La infiltración había terminado en menos de dos minutos. El agente del Cónclave, corpulento y con uniforme de buceo, se giró hacia Kira, sus ojos fríos detrás de las gafas de sol.
—¡Tú! ¿Quién eres? —exigió el agente, dando un paso hacia ella.
Kira no respondió con palabras. Su entrenamiento militar le dictó que, en un espacio reducido, el entorno es el arma. Ella no tenía pistolas, pero tenía equipamiento de buceo de alta presión.
El agente hizo un movimiento para sacar el arma. Kira reaccionó con la velocidad de un depredador. Agarró un tanque de aire de acero lleno de oxígeno de inmersión profunda, lo giró y lo usó como un ariete improvisado. El agente se cubrió, pero el peso y la velocidad del tanque lo golpearon en el hombro, haciéndole soltar el rifle.
—¡Intrusos! —gritó el segundo agente, que estaba con Vance y Amir.
El centro de buceo estalló en caos. Vance, sin perder la calma, usó su distracción para empujar a Amir y lanzar una caja de aletas que golpeó al segundo agente en la cara.
—¡Vance, los tanques! —gritó Kira.
Kira, sosteniendo el tanque de aire en su mano, lo lanzó contra el agente herido. El agente esquivó, pero Kira lo usó como distracción para lanzar lo que realmente importaba: una linterna de buceo de alta intensidad. El haz brillante cegó momentáneamente al agente.
—¡Amir, el barco más rápido, ahora! —ordenó Vance, lanzándose sobre la mesa para unirse a la pelea.
Amir, el experimentado contrabandista, ya estaba corriendo a la parte trasera, hacia el muelle privado.
Kira no quería matar, solo inmovilizar. Se lanzó al suelo, agarrando un cuchillo de buceo y, en lugar de apuñalar, lo usó para cortar la manguera de aire de repuesto que el primer agente llevaba atada al cinturón. El aire siseó, desorientándolo.
El segundo agente, que se había recuperado, se lanzó sobre Kira, intentando inmovilizarla.
—¡El Archivo! —murmuró el agente.
—¡No es un archivo! ¡Es una laptop! —gritó Kira, rodando fuera del alcance.
Vance, luchando contra el primer agente, gritó: —¡El barco, Kira! ¡Te sigo!
Kira agarró los trajes de buceo y la laptop. La adrenalina le dio una fuerza inusual. Corrió hacia el muelle trasero. El segundo agente la persiguió.
Amir ya había encendido el motor de una lancha de buceo de fibra de carbono, pequeña y extremadamente rápida.
—¡Sube, rápido! —gritó Amir.
Kira saltó a bordo, la lancha cabeceó. El agente del Cónclave llegó al borde del muelle. Kira no tuvo tiempo de pensar. Agarró una cuerda de ancla y la lazó como un látigo, enrollándola alrededor del tobillo del agente.
—¡Adiós, amigo! —gritó Kira, mientras Amir pisaba el acelerador a fondo.
El agente fue arrastrado por el muelle y cayó al agua con un gran splash.
Vance, magullado pero ileso, saltó a bordo justo cuando la lancha de fibra de carbono salía disparada del muelle, dejando atrás a los agentes aturdidos.
—¡Amir! ¿Por qué tienes el barco más rápido de Alejandría? —preguntó Vance, jadeando.
—Porque el Cónclave paga muy bien por él. Pero un amigo de la familia siempre va primero —dijo Amir, sonriendo por primera vez.
—¡El Cónclave viene! —gritó Kira, señalando hacia el puerto. Dos lanchas de intercepción ya estaban saliendo del puerto principal.
—Amir, dirígete a las coordenadas de Kira, ¡rápido! —ordenó Vance—. ¡Es la Librería Sumergida!
La lancha zarpó hacia el mar abierto. La inmersión en la Librería de Alejandría, el verdadero inicio de su aventura arqueológica, estaba a punto de comenzar.