Elijah.
Caminé pasando a la mujer de recepción en dirección a la oficina del final del pasillo. Odiaba estar aquí. Este lugar solo exhumaba todo lo que quería fuera de mi vida, lastimosamente cuando recibí su llamada esta mañana despotricándome de todas las maneras posibles, supe que, si no venía, se plantaría en mi oficina y todo se iría a la borda solo por él.
Su mirada gélida y llena de odio se posó en mí cuando puse un pie dentro del espacioso lugar ausente de vida como anteriormente lo vi. La muerte de su esposa lo convirtió en la mierda de ser humano que tenía frente a mí, pero ese no era mi maldito problema, no cuando solo quería golpearle el rostro por hacer llorar a Vanessa.
— Siéntate. —apuntó a la silla frente a él, su voz saliendo todo menos amigable.
— Lo que tengas que decir sácalo de una maldita vez. —no me preocupó mi tono ni la falta de amabilidad en él, sabía que no era de mi agrado y no íbamos a comenzar a fingir que sí desde ahora. —Tengo asuntos importantes que solucionar.
— Deja a Vanessa en paz. —espetó, poniéndose de pie sin dejar de mirarme. Sus ojos se iluminaron con desespero mientras me repasaba. —Ella no necesita que la uses para vengarte de...
Solté una carcajada deteniendo su hablar. —Mi matrimonio no es de tu incumbencia. —me acerqué un poco, lo suficiente para notar sus manos temblando en el borde de la mesa con ganas de atacarme. —La razón por la que estoy aquí es porque no quiero que le sigas perturbando la existencia a mi mujer así que o hablas ahora o me voy, pero eso sí, no te acercas a mi edificio.
— No puedes impedirme ver a mi hija. —soltó, molesto por mis palabras.
— Yo no te estoy impidiendo nada. El día que Vanessa quiera verte sabe donde encontrarte, no pienso ir contra de ello, ¿qué parte no entendiste de mis palabras? —bramé, intentando lucir despreocupado, pero una parte de mí solo quería sacar al viejo Elijah y golpearlo. —Solo ten algo presente y es el hecho de que, si le haces daño, la perturbas siquiera una vez y voy a acabar con lo poco que queda de tu empresa.
— Tu dinero también está en juego.
Sonreí con suficiencia. —La miseria que invertí en esta mierda no es nada comparado con lo que tengo. No te preocupes, no me volveré pobre si lo hago. —lo apunté con mi dedo índice. —Él que debería preocuparse eres tú.
— Vanessa jamás dejaría que destruyeras esto. —me encogí de hombros, mi cuerpo volviéndose tenso ante sus palabras. —Pero no lo sabe, ¿o sí? —noté la sonrisa apareciendo cuando vio mi estado de seriedad, la sonrisa se fue en cuestión de segundos.
— Y tú no le dirás.
— ¿Quieres apostar?
Suspiré, buscando las palabras correctas. Un paso en falso con este idiota me costaría mi matrimonio. —Puedes hacerlo. Ve y dile. Corre como el idiota que eres y arruínale la felicidad como siempre lo has hecho. —bufé. —Pero incluso si ella me lo pide yo no pienso dar marcha atrás con mi deseo de hundirte, porque me conoces Joseph. —me acerqué rápidamente, sus ojos escaneando cada paso que di. —Yo no tomo decisiones de mi negocio con el corazón. Te voy a hundir si quiero y no habrá poder humano que lo impida.
— Cuando ella se entere te dejará.
— Pude conquistarla aún cuando fui un idiota con ella, es mi esposa ahora después de todo. —me encogí de hombros a pesar del dolor que se extendió en mi pecho ante la mera idea de Vanessa dejándome. —¿Pero que se espera de ti? Su propio padre la intentó cambiar como si de una simple moneda se tratara.
— Y debí hacerlo con mas fuerza. —espetó. —No estaría atada a un bastardo como tú de ser así. —tragó en seco, su respiración volviéndose pesada. —Seguro le llenaste la cabeza de mierda e ilusiones. No la mereces.
— No lo hago. —estuve de acuerdo. —Pero es mi esposa. —sonreí al ver como le dolía la sola idea. —No hay nada que puedas hacer, porque incluso si la alejas de mi diciéndole que soy yo el que te está jodiendo, eso no quiere decir que será por mucho tiempo. —apreté los dientes. —Me ama, sabes que es así. Ayer tuviste una demostración de como se siente mas segura en mis brazos que en los tuyos.
— Ella solo está confundida. —reí ante su ingenuidad. Él de verdad se creía sus palabras. —Eventualmente se enterará y te dejará, Elijah. —sonrió con superioridad. —Hay algo que nunca podrás equiparar en la vida de mi hija y es su ansia de ver a su familia de vuelta. —sabía eso, pero no me permití reflejar mi conmoción. —Ella siempre nos va a terminar escogiendo, y cuando sepa la verdad tú solo serás el idiota que ella dejó.
— Atrévete a alejarla de mí...—arremetí contra él, tomándolo de las solapas de la chaqueta. —y no quedará nada de ti. —su rostro se contrajo. —Porque te lo juro que, si yo me convierto en un miserable por ella, tú te hundirás conmigo en el proceso. Y a estas alturas deberías saber que yo no hago amenazas a medias, yo advierto y cumplo. —escupí en su cara con odio.
No debía mostrarle mis emociones, pero estaba tocando fibra sensible en mí y a estas alturas me importaba muy poco.
— ¿Qué propones? —sus palabras no me tomaron por sorpresa, las esperaba de hecho.
— No le dices nada y yo no hundo tu negocio como tengo planeado hacer. —entrecerró sus ojos en mi dirección haciendo que lo soltara. —No me entrometeré mas en él, pero no pienso vender las acciones. Tú solo buscas la manera de reparar lo que estas semanas yo hice, porque no tendrás mi apoyo para ello. —asintió con lentitud. —Eso sí, te voy a dejar una cosa clara. —no me alejé, permanecí cerca suyo mirándolo amenazante. —Si Vanessa se entera por boca de uno de ustedes que yo tengo control sobre esto y todo lo que he hecho, lo que tenía planeado para ustedes será un juego de niños en comparación con lo que haré. —lo amenacé, sus ojos parpadearon con odio ante mis palabras. —No juegues conmigo, Joseph, porque yo no soy mi hermano ni el idiota de mi padre que tanto permitió que te inmiscuyeras en nuestros negocios.
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Editado: 18.08.2024