Halftime Show

CAPITULO 15

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Encrucijada
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Elijah.
Dos meses después.

Me senté en el sofá negro del estudio de Ben, mi pecho subiendo y bajando rápidamente a medida que intentaba calmarme. —Nunca lo habías hecho de esa manera. —afirmó mi compañero limpiándose el sudor de la frente con la camisa blanca sobre su hombro. —¿Qué va mal?

— Vine aquí a olvidar la mierda que me rodea, no a platicar sobre ella contigo. —mascullé llevando la botella de agua a mi boca y tragando media de ella con rapidez. —Me voy. —me puse de pie, la mano de Ben volando a mi pecho y deteniéndome cuando intenté pasarlo.

— Habla. —suspiré consciente de que la única manera de la cual podría salir de aquí era derribándolo y ya estaba cansado de entrenar durante una hora con él.

— Estoy enamorado de Vanessa. —admitirlo en voz alta era más difícil que pensarlo cada noche.

Sus ojos parpadearon sorprendidos mientras soltaba el aire sin dejar de mirarme. Agradecí que no se burlara o pensara que era una broma para el caso, no tenía ánimos de aguantar su mierda graciosa siendo lanzada en mi dirección.

— ¿Campbell? —la pregunta me hizo mirarlo con incredulidad. ¿De verdad? —Elijah...—su rostro pasó a preocupación.

— Ya sé lo que dirás, y no tienes de que preocuparte. —tragué en seco. —Por mucho que quiera, no haré ningún movimiento hacia ella. Vanessa está a salvo de mí. —susurré.

— ¿Sigues con eso de no darte una oportunidad? —enarcó una ceja.

— Es más que eso y no voy a repetir lo mismo que he dicho toda mi vida. —lo apunté con la botella medio vacía. —Necesito que le ofrezcas trabajo. Una oferta que no pueda rechazar y me la quites del camino.

— Mi empresa es de seguridad, Elijah, no hay un pue...

— ¡Entonces haz uno! —chillé nervioso, las imágenes de hace una semana repitiéndose una y otra vez en mi cabeza.

No fui a la oficina desde entonces y solo dije que me iría a las Vegas por un par de días para poder alejarme de ella, cuando lo cierto fue que me encerré en mi departamento en un intento de sacármela del sistema. No pude simplemente.

— Elijah, ya me voy. —asentí, volviendo mi atención a ella. Su cabello recogido en la misma trenza de siempre me hacía querer soltarla y pasar mis dedos por el. —¿Pasa algo? —la inocencia en su voz me atrajo al mundo real, uno donde ella no se merecía estar en mi cabeza por los pensamientos que allí habitaban.

— No, Campbell. —susurré y noté como se acercaba a mí, deteniéndose a unos cuantos pasos. —¿Qué?

Antes de pronunciar palabra alguna, en sus ojos se instaló la misma valentía y el coraje que siempre estaba allí. Y como me encantaba. —¿Qué demonios tengo que hacer para que me llames por mi nombre? Es frustrante que me recalques siempre la misma mierda, Elijah. —soltó con furia.

Me puse de pie y me acerqué a ella, mi cuerpo reclamando su toque. No obstante, solo permanecí a un par de centímetros de distancia y escaneé su rostro. —Lo que tienes que hacer es lo único que jamás podrás, Campbell. —mis ojos fueron a su boca entreabierta y solo quise pasar mis dedos por ellos. Carnosos y listos para recibirme. Los quería probar de nuevo.

— ¿Y eso es? —casi reí.

Salir de mi cabeza. Salir de mi sistema y de mi corazón.

— Vete, Campbell. —sus ojos se entornaron y golpeó mi pecho con algo de fuerza, pero no la suficiente como para moverme.

— Eres un idiota, Elijah Brown. —sin más, salió de la oficina, dando un portazo al hacerlo.

— Estoy jodido, ¿verdad? —Ben sonrió de lado.

— ¿Has escuchado hablar del karma? —se burló golpeando mi hombro. —Elijah, amo a mi mujer, lo sabes. —rodé los ojos. —Fui un idiota con ella y está conmigo ahora. No tengo los problemas que te cargas porque mi padre no fue un imbécil y el matrimonio de mis padres se mantiene intacto, pero has sido mi amigo tantos años que he aprendido a comprender como te sientes.

— No estoy en la mierda sentimental, no hoy ni nunca, Harrison. —ignoré su discurso sabiendo lo que se venía.

— Eres un imbécil. —espetó. —La amas, estas enamorado, no sé que mierda sientes, pero solo te digo que de no ser digno de ella ya te la habrías tirado y no lo has hecho. La aprecias y no quieres que nadie la toque, ni siquiera tú. —asentí. —Permítete sentir algo por primera vez en tu vida, Elijah. Mira a tu hermano. ¿No quieres algo como eso? Mírame a mí. —no lo hice. —Tengo una familia que adoro, E. Y aunque suene cursi quiero eso para ti, necesito eso para ti. —se burló. —Anhelo verte sufriendo cuando algún idiota quiera tocar a una de tus hijas.

Eso me hizo borrar la sonrisa de mi rostro. —¿Cómo que hijas? —mascullé sorprendido y alarmado. —Deja de formarte ideas, Ben. —me encogí de hombros. —No voy a meterme en algo de lo cual no estoy seguro que devenga.

— Pensé que asumías riesgos.

— Lo hago. —le afirmé. —Pero no es lo mismo perder todo mi dinero que perder mi alma por ella. Prefiero lo primero. —mascullé alejándome. —Salúdame a Olivia, dile que vendré la próxima semana. —la mirada en su rostro me dijo que no había terminado, pero para su desgracia yo si que lo hice.

Vanessa.

Descolgué la llamada y esperé pacientemente el grito o los regaños al otro lado. Había sido mucho así últimamente.

— Vanessa, ultima llamada que te hago. —me mantuve en silencio, sin querer discutir con el hombre al que tanto quería. —Derek vendrá mañana a cenar a casa y a pedir tú mano, y de no ser tú lo hará Valentina, no me importa lo que tenga que hacer para tenerla aquí y sabes muy bien que no me ando con juegos.

— Papá...

— ¿Ahora si quieres hablar? —no me gritó, pero la dureza que salía de sus palabras me dolió. —Nuestro negocio depende de esto, Vanessa. Jeremy se tiró a los Brown encima y nos van a quitar la empresa si no hacemos algo, ¿de verdad piensas dejar que lo pierda todo? —sabía lo que hacía, me estaba manipulando y yo estaba poco a poco cediendo.




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