El clima en Ensenada era algo muy lindo, las mañanas llenas de nieblas y pasada las 9 se aclaraba dando el paso a un sol acogedor. Por las tardes, el atardecer naranja adornaba los parques y el famoso muelle, en donde miles de barcos aguardaban a los turistas. Dentro de la ciudad, había una enorme plaza, en donde todos los jóvenes pasaban el rato y en los limites de la misma se encontraba un sitio en donde comienza ésta historia. El Holliwood Coffe era conocido por ser un sitio acogedor, cálido y tranquilo. O al menos así era hasta que se vio irrumpido por un joven que entró acompañado de la tempestad del exterior.
El recién llegado era Axel, quien escurría de lo mojado por la lluvia que acompañado de su aspecto lo hacía ver como un vagabundo. Ahora llevaba barba pronunciada y unas ojeras tremendas, su aspecto era más descuidado que semanas atrás, ya que dormía quizás menos que antes. Aún pese a su experiencia con la Bruja, para él no había forma en la que pudiera pasar por alto una función de cine de terror, eso era seguro. Pero para su amiga, Lidia, quien estaba fuera de la ciudad, parecía de gran importancia que consiguiera el periódico cuanto antes y viera el encabezado.
El joven cruzó por en medio de la lluvia, las gotas caían pesadas aunque moderadas. Todo ese día y los anteriores de esa semana la ciudad había presentado pequeñas lluvias esporádicas. Axel dejó el cine y corrió a la cafetería con mucha prisa. Al entrar al establecimiento, los cascabeles sobre su cabeza resonaron y todos se giraron para verlo. Todos los ojos se posaron en él por un instante. Apenado se quitó el abrigo para colgarlo en el perchero mientras todos volvían a lo suyo. Limpió su rostro y caminó hacia la barra. Había un banco desocupado, en el que se sentó dando un suspiro.
-Bienvenido al Scarlett, ¿Puedo ofrecerle un latte, un expresso?-le preguntó la chica rubia del otro lado del mostrador.
-Hola, un café negro por favor-pidió y tomó el diario de una canasta a su costado.
-Enseguida se lo entregamos-le explicó la chica y se retiró.
Quizá era muy tarde para un quita sueño, pero dormir no era algo que le entusiasmara en lo absoluto. Opuesto a lo que pensaba, liquidar a la bruja no había mejorado su condición si no todo lo contrario. Ahora Axel estaba tal vez peor que antes. Su pesadilla no solo seguían siendo recurrente, si no que ahora se había añadido un mal sueño con Ágata tratando de meterlo en su tumba amenazando con volver.
-Si, muchas gracias-respondió Axel saliendo del trance, pero la chica ya ni siquiera estaba cerca-. Bravo, Axel. Tus habilidades sociales sin duda van mejorando-.
Leyendo el periódico, en la primera plana habían unas enormes letras que no pudo evitar leer antes de ver la imagen e información completa.
"DETECTIVES RECIBEN RECONOCIMIENTO POR RESOLVER CASO DE MAS DE 30 AÑOS DE ANTIGÜEDAD"
Abajo del titulo, los Detectives Ortiz y Valdez estrechaban la mano del Gobernador con unas sonrisas de oreja a oreja. No tenía palabras para explicar la molestia que eso le causaba. La rabia incontenible que se generaba en su estómago y la energía incontenible de gritar que se presentaba en sus manos temblorosas. Esos malditos detectives le habían robado el crédito tanto a él como a sus amigos. No dejaba de pensar en que Ortiz y Valdez, lejos de ayudar casi echan a perder todo. Por el contrario, pensaba en como ellos habíamos liberado esas almas, combatido a Ágata y salido casi ilesos. Pero nadie lo sabría, nadie tendría idea de ello.
-No puede ser-se dijo en voz baja y dio un enorme suspiro.
Su cabeza se calentaba y sus manos temblaban a cada palabra leída del artículo. A Axel y a sus amigos apenas se les mencionaba en menos de dos líneas como jóvenes que habían sido detenidos por vandalizar la casa. Estaba tan molesto que no pudo más y lanzó el diario contra la pared. Estaba cegado por la ira, nunca explotaba, siempre guardaba la compostura, pero en esa ocasión le fue imposible. Fue hasta que el coraje desapareció que se sintió avergonzado, todos los presentes le miraban con una expresión de sorpresa, algunos con repulsión y otros con preocupación. Pudo notar como dos chicas en una mesa del rincón murmuraban entre ellas y rieron por lo bajo. Respiró profundamente y decidió levantar el periódico y volver a su lugar con la cabeza baja.
-¡Tranquilo vaquero! Estás llamando la atención de todos aquí-le dijo una voz conocida ofreciéndole su taza de café.
Apenas la escuchó, levantó la cabeza para darse una sorpresa. Era ella, lo miraba desde el otro lado del mostrador con una sonrisa. Ciertamente no la veía desde hacía mucho tiempo pero pudo reconocer ese cabello lacio oscuro, el mechón rubio en el fleco y su perforación en labio. Era Rosa, compañera del jardín de niños. Aunque no se frecuentaban, sabia de ella por Juan, el no hacia más que relatar las innumerables aventuras que pasaba al lado de ella y un equipo de cazadores que aún permanecía en el misterio para Axel. Pero por las palabras de Juan, eran expertos en el tema.
-¡Rosa! ¿Qué haces aquí?-preguntó amablemente. Ella le sonrió y se recargó en la barra.
-Trabajo aquí desde hace más de dos meses-comentó pasando un trapo húmedo por la cubierta del mostrador- ¿Y tú? ¿Has venido sólo?-miró alrededor extrañada frunciendo las cejas. A Axel le pareció que buscaba a Juan o a su enamorado de aquel entonces, Adriel.
-¡No, no! Claro que no-no quería parecer de esas personas que iban solas al cine. Le parecía deprimente-. Los chicos siguen en la función. Yo necesitaba un poco de aire fresco-añadí con una leve sonrisa que desapareció enseguida. Casi había olvidado la razón por la que había entrado en aquella cafetería.
-¿En serio? ¿Qué película vieron?-preguntó ella emocionada.
-La de estreno-respondió Axel y pude notar el cambio en la expresión de la joven. Su rostro se descompuso, parecía molesta.