- ¿Ves esas aves?, están volando hacia el norte, si sigues su rastro probablemente encontraras agua, incluso animales fáciles de cazar.
– Vamos Kenneth, olvida esto y vamos con los demás
– De acuerdo, pero tenlo en cuenta, no lo olvides…
Abrí los ojos lentamente acostumbrándome a la luz del sol, me levanté del suelo con el dolor de cabeza aun presente, la voz de aquel chico seguía retumbando en mi cabeza, ¿Quién era?, no reconocía su voz y no recordaba su rostro, pero sé que lo conocía. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente pero las aves ya no estaban, empecé a caminar sin punto fijo tratando de no desviarme mucho de la dirección por donde suponía habían ido las aves.
Ya estaba atardeciendo cuando por fin encontré un pequeño nacimiento de agua, y en él también había algunos pececillos nadando. Cogí una rama y la rompí a la mitad, tome el pedazo más largo e hice mi mejor esfuerzo tratando de afilarlo con ayuda de una roca, después de lo que parecía una eternidad logre atrapar un par de pececillos, espere a que terminara de anochecer para encender una fogata, ase los peces, los puse sobre unas hojas y me senté apoyando la espalda en uno de los árboles.
Observe las hojas de los árboles agitándose con fuerza, el viento soplaba, pero no lo sentía, en realidad no sentía ni el calor de la fogata, acerque mi mano al fuego, sentí un pequeño corrientazo en mis dedos, pero nada más, aleje mi mano y estaba un poco roja. Definitivamente esto no era algo normal, una pregunta más que tampoco tenía respuesta.
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FEBRERO 18 2021
Al amanecer traté de tapar toda evidencia de que alguien hubiera estado aquí, y empecé mi camino, tenía que encontrar una carretera o al menos un camino que me sacara de este bosque.
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Cuatro lunas. Cuatro noches perdida en el bosque, sentía que estaba caminando en círculos, me había detenido pocas veces para descansar y comer lo poco que encontraba y que no era venenoso. La bata que me vestía estaba desgarrada en varias y también tenía sangre seca. Me deje caer en el suelo, con los ánimos por el suelo, el sonido de un motor hizo que me pusiera de pie, había sido un sonido algo lejano pero era el sonido del motor de un auto, empecé a correr siguiendo el sonido que cada vez se hacía más lejano, corrí tan rápido como mis piernas me lo permitían, estaba oscureciendo y no veía con claridad, me detuve con la respiración acelerada a lo lejos vi las luces de un auto acercándose lentamente, tape mis ojos con una mano, pero no pude ver nada más que la silueta de un hombre bajando de la camioneta.
-Niña, pero ¿Qué demonios te sucedió? - dijo preocupado el señor mientras se acercaba un par de pasos hacia mi
Tenía el cabello completamente blanco, o al menos eso podía ver ya que tenía una gorra, debía de tener unos 50 años o tal vez más, era alto y un poco encorvado, tenía la piel arrugada, y unos enormes ojos verdes.
Aquel señor avanzo dos pasos más hacia mí y yo retrocedí los mismos pasos, no tenía aspecto de ser alguien peligroso, pero no me puedo dar el lujo de correr riesgos. Ahora que lo pensaba con calma, no había sido muy inteligente de mi parte arriesgarme a que un desconocido me ayudara, en lo que a mí respecta este señor podría ser uno de los que me perseguían hace unos días
– Tranquila – dijo levantando sus manos –. No te hare daño, ¿necesitas ayuda?
– Me… ¿me podría decir que tan lejos está el pueblo más cercano? - dije con la voz temblorosa
– A dos millas de aquí esta Laquefort, si gustas te puedo acercar – señalo la camioneta con su gorra, mientras se dirigía a mi – y si quieres te puedo llevar a una comisaria
– ¿Comisaria?
– Si, ¿sabes lo que es? – asentí lentamente –. Bueno, pues la policía te podría ayudar
– No, no puedo ir allá – por el momento creo que lo mejor sería evitar los hospitales y comisarias, solo por precaución, si me estaban buscando supongo que en esos lugares serian a los primeros en donde buscarían, retrocedí unos pasos, y empecé a caminar, alejándome del hombre.
– ¡Espera! – troto de manera forzada hasta donde yo me encontraba -. No puedes ir por ahí a estas horas y menos así - señalo mi cuerpo, haciendo referencia a cómo iba vestida – Mi nombre es Robert Fox, te puedo llevar al pueblo y te dejo ahí mismo
– De acuerdo – dije dudosa –, pero me voy en la parte de atrás – señale en planchón de la camioneta
– Si, como gustes. Ten usa esto, para el frio- dijo entregándome su abrigo – ¿Cómo te llamas?
– Gracias, pero así estoy bien – le contesté – ¿Mi nombre? – fruncí el ceño tratando de recordarlo, pero fue imposible
– Si, tu nombre. Aunque creo que es Alice – señalo mi pecho – Eso dice en la etiqueta, por cierto ¿Qué te sucedió?
Eso mismo me gustaría saber
Me encogí de hombros – ¿Podemos irnos?
– Muy bien, en marcha – se subió al lado del conductor y yo me acomode en el planchón, a medida que nos íbamos alejando, la sensación de estar siendo observada me tenía con los pelos de punta y los sentidos bien alerta.
Estas siendo paranoica, estamos bien y eso es lo que importa
Editado: 20.02.2022