El rechinar de la merecedora y el viento cálido del verano le traen a mí, a este viejo los recuerdos de oro de su juventud, los cuales siempre llevare en mi memoria sin importar que tan arrugada se ponga esta piel o si ya es imposible caminar sin un bastón. Pero aun así estos recuerdos sienten frescos con si solo hubiesen pasado unos días. Recuerdo aquellas épocas las fotografías comenzaban a ganar popularidad entre los jóvenes y el adquirir una no costaba mucho. Por ello compre una, para sacar todas las fotos que yo quisiera. Claro que tomo uno mes de ahorros de mi trabajo de medio tiempo como repartidor de pizzas.
La primera imagen que capte con la lente fue la de una chica ya conocida mía, una hermosa morena de nombre Jessica. Ella era tan vivaz y divertida con todo el que la conocía, fue una lástima que no fuera mi modelo exclusiva cuando se lo propuse y aquello me deprimió. Sin embargo, ella no era la única mujer en el mundo, por lo que me propuse a encontrar a la musa perfecta para mi arte fotográfico.
La segunda que elegí era una chica reservada de cabello castaño, pero de todas maneras linda con sus pecas en su rostro y cuello le daban un aire infantil. Así que no perdí tiempo en proponerle ser modelo de fotografía, lo cual dudo al principio, pero conforme analizaba el ofrecimiento termino accediendo. La lleve a un estudio que alquile, el camino fue breve, aunque tuvo el tiempo exacto para conocernos un poco mejor entre bromas. Para cuando llegamos nos trasladamos al interior del estudio a hacer lo que yo considero arte, entre flash y una que otras palabras de mi parte a la chica el tiempo paso volando hasta caer la noche. Sin embargo, al término de la sesión ella comenzó a gritarme que mi trabajo no era arte sino obscenidades y que yo estaba enfermo. Sus palabras me molestaron así que no tome más de otra que descartarle como modelo.
Chica tras chica todas y cada una insultaba mi arte fotográfico. No fue hasta la octava chica que todas mis expectativas se cumplirían. Su cuerpo delgado y rostro angelical la hacían perfecta, el único inobediente es que era una estudiante de escuela media. Pero al carajo eso, tome el valor de hablarle y proponerle sobre ser modelo de fotografía. Su ración fue de alegría inmediata y no dudo en acceder, así que como en las anteriores ocasiones fuimos a un estudio. Ella para nada era tímida, vestía y posaba como le mandase he inclusive por broma le ordene desvestirse y a ella no le pareció para nada enferma ni petición argumentando que era una forma de arte. Al término de esta ella tomamos caminos separados, pero con una diferencia ella quería modelar de nuevo para mí. Lo cual me lleno júbilo, y posteriormente dio inicio a lo que sería mi más grande obra.
Las semanas pasaban y ella seguía con su arduo trabajo para mantenerse dentro de la industria de la fotografía, no es más decir que también me entusiasmaba su energía, pero esto no duro mucho en cuanto sus padres se enteraron. Pronto este mundo que ambos creamos se vino cuesta abajo, pero yo tenía una solución en cuyo caso. Le dije que se fugara conmigo, yo tenía recurso lo cuales podían mantener a los dos mientras continuaba con su carrera. Acepto puesto que su sueño de ser famosa no se cumpliría a lado de sus estrictos e incompresibles padres. Empacando ropa y tomado los pocos ahorros que había juntado gracias a mí, abandonamos aquella ciudad bajo el velo de la noche.
Al menos fueron cuatro maravillosos años en lo que trabajamos juntos después de que yo le di alas a su carrera como modelo. Pronto ella ya no necesito de mí y comenzó a ser independiente en este medio y paso a ser actriz en películas independentistas, pero aquello no dudaría mucho, debido a su prematura adicción a las drogas. Las cuales conseguía de su supuesto novio, el cual solo era un mantenido y por supuesto adicto a la cocaína y anfetaminas o cualquier otra sustancia que le provocase la sensación de satisfacción. Claro que yo intente hacer todo lo que estuvo a mi alcance para ayudarle sin embargo ella no pensaba lo mismo, pensaba que solo quería meterme en su vida como sus padres e impedirle hallar la felicidad, y de algún modo tenía razón, no quería que fuera feliz con nadie más que conmigo. No lo negare me enamore desde el día en que me pidió volverme a ver, pero eso ya era del pasado si ella no correspondía mis sentimientos y prefería a alguien que solo le usaba como viniese la gana, yo no le ayudaría más.
Pero me arrepentí de esa decisión el día en que agonizaba en la cama de un hospital, el ángel que fue una vez ahora no era más que un despojo de piel y huesos, su rostro tenía las cuencas hundidas, sus labios agrietados y una piel pálida, pero pese a su estado aún mantenía esa dulce mirada de aquel día. No pude más solté al llanto mientras le repetía una y otra vez que lo sentía a lo cual ella solo me regalo lo que sería su última sonrisa. Después de aquello algo dentro de mí se rompió.
Por los siguientes días posteriores a su muerte no me atreví a tocar mi cámara solo me sumergía en mi apartamento, admirando y recordando cada uno de los vellos momentos que pasamos juntos a través de las fotografías que poseía, acompañado de unas cuantas botellas baratas de cerveza. La melancolía estaba a flor de piel con cada fotografía que tomaba, el dolor insufrible de ya no tenerle en esta vida hizo que llegase a pensar en si ella ya no estaba talvez yo debía seguirle. Sin embargo, no tenía el coraje ni la determinación de acabar con mi vida, ni estando borracho.
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Editado: 02.03.2018