Combate en la Oscuridad
La cripta se convirtió en un campo de batalla de sombras. La figura de Xyros, el agente del Cónclave, bloqueaba la única salida con una determinación glacial. Kira se movió primero, con la rapidez que solo años de entrenamiento militar podían proporcionar. Su pistola compacta escupió tres rondas rápidas, forzando a Xyros a protegerse detrás de una estatua de Buda de piedra maciza.
—¡Elías, concéntrate en la pared! ¡Nido, cobertura! —ordenó Kira, mientras se lanzaba a un lateral, usando la base de una columna como parapeto.
Nido, sorprendentemente ágil a pesar de su complexión, no usó armas de fuego. Sacó una pequeña esfera de metal que arrojó al centro de la cripta. Al impactar, la esfera liberó un pulso electromagnético bajo y ensordecedor, acompañado de un destello cegador que duró solo un segundo.
Xyros se tambaleó, momentáneamente aturdido y desorientado.
—¡Ahora, Vance! —gritó Nido.
Vance ya estaba de rodillas frente al mapa estelar grabado en la roca. Sabía que no tenían tiempo para un activador físico. Necesitaba el objeto atlante que había estado buscando desde el principio: El Núcleo de Oricalco que Nido había recuperado de Victoria.
—¡El mapa estelar! ¡Es un puerto de energía! —se dio cuenta Vance.
Activación a Contrarreloj
Vance sacó con manos temblorosas el Núcleo de Oricalco. Era un cubo de metal frío y opaco. Lo presionó contra la configuración estelar de la roca.
Un zumbido bajo y potente comenzó a resonar en toda la cripta. La roca absorbió la energía del Núcleo; las líneas estelares se encendieron con una luz azul cegadora. La presión del aire cambió, un olor a ozono inundó el espacio.
Xyros se recuperó del destello. Al ver lo que Vance intentaba, rugió y cargó contra él, lanzando una ráfaga de dardos de energía azul.
Kira lo interceptó. Se lanzó de frente, impactando a Xyros en el hombro y empujándolo contra la pared de piedra. El agente del Cónclave era más fuerte, entrenado para la brutalidad pura. Xyros la inmovilizó, forcejeando para apuntar su arma a la cabeza de Kira.
—Victoria te lo advierte, Capitana. Esto es nuestro linaje —siseó Xyros.
—Tu linaje va a explotar el Mediterráneo —replicó Kira, golpeándolo con el talón en la rodilla, obligándolo a doblarse por el dolor.
Mientras Kira y Xyros luchaban cuerpo a cuerpo, la roca vibró intensamente detrás de Vance. La secuencia de activación estaba llegando a su fin.
La Puerta del Corazón
El zumbido se elevó a un tono insoportable. Con un crack que hizo vibrar el piso, la pared de roca, justo donde estaba el mapa estelar, se hundió hacia el interior.
No era una puerta corrediza, sino un vórtice de luz. Una abertura rectangular perfecta que daba a un túnel que parecía descender hasta el corazón mismo de la montaña. El túnel estaba iluminado por una luz ambiental suave y etérea, y desprendía un aire más cálido y húmedo que la cripta, como si el clima interior fuera controlado por tecnología milenaria.
—¡Está abierta! ¡Muévanse! —gritó Vance, quitando el Núcleo de Oricalco justo a tiempo para evitar una sobrecarga.
Kira usó la distracción del portal abierto. Con un movimiento rápido y brutal, giró y pateó la pierna de Xyros, haciéndolo caer. Antes de que el agente pudiera levantarse, Nido le lanzó una pequeña cápsula de gas adormecedor en el rostro. Xyros se desplomó, inerte.
Descenso a la Cámara
—¡Vamos! ¡Antes de que la entrada se selle! —apremió Kira.
Nido tomó la delantera y se deslizó por la abertura. Vance le siguió, sin mirar atrás.
Kira dio una última mirada a Xyros y al candado forzado de la cripta. El rastro era obvio, pero ahora no importaba.
Mientras Kira cruzaba el umbral, la roca comenzó a deslizarse hacia afuera, sellando el túnel con la misma perfección con que se había abierto. Justo cuando la luz exterior desaparecía, Kira escuchó un sonido familiar.
El chasquido de un rifle de francotirador siendo cargado.
Kira se agachó. Era el sonido seco y sutil de un arma de alta precisión. Victoria no solo había enviado un agente a esperar; había un equipo en los tejados del monasterio.
La roca selló el pasaje con un estruendo sordo, sumergiéndolos en el túnel iluminado. Estaban a salvo de la vista exterior, pero ahora se encontraban en el laberinto subterráneo atlante.
—El Cónclave está encima de nosotros —jadeó Kira, comprobando su munición—. Y Victoria sabe dónde estamos. Nos acaba de dar la bienvenida.