Estaba en el suelo, exhausta de mi misma, de las voces invisibles en mi mente, del dolor, la angustia, el odio, sadaquismo, lagrimas, gritos ahogados, impotencia, humor destrozado, bipolaridad, tristeza, todo en mi cuerpo almacenándose.
Cansada siempre del mismo tema familiar, cansada de las risas a mi persona, cansada de mi misma.
Pensaba rendirme, me ocultaba con sonrisas y alegría, pero parecía ya no poder tolerarlo más, la niña que corría por las calles hablando hasta con el perro se había extinguido por completo. ¿Cómo comenzó? Una infancia destruida me venció, el pasado me seguía, los recuerdos son mi presente, un presente que parece expandirse hasta el final de los días. Me decidía a luchar, pero parecía que mis armas se quedaron sin más y mi cuerpo herido cansado, no podía mantenerse en pie, no salía de mí, tenía miedo, más del que alguna vez pude imaginarme, corría y era feliz solo en sueños, mientras estrangulaba las lágrimas con los puños, mirando la luna en una gota de esperanza y respuesta callada.
Mi futuro se encontraba en duda, mis fuerzas sin fortaleza, la valentía sin luchadora, y la voluntad sin una meta especifica.
Mi retorcida mente me jugaba una mala pasada, no podía pararlo, solo sabía que estaba agotada de la vida.