En guerra con mi ex

Una extraña sensación

El día de ayer me dejó un sabor amargo en la boca, y no, no era por el café, sino por la compañía que tenía mientras lo tomaba.
Jayden había sido mi primer novio. Nos conocimos hace dos años, en el último año del instituto, e inmediatamente nos llevamos bien. Siempre fue ese chico carismático que tenía el comentario perfecto para hacerte reír o subirte el ánimo. Siempre estaba para mí, y me entendía incluso cuando yo no lo hacía. Realmente era el chico ideal.

Pero no estamos en un libro, y con el tiempo noté que detrás de ese chico encantador se escondía el típico que se movía con todo lo que tuviera piernas y un agujero. Le huía a esa clase de chicos. Durante mucho tiempo cuidé mi corazón y no quería que nadie lo destruyera.
No era tonta; sabía que en algún momento pasaría, pero de cierta manera le había tomado cariño como amigo, y no deseaba que nada terminara mal.
Ilusa por creer aquello.

Con el tiempo, las visitas sorpresa a mi dormitorio, los abrazos repentinos, los regalos y las lecturas nocturnas se transformaron en algo más. En un “nosotros”.
Aún se me revuelve el estómago al recordar cómo empezó todo.

Estábamos en mi cuarto, como casi todas las tardes. Jayden, después de clases, había llegado a casa de mi abuela y, con toda la confianza del mundo, se coló en mi habitación. Yo dormía plácidamente y, por supuesto, a él le dio igual tirarse sobre mí para despertarme y ver una película juntos.

Mi cuerpo dolió bajo su peso y solo pude sentir cómo mi baba, que hasta ese momento caía libremente, se esparcía por todo un costado de mi cara.

—Jayden —gruñí con voz baja—, te he dicho mil veces que dejes de usarme como tu cama saltarina. Un día vas a romperme las costillas… o peor, me vas a matar de un infarto.

Su risa hizo cosquillas en mi oído, y dejó un suave beso ahí.

—Arriba, Pecas. Vamos a ver una peli. Encontré una nueva donde hay mucho sexo —dijo mientras agarraba mi laptop—. Tal vez aprendas algo y puedas usarme para practicarlo. Ya sabes, puedo sacrificarme por ti.

Antes de que terminara de guiñarme un ojo, mi almohada ya había impactado en su cara. Su risa llenó toda mi habitación.

—No veré nada contigo que tenga esas escenas. ¿No te bastó con la película del otro día? Fue realmente asquerosa.

Me senté en la cama y le hice un espacio para que se acomodara a mi lado.

—Caityn, el sexo se ve asqueroso hasta que lo practicas. Además, no entiendo cómo no te gustó 50 sombras de Grey si tus libros suelen decir cosas peores —me dijo, con una sonrisa traviesa.

Me ruboricé al instante. Jayden había descubierto mi amor por la lectura la primera vez que irrumpió en mi habitación mientras yo estaba en el baño. Al salir, me lo encontré leyendo uno de mis tantos libros obscenos.

No me juzguen. Que me guste leer esa clase de historias no significa que me gusten esas películas.

Lo fulminé con la mirada y tomé el portátil para buscar algo que ya sabíamos de memoria.

—¿Orgullo y prejuicio otra vez? ¿De verdad, Pecas? Es la quinta vez que la vemos este mes —dijo resignado.Lo ignoré por completo y le di play, acurrucándome en su pecho. Sabía que, aunque se quejara, terminaría viéndola conmigo. Siempre lo hacía.

Sus caricias lentas sobre mi espalda nunca faltaban, ni su risa en los momentos más románticos. Él odiaba las cosas cursis, mientras yo suspiraba por ellas.
Al llegar al final —mi parte favorita, por cierto—, su mano empezó a subir. La misma que me acariciaba la espalda se paseó por mi brazo, subió hasta mi cuello y se detuvo en mi barbilla, alzándola para quedar frente a frente.

Su rostro se inclinó ligeramente y sus ojos oscuros se clavaron en los míos, analizándome como si buscara las respuestas del universo. Su respiración,levemente agitada, me erizó la piel. No era la primera vez que estábamos tan cerca, pero algo en ese momento se sentía diferente. Mi estómago se apretaba como si tuviera cientos de mariposas revoloteando adentro, y mis manos empezaron a sudar.

—Jayden… —susurré antes de que él hablara.

—“Debo decirle que me ha embrujado en cuerpo y alma, y la amo. La amo, la amo… y ya nada podrá separarme de usted.”

Por un segundo, nadie dijo nada. Luego lo entendí. Había repetido las mismas palabras que el señor Darcy le decía a Elizabeth en la película. El último fragmento me lo había dedicado a mí.Mi respiración se mezcló con la suya, y una leve caricia en mi mentón hizo que todo dentro de mí ardiera.

—No sé qué hiciste conmigo, Pecas. No sé qué pasó, o en qué momento… solo sé que cuando estoy contigo no quiero a nadie más. No necesito a nadie más. Cuando no te tengo, siento que algo me falta, y nada ni nadie puede llenarlo. Apareces en mis sueños, y cuando despierto no estás a mi lado. Quiero tus abrazos, tus caricias, tus besos… Dios, no sabes cuánto deseo tus besos todos los malditos días de mi vida. Me hechizaste con tus berrinches y tu sonrisa, con tus chistes malos y tus caricias —hizo una pausa—. Me enamoré de ti, Pecas. Y siento que, aunque la vida me haya pateado cientos de veces, todo valió la pena si al final mi recompensa eras tú.

No sabía qué decir. Podía sentir nuestros corazones compitiendo por quién latía más rápido. Quería decirle que yo también me había enamorado de él: de sus chistes, de cómo siempre estaba para mí, de su sonrisa y de cómo se le achinaban los ojos al reír. Quería decirle que amaba esos hoyuelos que casi nunca se le veían. Pero no pude. Era como si mi cerebro no coordinara con mi boca.

Entonces lo hice. Me armé de valor, me incliné hacia adelante y lo besé.

Por primera vez sentí sus labios contra los míos, suaves, cálidos. Y por un instante, creí que estaba en el cielo. Un sonido roncoescapó de él y su mano se deslizó hacia mi nuca, profundizando el beso.
Sentí que el tiempo se detenía.

Terminamos acostados en mi cama, mis dedos enredados en su cabello castaño, su mano aún en mi nuca y la otra paseando por mi cintura. Era un sueño del que no quería despertar. Cuando por fin nos separamos, sonreí. Sabía, de alguna manera, que le había dado mi primer beso al chico correcto.



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En el texto hay: amor, amor dolor dulsura, amigos comedia

Editado: 01.11.2025

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