El viaje estuvo bien, pero me alegró ya no tener que estar cerca de los socios, siempre preguntando y vigilando, y sus odiosas esposas tratando de averiguarlo todo. Cuando llegamos a la mansión bajé del carro y María me recibió con los brazos abiertos, su rostro ya no reflejaba la preocupación de antes; cuando estábamos frente a la puerta de la entrada principal miré al tercer piso, el señor Francisco estaba seguro de que yo lo amaba, pero era yo la que aún no estaba segura de él, sintió mi mirada porque cuando dejé de mirar al tercer piso él me observó.
Cuando entramos nos sentamos en la sala, los guardaespaldas subieron las maletas, así que le entregué el regalo a María y a su sobrina, el de Cesar se lo entregué a María para que se lo enviara. El señor Francisco se sentó a mi lado, María fue a preparar la cena, entonces le entregué una pequeña cajita de regalo, y al verlo se sonrió.
- Gracias, es muy hermoso. Me dijo cuando vio el reloj.
- Sí, pero no cuenta como regalo, porque no fue con mi dinero.
- Pero la intención sí, y le diste uno a Cesar.
- ¿En serio está sintiendo celos?
- Por supuesto que sí, porque todo el que ama tiene miedo a perder.
Comprendí lo que quiso decirme, pero eso no bastaba, entonces me levanté y subí a mi habitación; después de media hora sentí que subían y bajaban cosas, María me llamó a cenar, entonces le pregunté qué pasaba
- El señor va a quemar todas las cosas del tercer piso. Me dijo con una sonrisa.
Salí al jardín, y atrás de la reja, allí estaba una llamarada con muebles, camas y retratos, todo lo quemó, excepto las cosas de la biblioteca; a través de la llamarada él me observaba con rostro de satisfacción. Esa noche no pudimos hablar, pues él no me permitió estar fuera de la habitación porque aún estaba convaleciente.
Ya era de mañana cuando sentí que alguien me observaba, era el señor Francisco que estaba sentado en el borde de la cama, esperando que yo despertara.
- Buenos días. Me dijo con una sonrisa.
- Buenos días. Respondí
- Levántate, hoy te espera un día muy agitado.
- ¿De qué habla? Pregunté
- De que hoy vas hacer lo que tú quieras con el tercer piso para que sea habitable para nosotros; dentro de una hora viene un equipo de diseñadores que contraté para que te ayuden.
Y así fue, el señor Francisco fue a la ciudad a una reunión que tenía con los socios, y una hora después llegaron los diseñadores con planos y opciones para remodelar, todo esto duró tres días.
Durante esos tres días solo veía al señor Francisco a la hora de la cena, todo el día estaba ocupada eligiendo colores, plantas, materiales, muebles y muchas otras cosas; en la noche me acostaba muy cansada.
Al principio todo fue un caos, pero poco a poco todo fue tomando su forma igual o mejor a como yo la quería.