Soñé con mi madre, fue un sueño tranquilo pero doloroso; después de un largo tiempo oí una voz conocida que me llamaba por mi nombre, sentí mis ojos pesados cuando intenté abrirlos y un enorme deseo de vomitar, entre mis mareos vi el rostro de Camilo que me miraba con una satisfacción de cuando se obtiene algo valioso, no soporté más y comencé a vomitar, después de eso no recuerdo más, creo que volví a desmayarme.
Cuando volví a despertar puede ver con más claridad la habitación en la que me encontraba, no entendía lo que estaba sucediendo, pero sentía el pánico inminente; de repente alguien entró, era una joven vestida con una ropa extravagante y sostenía una charola con comida, lo primero que hice fue incorporarme, lo que provocó que sintiera un fuerte dolor de cabeza; la mujer se me acercó y con temor le dije que no me hiciera daño, ella sonrió y me dijo algo con un acento, pero no le entendí; le pregunté dónde estábamos, ella si me entendió, así que solo me respondió: España.
Me sentí devastada y no pude contenerme, de mis ojos brotaron grandes lágrimas de dolor al comprender lo lejos que me encontraba de casa, de mi hogar roto; con mi mente pedí a mi Dios que me sacara de esta.
La mujer me mostró la charola, pero yo no quería comer, en realidad no podía; en ese momento apareció Camilo con otro hombre un poco más viejo que él, me tomó de una mano entretanto que yo me resistía, él le decía algo a ese hombre sobre mí; luego de unos segundos logré soltarme y le dije: - TE ODIO; y le escupí en la cara, él se limpió y me dio un golpe en el rostro tan fuerte que me arrojó al suelo, solo escuché lo que el hombre le dijo: - Si la matas no nos servirá.
El hombre que yo consideraba mi amigo, me había traicionado de la peor manera, ahora comprendo lo que sintió Jesús cuando Judas lo traicionó; mi Señor fue entregado por un beso, y yo fui entregada por palabras bonitas que alimentaban mi soledad.
El hombre que entró con Camilo salió de la habitación, en ese momento Camilo me tomó de ambos brazos y me dijo mirándome a los ojos:
- Eres una ilusa, fue tan fácil engañarte; eres una mujer frágil con ínfulas de valentona que ante el más indicio de un hombre quieres caer en sus brazos sedienta de amor.
Me solté y caí de nuevo al suelo en silencio mientras mis lágrimas caían conmigo. Jamás creí en que un sentimiento, sea de amor o de amistad pudiera desvanecerse en tan solo unas horas, pero así es, hay personas que con sus hechos pueden matar lo que sientes por ellas. En el momento en que Camilo se despojó del antifaz que tenía puesto y se mostró como era en verdad, fue cuando más despreciable me sentí.
- Al principio fuiste difícil - añadió él - pero con la visita sorpresa caíste, es algo que ninguna ha podido resistir, mucho menos tú.
Continúo. - Bienvenida al mundo de la prostitución, ¡ya eres mía!
- Alguien me va a encontrar, no puedo desaparecer así de repente. Le respondí mientras lloraba.
- ¿Y quién va a buscarte?... ¿Tus padres, hermanos, amigos? Lo decía en un tono burlesco
- Tus hermanos de la fe creerán que te has fugado conmigo cuando yo vaya en persona y a plena luz del día hablar con tu jefa, saque tus cosas y venda tú casa.
Cuando lo escuché, me enfurecí conmigo misma por lo estúpida que había sido; con rapidez tomé la charola, me abalancé y le di con ella en la cabeza, empujé a la mujer que corrió hacia Camilo y salí corriendo como pude; crucé por un pasillo donde habían muchas habitaciones, cuando llegué al final escuché música y olía a alcohol; en el pasillo había un hombre que me sujetó y me arrojó al suelo, para defenderme le di con la rodilla en la entre pierna y bajé por unas escaleras esperando que me condujeran a la calle, pero me llevaron a una puerta, y de ella entró una mujer que llevaba a un hombre de la mano y ambos subieron las escaleras pasando junto a mí, de repente llegó el hombre que había visto antes con Camilo, me tomó de un brazo y me dijo: – si vuelves a escapar morirás; en ese momento llegó Camilo muy ofuscado y con una jeringa en la mano, iba a inyectarme heroína para que no tuviese control sobre mi cuerpo y ellos pudieran hacer conmigo lo que quisieran, pero el hombre viejo, que al parecer era el jefe, no se lo permitió pues escuché cuando le dijo: – si la inyectas puede que no sobreviva, y la necesitamos con vida; Camilo me arrebató y me llevó de nuevo a la habitación.