hagoromo yacía en una cama cómoda, lo suficientemente cómoda para su cuerpo tan debilitado, la vejez está terminando sus últimos momentos de vida y la enfermedad que poseía no fue de gran ayuda, consecuencia de ser un jinchuriki del juubi, su cuerpo no soportaba la inmensa carga de llevar una entidad temible y poderosa en su interior.

Sin embargo, haciendo uso de sus habilidades, dividió al juubi en nueves partes, nuevos seres distinto. Cada uno de ellos tenían algo que los hacia especial, distintas apariencias como habilidades y dominio, pero lo más importante era que todos descendían de una entidad primordial, y sus propósitos serian evitar que la bestia renaciera de nuevo, evitando así la inminente destrucción.

Todavía recordaba cómo se despidió de ellos.

—Shukaku, Matatabi, Isobu, Son Gokū, Kokuō, Saiken, Chōmei, Gyūki, Kurama — Llamo el hombre que alguna vez fue un Dios entre humano —. Siempre estarán juntos, incluso si son separados. Y un día, se convertirán en uno... Con nombres distintos... En formas diferentes en las que ahora existen. Y a diferencia de cuando habían estado conmigo, serán guiados por el camino correcto. Con el paso del tiempo... Sabrán cuál es el poder real…— continúo hablando con ellos, ignorando la tristeza que los bijuus tenían por él, el hombre no era ingenuo, sabía que estos seres eran inteligentes, demasiado, rezaba para que nada les sucediera a ellos, pues los humanos de las bestias dependían, si sus corazones se llenaban de odios, no habría salvación. Sin embargo, opto por ignorar la tristeza y se dispuso charlar con ellos, después de todo su momento ya estaba llegando, su cuerpo frágil se estaba rompiendo poco a poco.

La era del sabio de los seis caminos, finalmente había terminado.

No obstante, decidió no perderse en sus recuerdos, en sus fracasos y en sus victorias. Alejándose de sus depresivos pensamientos, pudo ver a través de sus ojos, unos ojos luminiscentes de un color azul blanquecino observándolo fijamente sin ninguna intención hostil hacia su persona, razón por la cual estaba tranquilo y en guardia baja. 

—Has envejecido, Hagoromo-san — salió de la sombra, Ronin viéndolo fijamente.

—¿Puede presentarse, muchacho? — pregunto Hagoromo.

—Soy Ronin, no tengo un apellido — respondió el, mintiendo en la última parte. — estoy seguro que sientes una sensación familiar hacia mi persona, ¿O me equivoco?

—Justamente eso iba a preguntar, Ronin-kun — contesto el sabio con una sonrisa curiosa en su rostro, olvidando por momentos la sensación de estar postrado en la cama. —¿Es que acaso nos conocemos de algún lado? — pregunto.

—Oh, no diría que me conocieses de manera personal — explico con serenidad, caminando hacia una ventana y mirar las estrellas —. ¿recuerdas como sellaste a tu madre?

—Le pides demasiado a este anciano — rio un poco, aceptando su vejez, quizás ese hombre mitigaría un poco los fracasos que en vida cometió — Si, lo recuerdo perfectamente, incluso el como yo y mi hermano la sellamos… pero en ese entonces no pude a la persona que fue desintegrado por el ataque de mi madre. Ganamos gracias a esa persona.

Ronin asintió, sabiendo los hechos reales, después de todo fue su clon, su más grandiosa creación quien detuvo a Kaguya por momentos, hasta que los hermanos despertasen.

—Supongo que así fue — espeto, esbozando una sonrisa enigmática y fría, siendo previsiblemente notado por el anciano, quien segundos más tarde se dio cuenta que estaba antes la persona que “sacrifico” su vida.

—T-tu eres el… — expreso con incredulidad —P-pero ¿Cómo estas vivo? Te vi morir, no debería ser posible.

—Clones, Hagoromo-san, clones — agrego Ronin con calma, caminando hacia el Ootsutuski y de paso, sentándose en el suelo a su lado en una posición meditativa. —Pero eso ahora no importa, ¿Qué fue de tu vida y la de tu hermano? — pregunto curioso.

Desde entonces, Hagoromo sonrió contándole de su vida, de sus victorias como fracaso, al igual que de su familia y sobre sus propósitos, disfrutando las pocas horas que tenía.

Hasta que el momento finalmente llegó.

Sus ojos lentamente se cerraron, falleciendo con una sonrisa en su rostro.

Ronin observó aquel acontecimiento con ataraxia, sintiéndose libre de una carga, finalmente de su amigo pudo despedirse, lo vio por una última vez, y su cuerpo tapó con la sábana.

Antes de desaparecer del lugar, provocó un ruido lo suficientemente fuerte para atraer la atención de las enfermeras. Al cabo de unos segundos, mujeres y hombres llegaron alarmados, viendo como aquél hombre que fue considerado un Dios yacía muerto con una leve sonrisa.




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