EnamorÁndome De Tu Voz (en Proceso)

SIETE: MY H(e)ART!

Martes, Marzo 06.


Sólo unos cuantos metros después de haber arrancado sé que olvidé algo. Y no es cualquier algo. Es EL algo: la memoria en donde tengo toda la música de Robbie Hart. Su melódica voz siempre me acompaña a donde sea que vaya, si no lo hace desde una bocina, lo hace desde mi cabeza. Pero siempre lo hace y que hoy no lo haga vuelve el día más gris y lóbrego. Me siento peor que Bella luego de perder a Edward; me tiraría al suelo a patalear pero no quiero arruinar mi estupendo outfit. Y me da una pereza enorme salir a la fría lluvia, con el paraguas no bastaría porque la brisa haría que me mojase. Y de salir tendría que ponerme el impermeable. Por hoy, haré el sacrificio... y no me queda de otra que poner la radio. 


No es nada en contra de los radioyentes ni de los locutores, pero la sarta de publicidad es un suplicio. 
Me gusta escuchar lo que quiero cuando quiero y como quiero. Sin tener que escuchar lo bueno o maravilloso que sea un detergente o champú.


Usted acaba de escuchar «No te puedo olvidar» de Harriet Stilo por Radio Estudio.


Y tampoco está bien que hable mal del negocio familiar. Suerte que nadie oye mis pensamientos. Pero, asimismo, todo hay que decirlo. Sólo pude oír una fracción de la canción y ahora me toca oír cuñas.


Recuerde, querido oyente, que mañana es la inauguración de nuestro programa «Escucha tu voz» conducido por el famoso ex-cantante Robbie Hart...


Mis sentidos se vuelven locos. Pego un frenón fuera de mis planes, porque ahora toda mi vida gira entorno a la noticia; la fortuna me juega a favor y el semáforo está en rojo. 


En la estación radial ponen una recopilación de sus canciones y siguen invitando a su público a ir, pero me desconecto del todo. Yo sé el nombre de cada una de sus canciones, en orden alfabético, por fecha, por mes en que salieron, por álbum... Yo sé todo de Robbie; excepto, claro, esto. Y que sea Meg quien me lo haya ocultado, me molesta aún más.


¿En qué momento se le pasó por la cabeza que esto era algo que yo no necesitaba saber?


Doy una vuelta en U y cambio de dirección.


En el último piso, onceavo, están las oficinas de los altos mandos, y cómo no ha de estar allí la CEO de todo esto: mi hermanita. Cruzo sin mirar a los lados, caminando todo aquello como quien tiene una licencia para matar -carné de socio, en realidad- y con mis objetivos discurriendo mi cabeza en todo momento. 


Te voy a matar, Meg. Te voy a despellejar y haré un abrigo con tu piel.


Ni los arduos intentos de Marcia, su asistente personal y mejor amiga, pueden detenerme con todo y su magnífica eficiencia. Llegué aquí con una firme convicción. Me deshago de cualquier estorbo y me planto en su oficina abriendo las puertas volviendo inarmónico el ambiente. Con una fría mirada asesina, ingreso la mano al bolso y la saco apuntando a Meg.


— ¿Qué significa esto?— exijo. En la pantalla se muestra la página web de la radio donde se promociona el programa de Robbie Hart.


— Evelei— urge con sus ojos hacia la pantalla—, estoy ocupada.


Habla tensa.


Marcia, con sus sonrisas que domarían al león más fiero, me acucia por el brazo a que salga. Arrebato mi brazo de su agarre y la invito a salir. Mejor dicho, la saco. 


Mi hermana da una excusa a su oyente en la pantalla del ordenador, dejando ver claros signos de incomodidad.


Sabe perfectamente que su vida pende de un hilo.


— Eve...— inicia pobremente su defensa, o en todo caso, la postergación del fusilamiento— Ahora estoy con un promotor y necesito atender...lo.


Va perdiendo convicción y fuerza con cada paso que trazo.


Si tuviera que describir a Meagan y a mí usaría la metáfora o imagen de Ana y Elsa: sin dudas, ella es Elsa. Es un cúmulo de sentimientos mal trabajados que la hacen una bomba de tiempo, por lo que cual hay que agradecer que no tenga poderes congelantes aunque sí un castillo de cristal. Y en lugar de guantes usa un gran vestuario que oculta lo que ella es realmente: lentes y trajes elegantes. Detrás de ellos sólo es un iceberg en descongelación que teme por su vida.


Ante todos, una gran mayoría, podrá mantener esa postura de fría, calculadora e inaccesible, pero conmigo no es más que un cubo de hielo en pleno verano. 


Ignora mi presencia lo más que puede e intenta volver a su videoconferencia, pero le tiembla la voz y el pulso al hablar.


Meto mi mano entre la pantalla del ordenador y su cara.


— Mis ojos están aquí— los señalo con el dedo medio e índice.


Levanta la mirada hacia mí y lo veo todo. Está completa y totalmente entregada a mi acusación. Sabe que lo que me hizo no tiene explicación. Si es que la conoces bien, ella es un espejo parlante que grita absolutamente todo lo que piensa.


Una de las cosas que ella más odia de sí. Y una de las cosas que siempre juegan en mi favor. 
Sólo que está vez no pude ver lo que estaba frente a mis ojos: 


¡Robbie Hart, por favor! 


Pero su deber de hermana debía haberla obligado a mostrarme lo que no era capaz de ver por mí misma. Sigo sin creer que me haya ocultado algo tan importante. Aquí no hablamos de cualquier persona. Hablamos de mi amor por más de la mitad de mis años de vida. Del máximo protagonista de mis sueños y suspiros. Del hombre más guapo y atractivo del mundo. De la razón de que el planeta gire para mí... 


Y ella no me dijo nada. 


Ahora entiendo su secretismo con mamá la otra noche. Estaba tan claro. Si la hubiese presionado más... ¡Pero tuvo que salir el incidente de la foto de Robbie! Sin esa distracción, que me desvió del verdadero camino a él, ya lo sabría todo desde antes.



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En el texto hay: comedia, musica, romance

Editado: 09.11.2021

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