Esto es guerra, jefecito ❁en físico❁

1

Derek siempre se consideró un hombre paciente y capaz.

Siendo vicepresidente de una de las empresas más importantes del país y uno de los herederos de la misma, tenía una carga bastante considerable sobre sus hombros y aun así se desenvolvía con gran eficiencia. Sin embargo, hasta ese momento no había conocido el verdadero estrés. Motivo; haber despedido a su asistente.

Había sido una excelente trabajadora y punto de apoyo, pero nada compensaba el hecho de fastidiarle con su constante acoso. Aunque no le importase tener que trabajar con algunas de sus amantes, se tornó incomodo cuando esta confesó estar enamorada de él. Aquello afectó su rendimiento, se creía con el derecho de reclamar cuando alguna de sus tantas «amigas» llamaba o, lo visitaba sin previo aviso con la idea de algo más que una reunión.

Por ello se negaba a toda clase de compromisos, al romance en todas sus presentaciones y colores. Prefería la libertad, aventuras de un rato, poder decidir cuándo iniciar y terminar sus encuentros con una mujer. Más que una relación, veía un contrato de prestación de servicios.

—Derek, tienes quince minutos de retraso en la reunión con los nuevos clientes —anunció Noa—, ¿Qué te está pasando, hermano?

—Voy enseguida —contestó alterado.

—Sala cinco, piso tres —colgó.

Salió corriendo como alma que lleva el diablo, maldiciéndose internamente por ese traspiés. La puntualidad era uno de los valores que más presumía la empresa, y con ello estaba echando por la borda esa fama todo por perder el orden.

Llevaba más de una semana sin asistente, casi quince días en los cuales él mismo se había encargado de todo. Desde ese suceso se rehusaba por completo a contratar a alguien, usando la excusa de poder hacer todo por su propia cuenta si eso evitaba repetir aqu­el inconveniente. Y, aunque lo hizo bien los primeros días, poco a poco las cosas se fueron saliendo de control.

—Derek, si no quieres que nuestro padre venga personalmente a regañarte, deja que contraten una asistente —exigió Noa—. Ya están haciendo las entrevistas y pruebas para los nuevos cargos, incluyendo el área de marketing. Deberías aprovechar.

—No quiero y no lo haré —refutó este enfadado—, prefiero evitarme más disgustos. Además, Alice me está ayudando y es más que suficiente.

—Alice ya es mi asistente, bastante tiene con atender todos mis encargos —contestó igual de molesto—. El verdadero problema no es con quien trabajes, es el hecho que siempre buscas enredarte con todas. Pierde esa mala costumbre, y verás la diferencia.

—No y se acabó la…

—Mil disculpas, señores —interrumpió Alice bastante preocupada—. El señor Daniel solicita la presencia de ambos de carácter urgente, y se ve bastante molesto, en especial con el señor Derek.

—Felicidades, ahí está tu premio.

Derek no podía soportar recibir órdenes de su padre, a duras penas aceptaba las de Noa por el gran apreció y admiración que siempre tuvo hacia este. El tenerlo allí, con el ceño fruncido y lleno de furia hacia él mismo, le irritaba aún más.

—¿Me puedes explicar por qué demonios recibí quejas directas del presidente de Baddco Company? —indagó entre dientes.

—Atendí todas sus inquietudes y escuché más de una hora de sugerencias, ¿qué más quería? —expresó sin muchas ganas.

—Puntualidad, algo que por cierto está en nuestro lema.

—Aún no hemos contratado una nueva asistente de vicepresidencia, pero ya está la vacante publicada —intervino Noa, calmando la ira de su padre—. La próxima semana ya debería estar en la nómina, así que no se preocupe por ello, ¿cierto, Derek?

Ambos posaron sus miradas sobre este, quien en actitud rebelde solo miraba a través de las ventanas. Le gustaba el trabajo, tener el poder, las comodidades, el intelecto y la capacidad para maniobrar todo ello, lo que detestaba era tener que lidiar con su padre. No podía evitarlo, seguían siendo familia, aunque no lo quisiera o lo pareciese más que en el físico.

—Cierto, tendré nueva asistente dentro de poco —aceptó a regañadientes—, mientras tanto Alice me está ayudando a organizar toda la agenda y demás.

—Más te vale, espero no tener más quejas como esta, ¿entendido? —insistió con mirada dura.

—¿Cuándo he quedado mal? —le retó.

—Cuando decidiste hacer lo que se te da la gana con tu vida personal, esperaba algo mejor de ti —le recriminó Daniel con seriedad.

—Tú lo dijiste, es mi vida.

—Insolente…

—Disculpen, señores —volvió a interrumpir Alice.

En momentos como esos en que la tensión solo iba en aumento, cualquier interrupción estaba más que bien recibida. El conflicto entre padre e hijo era historia vieja, incluso los más cercanos, como Alice, estaban al tanto de ello e intervenía de forma discreta.

—Dentro de cinco minutos empieza la reunión con los gerentes, necesitan acordar algunos detalles del proyecto en curso y esperan que el señor Daniel también esté presente —anunció.

—En seguida vamos —contestó Noa con una sonrisa.




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