Despierto en un piso de concreto, muerto de frío. Estoy vivo, cuento mis dedos pensando que es un sueño y no lo es, me han dejado vivir. Tardo rato en darme cuenta de en donde estoy, si no estoy mal debo de estar en un barrio de la ciudad, cerca de la piscina de los chicos libres.
Encuentro mis respuestas en un teléfono celular sin contraseña:
Nombre: Seith Evans
Edad: 18 años (29 de Abril de 2005)
Zona: Isla Gales
Documentos cargados y trámites listos.
Historia: Huérfano traído a Caetea, liberado al cumplir la mayoría de edad.
Reglas:
Una nueva vida, una vida vulnerable al régimen sin piedad. Me aterra iniciar en esto tan desconocido para mí, pero me alegra una sola idea. Soy libre.
Han cambiado mi apariencia lo más que han podido, mi cabello se ha vuelto oscuro y ondulado, cayendo sobre mi frente, y mis ojos se han vuelto verdes, no sé cómo han logrado eso último, pero me dejaron vagamente reconocible, alguien con buen ojo se podría dar cuenta, tal vez con los otros les hayan cambiado más cosas al no ser impenetrables. El corte ya ha cicatrizado, ha pasado un tiempo desde que me eliminaron.
No sé qué hacer exactamente, tal vez conseguir un trabajo o conseguir un hogar, el régimen tampoco me conseguiría una casa después de fallarles. Ya nadie me mira en las calles y se limitan a echarme un ojo e ignorarme, quisiera decirles que soy Alex Volkov, pero ya no lo soy y mi copia ahora lo es. Tendré que conseguir un trabajo antes de conseguir una casa, solo me dieron 5 mil marcos, así que recorro la zona comercial buscando un negocio que busque empleados, no me fijo que es, sólo veo si tiene el letrero o no.
Encuentro uno en lo que parece ser un bar y cumplo las condiciones, como estar en buena forma, ser mayor de edad y tener buenos reflejos. Entro esquivando personas y yendo al aparador, donde un muchacho rubio y con un traje azul brillante me recibe.
— Buenas tardes, ¿buscabas información o vienes por el empleo?
— Venía por el empleo —le echo una mirada a mi teléfono con mi nueva identidad y mi nombre—. Soy Seith Evans, vengo de la Isla Gales, pero me transfirieron a Caetea cuando era niño.
— Descuida, aquí seremos tu familia, cuando la sociedad nos aparta nos juntamos y nos cuidamos. Tenemos dos vacantes, una para atender el bar y otra para limpiar los camerinos, 150 marcos el turno, no es mucho, pero la experiencia lo hace valer; si tienes talento en el canto tienes toda la libertad de cantar los viernes de micrófono abierto.
Entiendo rápidamente de que se trata, estoy en uno de esos bar drag, de los pocos que hay por la ciudad, me pregunto si Nico se escapaba a este bar para liberar la presión que tenía.
— Neo, ya lo presionaste demasiado y no lo has contratado —dice un artista drag con cabello azul y negro con un traje de los mismos colores, se parece al que usaba en las misiones, solo que tiene las mangas llenas de plumas—. No te preocupes, no es parte del cantar.
Voy a tomar este empleo conmemorando a Nico, sería su tierra de fantasía y como es el único de mi escuadrón que sí mataron es al que más extraño. Descarto la opción del bar al pensarlo bien, jamás he probado esa cosa y preparar bebidas no es mi fuerte, además, podría quebrar los vasos por accidente si tengo emociones fuertes y me enseñaron bien a limpiar todo como hace un héroe responsable.
— Quisiera tomar la vacante de los camerinos.
— Déjame consultar con la oficina de trabajo estatal —pulsa en su tableta un montón de números y letras, eso de ser un héroe del escuadrón me ha dejado muy limitado en lo que otros ven como parte de la vida, me siento como cuando era un niño y le preguntaba a Seus un montón de dudas sin parar—. Ya está, mañana inicia tu turno de 2 a 10pm, ven una hora antes para tu curso de inducción. Por ahora puedes quedarte a ver el show, King Oz es muy bueno, por más que le ruego jamás dice en donde aprendió a moverse así.
— Gracias, supongo que lo veré, me gusta el baile, pero no soy tan bueno.
— Con práctica todo es posible.
Me despido de Neo y me pongo cerca del escenario en un lugar vacío esperando a que salga King Oz, rechazando toda bebida alcohólica por miedo a embriagarme y delatarme. No tarda mucho en salir, se ha quitado la parte de abajo llegándole el traje a las rodillas, ponen la música y observo atentamente, igual que lo hacía con Nico en mi habitación secreta; ahora que le veo mejor la cara veo que su maquillaje es demasiado parecido, una estrella en colores oscuros en su ojo izquierdo y labios más gruesos de los que ya tiene. No, tal vez sea algo normal y exagero. Las acrobacias me convencen, se mueve de la misma forma, tan sutil como una bailarina con movimientos que todos hacen de forma brusca y no tan agraciada, no sé si llorar o enojarme con alguien que ya murió, lloré tanto por él y sigue vivo. El resto del espectáculo me distraigo con planes para presentarme o decirle que soy Alex sin delatarme. Puedo hacer la señal que hacía siempre, juntar el dedo índice con el dedo medio en ambas manos y cruzarlos en una “X”, significa que debemos hablar.