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Una pequeña sorpresa
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Elijah.
Volví a marcar sabiendo que el intento sería en vano al igual que lo había sido en el último mes. Edward se estaba escondiendo como un maldito cobarde con miedo de afrontar las cosas y estaba casi seguro de que Elena no tardaría mucho en darse por vencida. Su ultima llamada ayer había sido demasiado difícil de escuchar porque, aunque sabía que estaba siguiendo con su vida y metiéndose en el trabajo, la tristeza en su voz era demasiado jodida.
Lo había buscado en cada lugar que se me pasó por la cabeza e incluso fui a Las Vegas porque creí que se habría quedado allí cuando su viaje inició, pero no. Llegué tarde y acababa de dejar el hotel para cuando quise preguntar.
— Elijah. —la gélida voz de Marie me recibió del otro lado de la línea. Atendió muchas veces al teléfono en las ultimas semanas, porque incluso cuando de trabajo se trataba, él no quería hablar conmigo en lo absoluto.
— ¿Ya me vas a decir donde está? —dije irritado y lleno de furia. Esta mujer estaba en mi lista de personas no gratas y no la iba a sacar de allí a menos a que me dijera donde mierda se estaba quedando Edward. —Deja de ser su alcahueta en este maldito intento por sentirse miserable, Marie. No lo ayudas en lo absoluto.
Su risa llegó a mis oídos. —No tengo que seguirlo haciendo, pequeño malcriado. —bufó sin tapujos. —Edward ya está en Boston y estamos en la oficina justo ahora. —miré mi reloj, si salía ahora alcanzaría a abordarlo en la oficina. —Y ni siquiera lo pienses, le dijo a los de seguridad que no te dejaran entrar.
— ¿Qué coño me acabas de decir? —casi grité. —Esa maldita empresa es tan mía como suya.
— Que bueno que lo mencionas. —tragué en seco por sus palabras, permaneciendo en silencio. —Edward me pidió que te enviara su propuesta de negocios. Te quiere comprar las acciones.
¿Me estaba jodiendo?
— Dile a tu maldito jefe que se reúna conmigo y discutiremos eso. Que si quiere se las regalo con moño incluido pero que tenga los pantalones y deje de ser un crío que la etapa de adolescente inmaduro lo pasó hace mas de quince años. —espeté colgando.
¿Qué no me iba a dejar entrar? ¿A ese lugar?
Así tuviese que derribar a los guardias, pero entraría.
— Elijah. —levanté la mirada, sin darme cuenta de lo ensimismado que me había quedado mirando el celular con ganas de tener a ese idiota de frente. Vanessa me mantuvo la mirada y yo permanecí en silencio esperando a que continuara. Nuestros encuentros últimamente no habían sido demasiado fáciles luego de que Joshua abriera la boca y le dijera que yo le pedí que la llevara. —Ya le envié el regalo a Elena, y está en casa así que si quieres llamarla es seguro que responderá.
Asentí y me giré dándole la espalda. —Campbell. —escuché su suspiro y una ligera sonrisa apareció en mi boca agradeciendo que no pudiera verme. —Me iré a Boston y quedas a cargo, pásame lo que mas importe y trabajaré desde mi departamento.
— ¿Cuándo volverás?
Suspiré y lo pensé. Tenía la reunión con Benson la próxima semana así que era necesario que estuviese aquí. —Tal vez cinco o seis días. —porque también sabía que iba a ser difícil hablar con el imbécil que llamaba hermano.
— ¿Algo más?
— Sí. —la miré. —Dile a Joshua que tome la camioneta y te lleve a mi casa. —entrecerró sus ojos en mi dirección. Mis manos fueron a las llaves en la gaveta abierta y se las lanzaron viendo como las tomaba sin tanto reparo. —Prepárame una bolsa de viaje...
— No soy tu ama de llaves.
Sonreí. —Ya, pero Gaia tuvo que irse porque su hija dio a luz hace unas semanas. —enarqué una ceja. —Además si me hubieses dejado terminar habrías sabido que no era una orden, sino un favor. —se tensó, incomoda. —Y después el impulsivo soy yo. —mascullé por lo bajo. —Solo empaca lo necesario.
— ¿Y eso es?
No lo digas.
— Asegúrate de meter la caja de condones que está en la mesita de noche. —se enderezó y me lanzó dagas con sus hermosos ojos azules, fríos. —Solo lo necesario. —repetí. —Ropa y mi cepillo de dientes es lo esencial. Detesto salir a comprarlos cuando se me quedan.
— ¿Algo más, señor Brown?
Bajé la mirada y repasé en mi cabeza la lista de pendientes para la semana. —Sí, reúnete con la secretaria de Jacob Williams mañana y dile que el contrato ya quedó listo con las modificaciones. Se lo entregas y me mandas una copia. Asegúrate de guardar una en los archivos.
Asintió.
— Ya vuelvo entonces. Iré a tu departamento. —no le di mucha importancia a sus palabras, perdiéndome en los documentos frente a mi para dejar todo listo antes de partir.
Iría a ver a Elena en vez de llamarla, luego de que intentara meterme en la oficina de mi hermano a como diera lugar.
(...)
Sus ojos azules ausentes de emoción alguna se encontraron con los míos a medida que abría la puerta. La copa de vino en su mano derecha y el olor a alcohol indicándome que no era la primera de la noche.
— ¿Qué haces aquí, Elijah? —sonreí y entrando le quité la copa de la mano. No había rastro de la morena que me odiaba por ningún lado. —No está. Ella y Owen salieron a celebrar su aniversario.
— Mucho mejor, ojalá la deje feliz para que no quiera asesinarme cuando regrese.
— No estarás aquí cuando ella vuelva, de hecho, ya te vas. —apuntó a la puerta. —Por favor, Elijah. Me tengo que vestir.
— ¿Para donde vas? —la reparé, la sudadera demasiado ancha escondiendo su cuerpo.
— Bueno, ya me cansé de dar lastima. —arrancó la copa de mi mano. —Voy a salir a celebrar mi cumpleaños con unas amigas y si se da el caso, me voy a tirar al primero que me den ganas. —su mirada se tornó furiosa.
— ¿Qué pasó?
— Tu hermano apareció. —fruncí el ceño esperando que continuara. —Es un bastardo, un maldito idiota. —dijo con fuerza.
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Editado: 18.08.2024