Halftime Show

CAPITULO 27

Vanessa.

Me puse de pie caminando a los estantes de la repisa. Mis libros empolvados recriminándome por haberlos dejado al irme hace tiempo. Mi vida cambió tanto desde entonces que apenas si recordaba como era antes de...Elijah.

¿Qué estaría haciendo?

Reí un poco. Eran las nueve. Ya estaría en la oficina metido en el trabajo como siempre, o tal vez ya no era así. Quizá ahora siguió su con su antigua rutina. Y dolía demasiado imaginarlo.

— Ness. —levanté la mirada, colocando algunos libros sobre la cama para girarme en dirección a la señora Adams. Sus ojos marrones me sonrieron con calidez desde el umbral. —El señor Schulz está abajo esperando por ti.

Suspiré frustrada, ¿ahora qué quería Derek?

— ¿Ya le dijiste que estoy aquí? —asintió disculpándose con una pequeña sonrisa. —Ya bajo. Dile que en cinco minutos lo atiendo.

Se alejó luego de mis palabras dejándome sola. Me iría mañana. Val esperaba por mi con ansias de que fuera con ella a comprar ropa para Ethan, mi sobrino llegó como una bendición a la vida de ambas. De hecho, llevaba un par de cosas para él en la maleta escondida en la esquina de mi habitación.

Terminé de arreglar las ultimas cosas para el viaje, tardándome un poco mas de los cinco minutos que le pedí al alemán esperando en la planta baja, una parte de mí esperando que se fastidiara y se fuera directo a su casa para que me dejara en paz.

Hice negocios con él porque papá estaba enfermo y tuve que asumir la responsabilidad, pero ya no más. Desde esa noche que accedí a que se sentara en mi mesa al verlo llegar al restaurante no lo vi más y lo agradecía. Fue imposible encontrar un taxi que me trajera a casa, por lo que tuve que permitir que lo hiciera él, era eso o caminar a mitad de la noche temiendo lo peor.

Mis ojos lo repasaron mientras bajaba las escaleras, los suyos se levantaron nada más escuchó el sonido de mis pasos repiqueteando contra el suelo. —Vanessa.

— ¿Sucedió algo con la inversión? —su sonrisa vaciló ante mi desgano por hablar con él, pero no tenía ganas de entablar una conversación con el hombre. Era guapo, pero hasta allí llegaba la apreciación que mi cabeza le hacía.

Durante las ultimas noches opté por cenar en la cocina ante los insistentes intentos de papá por metérmelo por los ojos. No obtuvo resultados, porque mi subconsciente solo hacía una cosa: compararlo con Elijah. Y tal vez era la enamorada en mí la que hablaba, pero no le llegaba ni a los talones.

— ¿Podemos hablar?

Dudé, pero asentí. Pasé por su lado en dirección al jardín aún cuando probablemente prefería quedarse dentro de la casa. Necesitaba aire fresco para lo que sea que quisiera decirme.

— ¿Y bien? —sonreí un poco al ver que llegaba a mi lado. Entre más rápido hablara, con mayor rapidez subiría de vuelta a mi cuarto.

— ¿Estás segura de querer ir a Milán? —me tensé. Mi padre era un imbécil chismoso.

— Tengo todo listo, mi hermana me está esperando.

— ¿No considerarías otra opción? —abrí la boca, deteniéndome en seco para girarme a verlo. —Puedo darte un puesto de trabajo en Alemania o ayudarte a conseguir uno. —respondió rápidamente, evitando que hablara. —Seré directo, Vanessa. —sus manos tomaron las mías agarrándome por sorpresa. —Me gustas. —la sonrisa se fue de mi rostro mientras tragaba en seco. —Lamento lo que hice en su momento, y me arrepiento, pero eso no tiene nada que ver con lo que puedo llegar a sentir por ti.

Tiré de mis manos con suavidad, alejando su toque de mi cuerpo. Su cuerpo se acercó en un ágil movimiento e intentó posar su boca sobre la mía, mi cabeza girándose de manera que sus labios tocaron mi mejilla en lugar de lo que querían.

Mis manos fueron a su pecho, apartando al hombre de mí. —No te confundas, Derek. Lo dejé claro y nunca te di motivos para creer que había oportunidad alguna entre tú y yo. —asintió de mala gana, pero se alejó un poco dándome mi espacio. —Amo a Elijah. —mi confesión lo tomó con la guardia baja, lo super porque vi como sus ojos se apartaron de los míos. Odiaba hacer sentir mal a las personas, pero lo que sea que él o papá quisieran no iba a ser. —Me voy, pero eso no significa que sea porque no lo amo, necesito poner distancia entre todo esto que se volvió mi vida y yo.

— Entiendo. —al verme de nuevo sus ojos lucían calmados y no había rastro alguno de emoción. —Lamento mi impertinencia, Vanessa. Eres una mujer excepcional y si Elijah no ve eso...

— No se trata de eso. Yo le pedí el divorcio, Derek. No al revés. —tragué en seco, la opresión en mi pecho impidiéndome hablar. —Pero sé que me ama, tanto como yo a él.

— ¿Entonces por qué no estás con él?

— Porque hay mucho de por medio y es todo lo que diré. —le sonreí un poco. —Espero que encuentres a alguien que te corresponda porque no eres malo, aprendí eso en estas semanas, pero no eres para mí.

— ¿Elijah lo es?

— Es el único. —se acercó y plantando un beso en mi mejilla entró de nuevo a la casa y se perdió en ella dejándome sola.

Mi mano viajó al colgante en mi cuello jugando con el anillo en él. Elijah era el único para mí, me había marcado sin ningún tipo de tinta, solo con sus besos y sus caricias. Lo extrañaba tanto que el solo pensar poner distancia entre ambos como la que pondría me consumía.

Subí y guardé las pocas cosas que me quedaban fuera en la maleta, mis manos paseándose por el numero de Elijah en marcación rápida. Quería escuchar su voz, pero era una mala idea. Marqué el numero de Val en su lugar.

Treinta minutos después, con mi laptop en mis piernas escuchaba la carcajada de la mujer al otro lado de la pantalla. La risa de Val era lo que necesitaba justo ahora, su mano se pasaba por su vientre mientras permanecía en topless en la cama comiendo una barra de chocolate. —¿A qué hora sale el avión?

— Tengo que estar en el aeropuerto a las tres. —su sonrisa se amplió. —¿Segura que puedo quedarme contigo? Mira que puedo...




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