Grace
El sueño me es esquivo.
A mi izquierda, Adam duerme plácidamente. Duerme boca arriba, con el torso descubierto, un brazo bajo el brazo y el otro extendido hacia mi lado, su mano sobre mi muslo.
Con cuidado, me deslizo fuera de la cama y me envuelvo en una sábana para resguardarme del frío, saliendo de la habitación en puntillas. El silencio reina en el pasillo, y se siente a la vez raro y reconfortante regresar a este lugar después de tanto tiempo. Bajo rápidamente a la cocina, tomo un recipiente de leche del refrigerador, me sirvo un vaso y salgo hacia las caballerizas.
Los caballos descansan en silencio, pero la yegua relincha al percibir mi presencia. Sonrío y dejo que la sábana caiga mientras me acerco para abrazarla.
—Te he echado tanto de menos —murmuro, acariciando su pelaje níveo y besando su frente.
Junto a ella, pasé la noche entera, compartiendo mis experiencias, revelándole secretos que guardaba celosamente. Estrella era mi confidente, mi mejor amiga, mi universo desde que llegó a mi vida. Tras una hora, comprendo que el sueño sigue siendo inalcanzable. Busco los aperos y la ensillo, y una vez preparadas ambas, monto para disfrutar de un paseo por el prado. Hacía mucho que no cabalgaba, pero era una habilidad grabada en mi ser, imborrable por mucho que lo intentara.
Mientras cabalgamos, hago varias pausas para que Estrella recupere el aliento, dándole una manzana en cada descanso. En una de esas paradas, nos detenemos cerca de una casa, o mejor dicho, una cabaña espaciosa y atractiva. Las luces encendidas sugieren que está ocupada, pero me desconcierta encontrarla dentro de los terrenos de mis padres; no recuerdo que estuviera ahí antes.
Después de que Estrella termina de comer la manzana, me limpio la mano y, caminando junto a ella, decido acercarme para echar un vistazo. Si está en la propiedad de mis padres, supongo que no habrá inconvenientes.
El relincho repentino del caballo me sobresalta, y me veo obligada a tirar de él para alejarnos y no ser descubiertos si alguien sale.
—Silencio, por favor —le digo en voz baja. Siento una gran curiosidad, y necesito saber quién habita ese lugar.
Intento atisbar algo por las ventanas, pero es inútil desde mi posición, y además, están entoldadas. Si no consigo ver lo que quiero, le preguntaré a mi padre mañana.
Vuelvo a montar para regresar a casa, pero un movimiento capta mi atención: un caballo familiar aparece, y no está solo. Una joven se desmonta, dejándolo allí. No logro identificarla, pero a la persona que sale de la casa para recibirla con los brazos cruzados, la conozco a la perfección.
Jack.
Observo cómo la chica se acerca a él, abrazándolo, y él le sonríe, dejando sus brazos sobre los hombros de ella mientras entran juntos.
Estrella relincha de nuevo, recordando que estoy sobre ella, así que emprendo el camino de regreso a casa, confundida y con nuevas preguntas. No entendía por qué me sentía así. No podía seguir afectándome tanto después de este tiempo.
El rancho me recibe de nuevo con un silencio tranquilo y una brisa fresca. Mi cabello está ahora desordenado por el viento. Regreso a Estrella a su establo antes de ir a la casa, donde las luces de la cocina están encendidas. Adam está allí, recostado en la isla con un vaso de agua y su móvil. Sus ojos me encuentran al darse cuenta de que he llegado, y sonríe, guardando el móvil antes de acercarse.
—Pensé que estarías durmiendo —digo, acomodándome entre sus piernas mientras sus manos rodean mi cintura.
—Me desperté al no sentirte. ¿Estás bien?
Asiento.
—No podía dormir.
Sosteniendo mi mano, me guió después de besar mi frente. Regresamos a la habitación y nos acurrucamos en la cama. Él se apoyó contra el cabecero mientras yo me acomodaba entre sus piernas, entrelazando las mías con las suyas. Nos cubrió con una manta, y yo busqué el control remoto para poner una película. Siempre hacíamos esto cuando dormíamos juntos, y era uno de mis momentos predilectos.
A la mañana siguiente, me despierto con su cuerpo debajo del mío, y sus brazos abrazándome con fuerza por la cintura. Sonrío, le doy un beso en la comisura de los labios antes de quitar suavemente sus brazos para levantarme y entrar al baño. Me miro en el espejo y busco lo que necesito para lavarme la cara. Antes de salir, tomo la ropa sucia para llevarla al lavadero. Adam se ha despertado cuando salgo del baño, está sentado en la cama mirando su móvil, me sonríe al verme y se levanta para acercarse. Me besa y luego entra al baño.
Mi mamá aparece al final de las escaleras cuando llego, le dedico una sonrisa antes de llevar la ropa y ponerla en la lavadora. En el comedor, mi papá ya está desayunando.
—Buenos días —digo, mientras abro el refrigerador y busco un tazón de arándanos.
Mi prometido llega un par de minutos después y saluda a mi papá, luego se acerca a mí, rodea mi cintura con sus manos y acaricia mi vientre, escondiendo su rostro en mi cuello por un momento y besándome. Cuando se separa, noto que mi papá nos mira disimuladamente por encima de su periódico y mis mejillas se encienden.
***
—Iré con tu papá al pueblo, amor. ¿Necesitas algo? —La voz de Adam resonó en la sala al interrumpir mi lectura. Dejé el libro sobre mi regazo y le dediqué toda mi atención.
—Necesito algunos ingredientes. Te los enviaré en un mensaje.
Él asintió con una sonrisa.
Mi papá apareció poco después, buscando las llaves de su camioneta. Los vi partir juntos y una sonrisa se dibujó en mi rostro, agradecida por la complicidad que compartían.
Con la lista de compras enviada, me dirigí a los establos, impaciente por ver a Estrella. Su relincho de alegría me recibió al instante, y con una sonrisa la abracé. Mientras le daba de comer, la cepillé suavemente, disfrutando de su docilidad y mimándola como si fuera una pequeña.