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En espera
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Vanessa.
La pequeña niña me sonrió tendiéndome la muñeca junto a ella. —¿No te gustó? —asintió efusivamente mientras la apretaba contra su pecho. Su cabello negro caía trenzado al igual que el mío, sus ojos marrones brillando al pasearse por los juguetes frente a ella.
— ¿Podemos jugar? —asentí, mi mirada posándose en la mujer tras de ella haciéndome una pequeña señal para que fuese a su encuentro.
— ¿Me esperas aquí? Iré por algo de tomar. —asintió en lugar de pronunciar palabra alguna, volviendo su atención a las muñecas que traje para ella hace una hora.
Caminé un par de metros, cruzando el césped del patio de Misú, el lugar había cambiado en los últimos años con las donaciones que la fundación de mamá hizo en su momento. No podía permitir que Jeremy jodiera esto, no cuando ella se esforzó tanto para sacarlo a la superficie, no cuando estos niños necesitaban de la ayuda que se les estaba dando.
— Camille, ¿todo bien? —su rostro fue llenado por una mirada casi vacía y que se rehusaba a encontrarse con la mía. Algo iba mal.
— Me pediste que te avisara sobre los análisis de Sara. —asentí a la espera, nuestros pasos deteniéndose tras la pared que dividía el patio de las instalaciones del albergue. —Tiene leucemia, Vanessa. —el mundo se me vino encima cuando las palabras salieron de su boca.
— ¿Qué sobre un tratamiento? —solté en un hilo de voz. Tocó fibra sensible con ello, la leucemia acabó con mamá, y sabía lo difícil que era sobrellevarla. —¿Estamos a tiempo?
— Ella lo está. —suspiré aliviada. —Pero no tenemos manera de pagarlo, Ness. Las cosas no han ido bien últimamente y son muchos casos. Si esto llega al consejo la pondrán en lista de espera y para cuando esté al número uno tal vez...
— Ya sea tarde. —la interrumpí. —Vendré mañana, y tenla lista. La llevaré con un especialista para mirar las opciones.
— Ness, pensé que...—se calló. Sí, yo no tenía un centavo para pagar ese tratamiento, pero hablaría con Valentina. Ella ayudaría y yo pagaría la mitad cuando me levantara del todo.
— No te preocupes por ello, yo lo arreglo.
Miré a la niña jugando en la mitad del patio, mi corazón contrayéndose al tiempo que las imágenes de mi mamá postrada en una cama me llegaban a la cabeza. Sara no estaría en esa situación, no si yo podía evitar que la leucemia llegara mas lejos. Buscaría la manera a como diera lugar, incluso si eso significaba moverle el corazón a papá.
— ¿Puedes despedirme de ella? —las lágrimas poco a poco se acumulaban en mis ojos. No quería que me viera así. —Por favor. —Camille asintió con tristeza y yo tomé esa como mi señal para irme.
Me aferré al bolso que colgaba de mi hombro con tanta fuerza que no sentía mis nudillos cuando llegué a la salida, las lágrimas no pudieron ser contenidas por más tiempo y cayeron de golpe con rabia.
¿Por qué siempre se trataba de inocentes? ¿Qué no podían vivir una vida plena sin esta mierda?
Saqué mi teléfono con las manos temblorosas, el numero de mi hermana parpadeó en la pantalla antes de que lo llevara a mi oído a la espera de que respondiera. Suspiré aliviada cuando la línea quedó descolgada. —Hola, linda. —permanecí en silencio, buscando la manera de controlar el llanto. —¿Todo está bien? —sacudí la cabeza sabiendo que no podía verme, mi voz demasiado perdida como para hablar. —Cielo, háblame.
— N-no. —tragué en seco. —Necesito ayuda.
— Lo que me pidas. Dime que hacer y tomo el primer vuelo que salga para Estados Unidos. —su voz sonó ansiosa y preocupada
— No soy yo. —solté sentándome en la banca fuera del albergue. —Necesito que me prestes dinero, Val. —permaneció en silencio. —Una de las niñas de Misú tiene leucemia. —jadeó consternada. Valentina no era muy propensa a expresar sentimientos, pero esto era un tema que a ambas nos afectaba.
— ¿Qué hay del tratamiento?
— El dinero es para eso.
— ¿Y la fundación? —no dije nada. —Vanessa.
— Jeremy retiró el apoyo.
Maldijo por lo bajo. —Maldito engendro del diablo. —masculló, molesta. —¿Te quitó las tarjetas?
— Sí.
— Llamaré a Tony. —ante la mención del oncólogo de mamá me tensé. —Entre él y Floyd se harán cargo. Pagaré el tratamiento, pero debes encargarte de llevarla, Ness.
— Lo haré. —suspiré. —Te pagaré la mitad cuando...
— ¡Deja las estupideces! —soltó de mala gana. —Lo que quiero es que te pongas al frente de la fundación de mamá porque si yo llego a ir a Boston y me entero de que ese idiota sigue reteniendo el dinero que ya estaba destinado para ello lo voy a hundir más de lo que ya está.
— Val...
— ¡No! —gritó haciéndome encoger. —Me he aguantado todo, incluso que papá me amenazara para casarme con el idiota ese, pero no pienso permitir que jueguen con esto. —ella realmente estaba molesta, mucho más de lo que yo lo estaba. —Esto es lo único que mamá dejó que estaba bien. —soltó en un hilo de voz.
— Hablaré con Jeremy.
— Tienes hasta que vaya, Ness. Sé que quieres hacer esto de buena manera, pero me cansé de ser condescendiente con ese idiota. Si quiere quedarse con la empresa que prácticamente está en la ruina que lo haga, pero con esto no. —voces se escucharon del otro lado. —Lo siento, tengo que irme. Voy a adelantar todo para viajar cuanto antes. Me gustaría acompañar a la pequeña en esto, sé que para ti tampoco es fácil.
— Solo espero que entre los médicos puedan hacer algo.
— Ambas esperamos eso. —suspiró. —Llámame cuando Tony se comunique contigo, quiero saber cómo va todo.
— Claro. —mordí mi labio inferior. —No te exaltes, por favor. Eso no le hace bien al bebé.
— Lo sé. —su voz sonó relajada, pero sabía que ella aún estaba enojada y esa era la razón por la cual no pronuncié palabra alguna sobre el tema en el último mes cuando me enteré.
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Editado: 18.08.2024