Los días para Brenda pasan rápidos, ha decidido irse cinco días a Fire Island, es verdad que en invierno hace mucho frio, pero el lugar es encantador para tener tranquilidad y pasar unos días desconectada de todo.
Total, Lucas no ha vuelto a aparecer y no cree, que lo haga, hasta que terminen las fiestas navideñas.
Nuevamente en la casa de la isla, le vienen recuerdos de sus padres y de todo lo que disfrutaba siendo una niña, paso su infancia de verano en esa casa y tiene recuerdos muy bonitos, de ella correteando y jugando con las olas del mar, de sus padres tomando el sol, y poniéndose colorados como cangrejos, como deseaba que el tiempo pudiera volver marcha atrás...
También le vino a la mente su amigo Dylan, con el cual compartió buena compañía y apoyo tras fallecer sus padres y el cual había desaparecido de esa forma tan extraña.
Pero al final Brenda se daba cuenta que cada persona, cada amigo se estaba buscando su vida, así como lo había hecho su querida amiga Margaret, la cual, tras conocer a Leonardo, primo de Dylan y comenzar una amistad, habían forjado una relación, muy consolidada, hasta tal punto que ahora estaban juntos en Roma.
Sus dos grandes amigos y compañeros en la universidad, habían buscado ya diferentes caminos, ya no eran el trio de amigos de estudios, salidas nocturnas, paseos por el parque, acampadas de fines de semana, eso también había quedado atrás en la vida de Brenda.
Ella ahora tenía una nueva amiga, su compañera en la hamburguesería, pero Dina no es mucho de salir, solo de vez en cuando a tomar algún café o chocolate caliente, no es muy fiestera, salvo en momentos únicos.
Brenda se pone a limpiar la casa, lleva ya unos meses cerrada desde septiembre que se marchó, al finalizar el verano y ya está en enero, ha cogido algo de polvo y huele al estar cerrada.
No se ve nadie por allí, es una época muy fría y normalmente esa playa se llena de turistas en verano, además viven muy pocos habitantes, es el lugar idóneo donde perderte y ser libre.
Margaret y Leonardo se encuentran muy felices, cada día almuerzan y luego se van a caminar por las bellas calles de Roma, ya ha conocido la plaza de San Pedro que es de las más grandes y bonitas del mundo situada en el Vaticano, a los pies de la Basílica de San Pedro.
En el centro de la plaza destaca el obelisco y las dos fuentes, una de Bernini (1675) y otra de Maderno (1614). El obelisco, de 25 metros de alto, fue llevado a Roma desde Egipto en 1586.
Leonardo le va contando, todo lo que le enseña a Margaret, mostrándose como un buen guía, con sus conocimientos al trabajar en un museo y encantarle la historia.
Margaret se encuentra maravillada con todo lo que le cuenta el, y se queda asombrada con todas las hermosas cosas que ve ante sus ojos.
Lo más impresionante de la plaza, además de su tamaño, son las 284 columnas y 88 pilastras que bordean la plaza en un pórtico de cuatro filas. En lo alto de las columnas hay 140 estatuas de santos realizadas en 1670 por los discípulos de Bernini.
Margaret se queda con la boca abierta, aquello es una maravilla sus ojos se le abren grandes como si se le irían a salir de sus orbitas.
La Fontana Di Trevi, le ha parecido la fuente más hermosa del mundo, un monumento impresionante en una plaza muy pequeña, donde la miran impresionados cantidad de turistas, Leonardo le ha contado la historia de esta fuente y la costumbre de arrojar una moneda al estanque para asegurar el retorno a la Ciudad Eterna.
Margaret, ha arrojado ya sus tres monedas en esta fuente, pidiéndole un deseo, que espera se le cumpla.
Leonardo le ha explicado cómo tiene que hacerlo.
—Mira, hay una técnica precisa para arrojar la moneda a la fontana: de espaldas, con la mano derecha cruzando el hombro izquierdo y pasando por el corazón, solo así se cumplen los deseos.
—¡Ya está hecho! ¡Y pedido un deseo! Ahora esperaré a que se cumpla...—le dice Margaret confiada.
La han visitado por la tarde, hay menos gente y es más fácil acercarse al borde de la fuente, le han pedido a un chico, que les saque una foto juntos, detrás la hermosa fuente.
Todo le está pareciendo fascinante en Roma.
Para terminar bien el día, irán a un restaurante a degustar una buena pizza
Leonardo ha escogido un restaurante muy famoso de Roma donde hacen unas pizzas finas y crujientes en un horno espectacular de leña, mientras esperas puedes ver cómo los pizzeros realizan la masa y preparan las pizzas.
Es un local antiguo, poco decorado, ¡¡¡Pero a Leonardo le encantan las pizzas que preparan en él, una Pizza delgada, crocante, original y deliciosa!!!
De regreso hacia Trastevere la zona donde vive Leonardo se paran en Caffè Bistrot Ombre Rosse,para tomar un par de copas de spritz "bebida elaborada a base de vino prosecco y que está entre las más consumidas y apreciadas de Italia".
Eso pone el broche final a un lindo y mágico día, que están viviendo Margaret y Leonardo.
La estancia de Margaret en Italia, está siendo muy satisfactoria, le encanta todo, las calles de Roma, sus fuentes, sus hermosas plazas, el ambiente que se respira, la cocina italiana, sus pizzas, y le gusta mucho la zona donde vive Leonardo, sus estrechas callejuelas, sus acogedores restaurantes, y sus pintorescos bares. Trattorias romanas, mercadillos, tiendecitas y talleres de artesanos, contiene monumentos, plazas, iglesias y obras de arte de gran valor. La Basílica de Santa María en la plaza homónima, con sus mosaicos y frescos medievales: una auténtica joya. Fuera, en el centro de la plaza, se encuentra una de las fuentes más antiguas de Roma.
Margaret esta embelesada con toda la cultura y costumbres italianas, nada que ver con New York, aquí se respira el verdadero espíritu de la ciudad.
Una de las partes que más le ha gustado a Margaret en Trastevere ha sido Vicolo Della Torre hermoso callejón en forma de "L", donde las ventanas, arcos y portales están decorados con vegetación y la luz del sol juega al escondite detrás de los techos de edificios bajos, donde se ha sentido como una niña, dentro de un cuento.