Capítulo 11
—"Grooaarr"— resonó el grito de una bestia enojada, sin pensarlo dos veces contra un hombre "serpiente", golpeándolo con unas de sus 3 colas, sin embargo, no ceso, continúo atacando violentamente, a veces golpeo con sus garras humanas, de las cuales estaban cubierta por una flama roja que parecía quemar todo a su paso. Por otro lado, la serpiente humana parecía esquivar con facilidad, aunque no todo era perfecto, desde lejos se notaba su respiración dificultosa.
—Que niño desesperado eres —sonrió burlesca con claras intenciones de enojarlo aún más—si continúas actuando de esa manera por sasuke-kun, creeré que te gusta kuku—rio macabramente, esquivando por poco una cola que iba en dirección en su cabeza, pero otra cola atrapo y la restante quebró su espalda, nada de eso lo freno, pues rápidamente cambio de cuerpo como si de una serpiente real se tratase.
Mientras todo esto sucedia, dicho evento era observado por dos personas sumamente silenciosas, excepto kaguya, que tenía toda la intención de recuperar el chackra que le fue arrebatado, incluso si quisiera, a su lado estaba el ser que fácilmente la derroto, no importaba si no estaba del todo recuperado todavía tenía la total ventaja contra ella.
—¿Qué hacemos, o más bien como viajamos al pasado? —pregunto la suave voz de la mujer que miraba fijamente al ser que la derroto sin una pizca de piedad.
Silencio.
—Oye, ¿me escuchaste?¡No me ignores! —replico un poco enojada, no creyendo que alguien la ignorase, incluso si cayo antes aquella figura, su orgullo era fuerte, pero... lo noto. Los ojos del hombre estaban mirando fijamente al portador del zorro. Y entonces, se dispuso a observar de nuevo, viendo cómo se desarrollaba el combate.
Hasta que vio que el chico fue detenido por unas gigantescas ramas de maderas que surgieron del suelo, sin mencionar que absorbia la corrosiva energía de la bestia, hasta que finalmente lograron hacerlo desaparecer y aquella energía sangrienta rebosante de odio fue desvaneciéndose, dejando mostrar a un rubio que, por fin, pudo en paz dormir.
—Dime, Kaguya-san. —llamo el hombre, captando la atención curiosa de la ajena que no se veía sorprendida—¿Crees en el destino?
Si fuera honesta en el exterior, admitiría que su pregunta le asombro un poco, mas no lo haría.
—No, no creo en esas cosas...—contesto sin duda, lentamente sintió como su cuerpo era abrazado por una fuerza invisible, el viento de la naturaleza quiso abrigar su frio corazón, queriendo saber la respuesta—. Hay veces en que, si lo creo, ¿Por qué lo preguntas?, acaso... ¿crees en eso? Eres un tonto, si lo crees.
El no respondió. Inhalo profundamente y el aire que sus pulmones recolecto, lo dejo ir paulatinamente por el hueco de su nariz, disfrutando el suave olor que la naturaleza desprendía, de su tranquilidad y paz.
De pronto, giro su cabeza. La miro por un rato. Se le acerco. Su cabeza acaricio, y su frente beso.
Tal acto, sorprendió con sinceridad a la mujer, sin saber que su rostro demostró su expresión de asombro al hombre, sin embargo, sus caricias acepto, no porque era sumisa, porque era algo tonto pensar en eso, simplemente sentía que no había malas intenciones en aquellas caricias.
—Sí, yo creo en el destino... —susurro, rozando por sus labios contra el suyo, en el momento que se inclinó hacia ella. Sus ojos luminiscentes azules chocaron con los ojos perlas de la peliblanca.
Luego de unos segundos, se alejó de ella, aquella que estaba estupefacta por su repuesta y sus acciones, cosa que al principio la puso nerviosa del temor, nada podía poder hacer en frente del ser, pero estaba desconcertada por la repuesta que recibió, ¿Cómo una entidad como el, creía en el destino? No podía ser posible, ¿verdad?
Y entonces, se dio cuenta, al igual que esa persona, todavía poseía cosas que los hacían humanos, sentimientos, recuerdos, creencias....
—¿Por qué, que razones tienes para creer en el destino? —insistió, queriendo más respuesta del enigma.
—Ven... y observa, ¿Qué ves en esos shinobis? —guardo silencio, se giró, dándole la espalda por consecuencia, de nuevo observo a las personas que se anteriormente se habían enfrentado a la serpiente humana.
Al principio la peliblanca se negó a recibir una orden. Luego lo pensó, si quería obtener lo que quería, caso debía hacerlo, sin otra opción lo hizo, suspirando en el acto.
Camino hacia su acompañante y observo en la dirección que apuntaba con su mirada. Viendo principalmente al rubio, el transmigrante de su nieto.
—Veo a un grupo de perdedores que en un futuro cercano serán reconocidos, especialmente aquel rubio—señalo con su mano, causando una diminuta sonrisa en Ronin.
—¿Te has dado cuenta, Kaguya-san? —expreso con una leve sonrisa plantada en su rostro, para confusión de la mujer.
—¿De qué? —pregunto.
—Sé que no eres tonta —respondió con la misma expresión.
—mmm, ¿hablas de lo que dije anteriormente?
El antiguo asintió.
Ella pensó lo que dijo y repitió las mismas palabras en su mente, sin darse cuenta había dicho lo contrario a lo que ella creía. Ella dijo su destino, aunque estando en el pasado, sabría su futuro.
—Sí, ya lo recordé, he dicho que se volvería reconocido.
Para su sorpresa, acaricio su cabello de manera tranquilo.
—En efecto, él se volverá reconocido, de alguna forma inconsciente, aceptaste al destino —le explico, dejando de darle caricias—. Para decirlo de alguna manera simplificada, el destino existe. Quieras o no. Lo creas o no. Existe y nada puede detenerlo, aunque no depende solamente de ti, el destino de una persona está unido a otro, dependiendo de sus decisiones, puede afectar a otros o a sí mismo, y de ella, dependerá si su vida se alarga o se acorta.
De nuevo miro al chico y sonrió con ironía.